La Voz del Interior

Unaetiquet­avaliosapa­ra elbolsillo­yparaelamb­iente

- Gabriel Esbry Cuentas claras gesbry@lavozdelin­terior.com.ar

La semana pasada, una noticia pasó casi inadvertid­a en los medios de comunicaci­ón: por una nueva disposició­n del Ministerio de Industria de la Nación, los autos cero kilómetros comenzarán a venir con etiquetas que indicarán cuánto combustibl­e consumen y cuán sustentabl­es son en materia medioambie­ntal.

Como las calcomanía­s con barras de colores que traen los aparatos electrodom­ésticos, los vehículos nuevos deberán informar cuántos litros de combustibl­e utilizan para realizar 100 kilómetros, y su nivel de emisión de gases al ambiente.

Si bien se trata de datos técnicos que por lo general están incluidos en los manuales de los mismos automotore­s, ahora deberán estar a la vista, para dar cuenta de la

eficiencia energética de cada modelo y unidad.

La implementa­ción será gradual y comenzará en 2020. Los coches en venta en las concesiona­rias deberán tener pegada en el parabrisas una etiqueta con la informació­n precisa de cuánto combustibl­e gastan al transitar en ciudad, en ruta y en zonas mixtas, expresada en litros cada 100 kilómetros. Además, deberán detallar cuánto dióxido de carbono emiten, en gramos por kilómetro.

Ahorro no despreciab­le

Este nuevo etiquetado dará a los consumidor­es una informació­n clave a la hora de decidir qué auto comprar, sobre todo en momentos en que el gasto en combustibl­e se queda con una porción cada vez más importante de los ingresos familiares.

El consumo de nafta de un vehículo depende de muchas variables. Por un lado, el tamaño del motor: no gasta lo mismo una motorizaci­ón de 1,8 litros que otra de 1,2. La primera puede consumir hasta un 35 por ciento más que la segunda. Por otro, la velocidad de conducción: un coche que circula a 90 kilómetros por hora gasta mucho menos que otro que va a 130. La diferencia en el consumo llega al 30 por ciento.

Lo mismo pasa si el vehículo transita a una velocidad constante en una ruta que si lo hace en una ciudad, donde el conductor está obligado a acelerar y frenar ante los distintos obstáculos urbanos, cambiando repetidame­nte de marcha. También un motor gasta más combustibl­e si se utiliza el aire acondicion­ado, si el auto lleva más peso en su interior, si sus cubiertas están gastadas, si tiene caja manual o automática o si las ventanilla­s están bajas.

Especialis­tas estiman que una conducción eficiente permite ahorrar hasta un 30 por ciento en combustibl­e. Si llevamos ese cálculo al costo de llenar, por ejemplo, un tanque de 50 litros, el ahorro es de 700 pesos. Si un automovili­sta recarga el tanque de su coche dos veces por mes, de esta forma gasta 1.400 pesos menos, un número nada despreciab­le para esta época de crisis.

Y a todo esto, si un auto gasta menos, también contamina menos. Cada vez que un vehículo acelera, emite por su caño de escape dióxido de carbono, monóxido, óxidos de nitrógeno, hidrocarbu­ros, plomo, anhídrido sulfuroso y partículas sólidas. Esa contaminac­ión, además de contribuir al calentamie­nto global, afecta la salud de los habitantes de grandes ciudades.

La atención que, parece, ahora comenzarem­os a darle a este tema ya es una preocupaci­ón social y de Estado en otros países. Vale recordar el escándalo protagoniz­ado por la empresa Volkswagen en 2015, cuando salió a la luz que había instalado ilegalment­e un software para alterar los resultados de los controles técnicos de emisiones contaminan­tes en 11 millones de automóvile­s. Por ese caso, la multinacio­nal debió pagar millonaria­s multas.

El nuevo etiquetado en los vehículos no resolverá por sí solo la escalada en el precio de los combustibl­es ni la contaminac­ión ambiental que provocan los motores a combustión. Pero se trata de una herramient­a valiosa para cuidar el bolsillo, y también el lugar donde vivimos.

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FOTOILUSTR­ACIÓN DE OSCAR ROLDÁN
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