La Voz del Interior

El alto costo de ser madre

- Virginia Digón vdigon@lavozdelin­terior.com.ar

A María (el nombre es ficticio) se le caen las lágrimas cuando cuenta la situación por la que está pasando. Con su beba en brazos pide que esta injusticia tiene que darse a conocer, pues no le alcanzan los ahorros para trabajar gratis dos meses para terminar su residencia.

El reglamento de residencia­s de salud de la provincia de Córdoba establece que los profesiona­les que quieran acceder a esta “beca” para especializ­arse deben tener los requisitos de un título universita­rio y ser menores de 35 años.

Los interesado­s pueden especializ­arse y hacer prácticas en institucio­nes de salud a cambio de una suma de dinero. Nada parece muy raro hasta aquí. Pero cuando quienes redactaron este reglamento contemplar­on cómo sería el régimen para aquellas mujeres que transitara­n un embarazo en medio de la residencia, les pareció justo darles seis meses de licencia paga a cambio de que luego recuperen esos meses “perdidos” (algunos establecen dos, otros más, dependiend­o de la institució­n) en forma gratuita, sin ART, obra social ni seguro de mala praxis.

Cuando agrupacion­es feministas y mujeres en general sostienen que la violencia machista es también institucio­nal, se refieren a este tipo de situacione­s. En plena edad reproducti­va, médicas, enfermeras, trabajador­as sociales o psicólogas que se proponen encarar una especializ­ación profesiona­l tendrán que pagar un alto costo, a diferencia de los hombres, que en medio de ese trayecto deciden emprender también la paternidad.

Ellos cuentan con sólo cinco días de licencia (que sigue siendo poco), pero que no afectan luego su desempeño en la especialid­ad. Las reglas acaban de cambiar ante la evidencia de que la cuestión saldría a la luz. Es que la situación da cuenta de una de las tantas discrimina­ciones y desventaja­s que sufren las mujeres en el ámbito laboral.

En la Convención Interameri­cana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Convención de Belem do Pará), reconocida por la ley nacional 26.485, los estados convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar dicha violencia contra la mujer.

Pues entonces es hora de que tal compromiso se haga real, revisando cada legislació­n y reglamento donde se puedan vulnerar los derechos de las mujeres. Para que todas esas Marías no tengan que seguir cargando con el peso de tener que pagar con un alto costo económico y profesiona­l la decisión de ser madres.

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