La Voz del Interior

Siempre a tu lado, Albiazul

Unos 50 mil hinchas coparon el Kempes. La tarde-noche pintaba para histórica, pero la fiesta se aguó con los goles del equipo chileno. Igual hubo alegría y optimismo.

- Agustín Caretó acareto@lavozdelin­terior.com.ar

Mucho veneno tragó el hincha de Talleres antes de volver a vivir días coperos como el de ayer. Por eso las 50 mil almas le dieron un marco imponente al estadio Mario Kempes y vivieron como una fiesta el partido ante Palestino.

Ni el día laboral, ni el horario, ni el calor pudieron frenar la marea de hinchas albiazules. Y eso que estamos a fin de mes y que el rival de turno no tenía ni por asomo la chapa de São Paulo. Nadie quiso perderse la fiesta albiazul. Estuvieron los que peinan canas y vivieron épocas doradas, pero también pibes y pibas que se criaron viendo cómo Talleres tocaba fondo y se convertía en “memes” que se burlaban de su duro presente.

Quizá porque la “T” ya tocó fondo y volvió dos veces del “infierno” es que los hinchas se bancaron sin chistar que los chilenos le aguasen la fiesta. Porque el simpatizan­te de Talleres ya está curtido. Y no es que no hubiera nada para perder, pero se sufrió tanto antes, que todo lo que venga ahora es motivo de orgullo. Por eso es que la gran mayoría rezongaba cuando se supo que a Palestino podían sancionarl­o por no haber presentado a tiempo su lista de buena fe.

“Queremos ganarlo en la cancha. Nada de escritorio”, pedían a unísono los matadores consultado­s por Mundo D. “No somos ni Boca ni River. Si nos quedamos afuera, que sea en la cancha”, coincidía la mayoría en la previa.

Siempre “T” voy a seguir

Los hombres trajeados que salieron rápido del trabajo se cruzaban ayer poco antes del inicio del partido con los que desde bien temprano se acercaron al Kempes para ir tomando “alguito” y ponerle pimienta a la previa.

Con el correr de los minutos, el estadio se fue colmando con 50 mil albiazules que prácticame­nte llenaron el mundialist­a. Los primeros aplausos se los llevó Guido Herrera, pero el estadio vibró cuando los equipos salieron a la cancha y miles de globos azules y blancos volaron por encima del verde césped, que lució en buen estado para una fiesta a la que le faltó muy poco para ser completa.

Un partido de momentos

El sol pegaba con fuerza en la Gasparini y muchos hinchas estaban ingresando, cuando Dayro Moreno madrugó a todos. El grito de gol retumbó a varias cuadras del estadio y a más de uno se le llenaron los ojos de lágrimas.

Se emocionaro­n los chicos, pero también más de algún grandulón que ya las vivió todas con Talleres, pero que sigue sintiendo todo con la intensidad de la primera vez. Lagrimeaba­n también muchos que buscaban el abrazo de algunos que ya no están, pero que de una forma u otra estuvieron presentes en ese alarido.

El “nosotros copados nos fuimos a Brasil” sonó con fuerza tras el gol de Dayro, al mismo tiempo que muchos charlaban del viaje que emprenderá­n a Chile para estar el próximo miércoles.

Y si había fiesta con el 1-0, el gol de Juan Ramírez hizo que se terminara de desatar el carnaval albiazul. La euforia luego se fue apagando con los tantos de la visita. El descuento sobre el final del primer tiempo fue un baldazo de agua fría. Y el 2-2 fue otro golpe duro de asimilar, pero así y todo el aliento no cesó.

Pero atención: Talleres no está muerto y su hinchada lo sabe. Por eso la gente despidió al equipo con un grito que contagió esperanza: “Porque los jugadores, me van a demostrar, que salen a ganar, que quieren salir campeón...”. Queda una batalla y el Matador cruzará los Andes junto con seis mil fanáticos para hacer más historia.

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(JAVIER FERREYRA) Un marco imponente. Una vez más, el hincha de la “T” respondió. No le importaron la hora, el calor ni la altura del mes. El simpatizan­te de la “T” armó una fiesta en el Kempes.

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