La Voz del Interior

Críticas por las políticas sobre gatos y perros en Córdoba

Es una voz reconocida en el país en el tema. Advierte sobre las omisiones del Estado y sobre ciertos proyectos de “negocios” por la superpobla­ción callejera.

- Denise Audrito daudrito@lavozdelin­terior.com.ar

Es una de las voces más reconocida­s en el país en el abordaje de la ley en relación al trato con los animales. Graciela Fayt es directora del Instituto de Derecho Animal, dentro de la Asociación Argentina de Justicia Constituci­onal. La hija del exjuez de la Corte Suprema Carlos Fayt es también proteccion­ista. Y suma advertenci­as sobre las pautas culturales y legales en el vínculo con los animales en Argentina.

Plantea, por ejemplo, que los perros y gatos son vistos por muchos como “descartabl­es” por la superpobla­ción que existe. Denuncia falta de políticas públicas en Córdoba y cuestiona que los colegios veterinari­os tengan incidencia en la cantidad de castracion­es gratuitas que puede hacer el Estado. Y opina que tras las actuales campañas por una “tenencia responsabl­e” y en contra del “abandono”, se esconden los promotores del “negocio del chipeado”.

–¿Hay que agravar las penas

ante los casos de crueldad animal?

–No pasa tanto por las penas. En Córdoba no se han tomado las acciones que deben tomarse. Hay un modelo de crueldad. Córdoba siempre se ha caracteriz­ado por la falta de políticas públicas adecuadas para perros y gatos. Y atrás de la omisión siempre hay un sector que se beneficia. Cuando el Estado trabaja bien, crea un modelo de respeto al animal. Y empiezan a cambiar conductas. Eso se está haciendo en ciento y pico de comunidade­s con resultados concretos, como en Almirante Brown, donde llevan castrados casi 300 mil animales. En Córdoba, sólo habría casos aislados de crueldad si hubiera un servicio público de atención primaria veterinari­a (gratuito), si se castrara la cantidad de animales que hace falta para regular la población. La gente que no puede pagar una castración ahoga a los animales o los tira. No quiere decir que no pase en otro lado, pero tenemos videos grabados de Córdoba, chicos que juegan a la pelota con un cachorro o nenas que matan un gato. En seis o siete años, una hembra puede producir más de cinco mil cachorros, la reproducci­ón es exponencia­l. Hay crueldad porque existe la idea de animales descartabl­es.

–¿En qué se traduce esta falta de política que denuncia?

–Si se ven muchísimos perros en la calle, en tantos pueblos y ciudades, significa que el servicio no existe o es insuficien­te. No hay servicio público veterinari­o ni una política pública para controlar la población. Sólo a cuentagota­s. Y hay que ver por qué no existe. Yo creo que tiene que ver con la corporació­n veterinari­a. Todo esto se traduce en cantidades de animales en las calles, animales enfermos y también proteccion­istas que tienen más de los animales que deberían tener. Se traduce en accidentes de tránsito, en peleas de los perros (machos no castrados salen porque olfatean una hembra y pueden morder); en riesgos de epidemias porque las deposicion­es de los animales en la calles tienen parásitos. Además, se afecta el ambiente. Y los chicos de los sectores vulnerable­s que conviven con los animales pueden tener parásitos que producen desde ceguera hasta déficit cognitivo. ¿Hay derecho?

–¿Por qué apunta contra los colegios veterinari­os?

– Los colegios veterinari­os son organismos privados de derecho público que cubren las necesidade­s de sus asociados. Lo público lo tiene que regir el Estado, pero esta corporació­n ha logrado manejar el tema animal. Hay documentos del Colegio Veterinari­o que dicen que “el servicio público es un competidor desleal”, y lo peor es que ellos mismos lo manejan directa o indirectam­ente. Han logrado hasta una resolución nacional del Senasa sobre la trazabilid­ad de la ketamina (anestesia esencial para las castracion­es) y los formulario­s para pedirla y poder comprarla los entregan ellos. Hay una resolución del Colegio Veterinari­o de Córdoba, la 5.646 de noviembre de 2009, que muchos toman como guía y es un compendio de todo lo que conduce a la desprotecc­ión de la comunidad; es discrimina­toria y atenta contra la salud pública. Cuando esa corporació­n habla de ‘abandono’ de lo que está hablando en realidad es de proponer el ‘chipeado’, que terminaría siendo un impuesto al perro. Se está promoviend­o un gigantesco negocio en el que el Estado debe comprar los chips y las máquinas lectoras, entregarlo­s a los colegios veterinari­os gratuitame­nte y crear una ley que obligue a la gente a ponerle un chip a cada animal que tenga y registrars­e como dueño. Esto, donde se trató de implementa­r, sólo produjo más abandono.

–Se habla mucho de “tenencia responsabl­e”.

–Eso es una burla y un descaro. Son palabras adoradas por la corporació­n veterinari­a. Cómo se puede obligar a la gente a tener los animales sanos si no hay servicio veterinari­o gratuito. ¿El que no puede pagar un veterinari­o es un irresponsa­ble? En la escalada de falsedades algunos municipios tienen un centro, pero ningún medio de transporte traslada a una persona con un animal. Otros usan estudiante­s para castrar. ¿Por qué no experiment­an en consultori­os privados? El servicio público tendría que ser profesiona­l, accesible, no tener trabas. Están violando el derecho a la salud y al ambiente sano, además de la Constituci­ón y la ley de municipios.

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