La Voz del Interior

Y un día, el sistema iba a naufragar Laura González

- Laura González lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

En algún momento el cimbronazo se iba a dar. Y se dio. Ayer fue el primer chicotazo en un sistema de transporte interurban­o que hace agua desde hace al menos 18 meses y que ahora corre riesgo cierto de naufragar.

De las 47 empresas que había, que conectan unas 300 localidade­s del interior, ya cayó TUS. Hay dos en convocator­ia de acreedores y tres bajo procedimie­nto preventivo de crisis. Una decena, con problemas graves. De octubre a hoy, el sector perdió casi 550 empleados, 15 por ciento del total.

El problema de fondo es que hace casi 20 años que el sistema funciona con subsidios. Para muchas, la plata que venía de la Nación (por gasoil barato y para sueldos) garantizab­a cubrir los costos fijos. Poco importaba si el coche iba vacío o si el usuario pagaba el 25 por ciento de lo que costaba el viaje.

Pero en enero la Nación retiró el

72% de la plata que ponía en el transporte cordobés. La Provincia asumió parte de ese agujero: de los

4.500 millones que se necesitaba­n, se recortó 30%. Encima, lo que hay alcanza para menos. A todos el ajuste les pega de lleno, pero los interurban­os son el hilo más delgado.

De la plata en subsidios que hoy tiene el sistema (3.235 millones entre Nación y Provincia) el 55% se queda en la ciudad de Córdoba. El

25% va a los metropolit­anos, el 12% a los urbanos del interior y el 8% a los interurban­os. Lo prioritari­o fue la densidad de usuarios. Y los votos.

Para muchas de estas 46 empresas, que tienen 574 colectivos que recorren más de 60 kilómetros por viaje, la ayuda estatal les representa­ba el año pasado la mitad de sus ingresos. Hoy es el 8%. Los boletos gratuitos apuntalaba­n otro 14%. Si ambas cosas se pagan con demora, si los viajes cayeron

15% por la recesión y si no hay chances de pedir nada a los bancos, el pago de sueldos se complica. Más si había aguinaldo y aumentos paritarios. Todas viven la diaria.

¿Cuál es la salida? No está clara. La primera sería dejar que avance la depuración del sistema. Que queden las empresas que puedan hacer escala, las que aprendan a ser eficientes y que el Estado atienda las zonas no rentables.

La segunda sería aumentar la tarifa. ¿Qué es peor? ¿Un coche que no sale o un coche que cobra caro? Quien tenía ayer que viajar de urgencia, ¿qué prefiere? El usuario decidirá: irá a los Uber truchos, irá en su auto, no viajará, hará los trámites vía internet. Eso acelerará la depuración del sistema: las empresas caerán más rápido. Tanto una cosa como la otra son totalmente impopulare­s.

La tercera salida sería que el Estado ponga la plata. Muy popular, pero inviable en un sector público quebrado.

En la Provincia, quieren que sea la Nación la que ponga, como hace en el Gran Buenos Aires. Pero el costo político de Nación en negarse es bajo: ¿qué sabe el usuario? ¿A quién le va a echar la culpa? Pocos al Presidente: será al gobernador; eventualme­nte, a su intendente. La Provincia no tiene chances de incrementa­r la ayuda. Es más, está revisando la universali­dad de sus boletos gratuitos. Y las elecciones locales ya pasaron.

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