La política, un colectivo cargado de problemas Virginia Guevara
Por primera vez en lo que va del año, los candidatos, las listas y la futura elección de turno quedaron en el segundo plano de la escena política cordobesa. Pese a que hoy comienza oficialmente la campaña nacional, por estas horas las Paso de agosto parecen quedar cada vez más lejos.
La realidad irrumpió con fuerza desde varios frentes y terminó sintetizada –como tantas veces– en un paro de transporte interurbano. Le seguirá luego una muy probable reducción de los boletos gratuitos que financia la Provincia y que se publicitaron como beneficios definitivos hasta hace menos de dos meses, cuando también se promocionaba la fortaleza de las finanzas provinciales.
Todo indica que el conflicto de los interurbanos es apenas el preludio de otro que puede ser todavía más cruento: como viene, la irresuelta paritaria de la UTA también va hacia un problema mayúsculo para los usuarios del transporte urbano. Hay un paro anunciado para el próximo viernes.
Sin subsidios nacionales, sin margen para aportar fondos propios y sin voluntad de transferirle este problema a Mauricio Macri, las alternativas para el intendente Ramón Mestre son subir otra vez el boleto o pedirle más subsidios al gobernador Juan Schiaretti. La respuesta provincial parece obvia a la luz de lo que ocurre con el transporte interurbano.
En la ciudad de Córdoba, a esto se le suma la vacilante situación
financiera de la empresa Ersa, que transporta cada día a dos de cada tres usuarios capitalinos. Ersa también presta servicios provinciales, pero el esquema interurbano no depende de ese prestador del modo casi absoluto en que lo hace el servicio urbano.
Esa firma está desde hace meses en convocatoria de acreedores, y ahora le sumó un procedimiento preventivo de crisis, que no resiste nuevos cimbronazos. Su suerte puede alterar por completo la transición entre Ramón Mestre y Martín Llaryora.
Directo al choque
Más allá de Schiaretti y de Mestre, esos colectivos cargados de problemas van directo a un choque con Mauricio Macri, que el viernes planea venir a Córdoba, pero sólo lo hará si logra evitar el paro de la UTA.
Fue la eliminación de los subsidios nacionales la que abrió este frente de conflicto en todo el país. Pero ahora la Casa Rosada sólo se ocupa de apagar el incendio en el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde las chances de que María Eugenia Vidal pierda la gobernación son crecientes. No era tan sencillo el fin del populismo: los pasajeros del interior también votan.
El viernes, mientras un auto antiguo transportaba por el círculo cerrado de la Circunvalación cordobesa a Schiaretti, en el asiento delantero, y a Mestre y a Llaryora, en el asiento trasero –la diputada Alejandra Vigo los acompañaba también–, los pasajeros del transporte interurbano quedaban a pie y la transición municipal se ponía irremediablemente en marcha.
Se sabía que ese proceso sería largo; ya va quedando claro que también será problemático.
Llaryora y Mestre
La señal de largada fue una advertencia de Llaryora. El intendente electo avisó que –pese a los superavitarios números que sigue mostrando el Palacio 6 de Julio– se prepara para asumir en situación de emergencia económica y con una deuda flotante de tales dimensiones que será necesario verificar acreencias y reprogramar los pagos.
Los contratistas municipales vienen con plazos de pago dilatados y ahora ya hacen fila para cobrar: desde varios rubros afirman que ya les dijeron que no hay recursos para mucho más que sueldos, basura y algunas obras.
El equipo de Mestre minimiza el problema. El equipo de Schiaretti, por el contrario, exhibe cada vez con mayor crudeza la caída crítica de ingresos. Los estatales provinciales se ven venir un replanteo del ventajoso acuerdo que –en la previa de la campaña electoral– les aseguró la actualización mensual de sus sueldos hasta agosto.
Los municipales de Capital, que desde hace tres años gozan de ese beneficio y son de los pocos trabajadores del país que no perdieron frente a la inflación desbocada, empiezan a percibir también que esa situación puede estar en riesgo a partir del 10 de diciembre. La promesa de trabajo en equipo entre Provincia y municipio comienza a preocupar en algunos sectores: la política salarial provincial será una referencia ineludible para Llaryora, pero el Suoem difícilmente acepte ser el SEP.
Llaryora no habla, pero el bloque de concejales peronistas lo interpreta (y algunos radicales también). Deuda municipal, los concursos para cargos municipales y los sorteos de chapas de taxis conforman el repertorio de objeciones iniciales, cuando todavía falta tiempo para que se conforme la comisión que formalmente tramitará la transición.
Córdoba sigue estando en el centro del mapa político nacional. Macri llegará esta semana si los colectivos de problemas no se lo impiden. Y todo indica que Alberto Fernández también planea su desembarco mediterráneo en los próximos días.
A Schiaretti no lo perturba la posible coincidencia. Todo lo contrario: en el Centro Cívico consideran que sería el escenario perfecto para reivindicar esa boleta corta huérfana de referencias nacionales que enarbolan como bandera.