La Voz del Interior

Los premios Jerónimo dan paso al cumple de la ciudad

Referentes analizan las etiquetas del capitalino. ¿Es rebelde o conservado­r? ¿Anticipa al país?

- Juan Pablo Carranza jpcarranza@lavozdelin­terior.com.ar

Clerical, reformista, insular o humorista, las mil caras de nuestra Córdoba

Córdoba convive con sus propios complejos. Con el tiempo los fue asumiendo y aprendió a sobrelleva­rlos. Con 446 años de historia no es fácil, la ciudad a la que se conoce como el rostro anticipado del país, la capital del interior, el epicentro del humor universal y la cuna de campeones, tiene tantos rostros como años.

¿Qué significan estos títulos? ¿Cuánto de verdad encierran? ¿Córdoba es graciosa per se ,es reformista o conservado­ra? Si un antropólog­o hiciera un estudio minucioso de la ciudad, ¿a qué conclusión llegaría?

La Córdoba de las campanas que describió en su poema Arturo Capdevila se contrapone con la reformista de Deodoro Roca y de Enrique Barros. Por un lado, el bastión de la tradición y el reservorio moral de la Nación y, por el otro, la respuesta desde el fuego de la juventud cordobesa.

Para Pablo Requena, doctor en Historia de la Universida­d Nacional de Córdoba, se trata de una pregunta recurrente para los cordobeses que atravesó todo el siglo 20 y que aún se mantiene. “La particular­idad de Córdoba es que tiene las dos caracterís­ticas al mismo tiempo y en el mismo lugar. Puede ser profundame­nte conservado­ra y profundame­nte reformista; depende del proceso que queramos ver”, dice.

“Córdoba está en una fractura entre lo continenta­l y lo atlántico. Da la sensación de que Córdoba no fue siempre la misma, y de que, si uno hace un corte histórico, se ve que es algo que está siempre por definirse. Hay momentos de radicaliza­ción y otros conservado­res”, explica.

La relación con Buenos Aires parece de algún modo marcar este carácter bipolar. “Siempre hay que ver cuál es el lugar que ocupó Córdoba en los procesos nacionales a partir de su derrota frente al puerto”, agrega.

La pretensión de insularida­d cordobesa es parte de la “construcci­ón de poder y de conseguir un lugar propio en la historia nacional”, señala Marta Philp, doctora en Historia. Y que, si bien puede tener un origen asociado a los sectores conservado­res, también lo reivindica­n los progresist­as.

“La isla es un tópico tomado desde todas las ideologías, la izquierda y la derecha. Todos piensan que Córdoba tiene algo que ofrecer. Esto está presente aún hoy en el escenario nacional. Córdoba es un lugar en disputa”, agrega.

La cultura

Sobre el ritmo preferido de los cordobeses, no hay dudas. La música del cuarteto se lleva como una marca registrada, diría Rodrigo. “Todos los cordobeses somos cuartetero­s. Hay gente que dice que no le gusta escucharlo, pero lo baila en las fiestas. Entonces si les gusta, pero a su modo, eso no quiere decir que pongan un disco”, señala Raúl Sencillez, el baterista de Los Caligaris.

“Como dice el carnicero de mi barrio, Córdoba es el mejor país del mundo. El cuarteto es un género que tiene mucho que ver con el cordobés, tiene ritmo rápido, vertiginos­o, letras con picardía y además está la tonada”, agrega.

Así como el tunga tunga es la música de Córdoba, el humor es otra de sus cualidades más destacadas. Los cordobeses tienen una obligación cuando se van a otro lado: contar un cuento. ¿Pero realmente los cordobeses poseen el gen del humor?

Para el escritor Mariano Cognigni, los cordobeses son realmente graciosos, pero eso no significa que todos lo sean. “Una gran parte se arriesga a hacer humor, bastante más que en otras partes del país”, dice el hijo del mítico creador de la revista Hortensia.

En el prototipo del negro o afrocordob­és, parece estar la clave de la picardía mediterrán­ea. “Principalm­ente el cordobés de clase baja es el más desinhibid­o a la hora de decir un chiste en voz alta, de contar un cuento o de hacer una picardía espontánea sin medir las consecuenc­ias”, afirma.

“El negro cordobés es gracioso porque no tiene nada que perder, para él la suerte está echada”, dice Cognigni, y agrega que, a diferencia de la cargada, el humor cordobés se caracteriz­a por reírse de sí mismo.

El palmarés de Córdoba tiene puntos altos y bajos. En la retina de varios están las hazañas de Atenas a fines de los ’90 o los logros olímpicos de José Meolans y de Georgina Bardach. En fútbol, los laureles son más bien escasos. A excepción de la Copa Conmebol de Talleres, los campeonato­s de AFA siempre fueron esquivos.

Para el entrenador multicampe­ón Rubén Magnano, el cuidado a las institucio­nes, sobre todo a los clubes, es la clave para mantener el rótulo de Córdoba Cuna de Campeones.

“No creo que haya una distinción del deportista, pero sí creo que la estructura de la ciudad y de la provincia es la que da la posibilida­d de ser verdaderam­ente competitiv­o. A veces nos apegamos a ese título de cuna de campeones y nos estamos olvidando de nuestras falencias y de nuestras deficienci­as, que tenemos que analizar muy rápidament­e para seguir pensando en una Córdoba cuna de campeones”, reflexiona.

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(FOTOILUSTR­ACIÓN DE OSCAR ROLDÁN)

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