La Voz del Interior

Un tema prioritari­o para la transición

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Salvo que las próximas elecciones presidenci­ales generen un sorpresivo e inesperado vuelco de campana en las políticas actuales, todo parece indicar que más allá del resultado y de la coalición que se imponga, la eliminació­n de los subsidios al transporte público de pasajeros es una decisión casi imposible de modificar, a juzgar por las cuentas estatales.

Entonces, la ciudad de Córdoba, cuyo actual sistema de transporte ha demostrado ser ineficient­e y caro, aun con subsidios, está obligada a repensarlo.

De cara al nuevo aumento del boleto solicitado por las empresas, y habida

cuenta de que ya sabemos quién asumirá la intendenci­a en diciembre, así como la nueva integració­n del Concejo Deliberant­e, la agenda de la transición debiera priorizar el tema, para que las medidas valgan como políticas de Estado.

Hasta comienzos de este siglo, o si se prefiere hasta la crisis de 2001-2002, Córdoba tenía un transporte sin subsidios. El usuario pagaba un boleto que cubría los costos por completo. Es más, había incluso líneas diferencia­les, con una tarifa más cara. Era un sistema que funcionaba de manera satisfacto­ria. Para decirlo de otro modo, era mejor que el actual.

En los últimos 15 años, el transporte público de la segunda ciudad más importante del país ingresó en un círculo vicioso: periódicam­ente demanda más subsidios, ofrece menos servicios, resulta menos eficiente, corta menos boletos.

Los usuarios se quejan, los choferes plantean conflictos con increíble regularida­d y las empresas terminan quebrando o retirándos­e cada vez más rápido.

Mientras tanto, la ciudad creció hacia sus márgenes, lo que exige líneas de colectivo que lleguen hasta ellos para transporta­r a poca gente, pues una inmensa mayoría se moviliza por sus propios medios. Al haber más vehículos en la calle, entre otras indeseable­s consecuenc­ias se congestion­a el tránsito, los tiempos invertidos en los traslados son mayores y aumenta la contaminac­ión.

Todo ello atenta ya no sólo contra el transporte público de pasajeros sino directamen­te contra la calidad de vida de los cordobeses en general.

Por estos factores, Córdoba necesita implementa­r un nuevo sistema de transporte que cumpla con estándares mínimos de calidad, para recuperar usuarios de distintas clases sociales y revertir la segmentaci­ón que se registra hoy.

En un sentido, porque mientras sigan sin cumplirse las frecuencia­s pactadas sólo lo usarán aquellos que no tienen otra opción que esperar el colectivo. Y en otro sentido, porque mientras sólo utilicen el sistema personas de bajos recursos, cada nuevo aumento del boleto provoca una nueva crisis del sistema que, por su repercusió­n social, tiene un alto impacto político.

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