La Voz del Interior

Los problemas de la pereza

- Ali Badrán Fraternida­d religiosa

La pereza es uno de los siete pecados teologales. Algunos la consideran como sinónimo de negligenci­a, tedio o descuido en las cosas que estamos obligados a hacer; otros sostienen que es flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimiento­s que debemos realizar.

La pereza puede ser natural, como por ejemplo cuando aborrecemo­s del trabajo porque lo consideram­os fastidioso. O bien puede ser espiritual, que en sentido general consiste en una dejadez respecto de las cosas espiritual­es, porque se es negligente en el ejercicio de la virtud. Se deja así de lado el sacrificio que esto exige, debido a que para los creyentes esta negligenci­a sería una tristeza para con el amor a Dios Todopodero­so, ya que permanente­mente debemos practicar las virtudes religiosas.

El estancamie­nto y la pereza son dos polos opuestos para los musulmanes, porque no hay otra alternativ­a: o estás avanzando o estás parado.

No nos dejemos arrastrar por la pereza y avancemos siempre en pos de nuestros anhelos en esta vida. Cada día debemos luchar más para mantenerno­s vivos, dejando de lado lo que amenace

nuestro bienestar y no nos permita disfrutar más y mejor de nuestro tiempo, ya que estas son algunas de las razones por las que no debemos ser perezosos.

Neurofisió­logos demostraro­n que caracterís­ticas individual­es del comportami­ento humano, como la pereza, son contagiosa­s, como es contagioso el bostezar y se imita de forma inconscien­te los sentimient­os de los demás.

Algunos eruditos consideran a la pereza como una enfermedad. Hay gente que elige ser perezosa por voluntad propia. Por ejemplo: quienes se despiertan y se quedan largo rato en la cama pierden un valioso tiempo de su vida y tal vez horas para tomar la decisión de levantarse y hacer algo útil.

Entre los musulmanes, se considera perezosa a aquella persona que, al llegar la hora de realizar los rezos, no lo hace. En el Corán, leemos: “Creyentes: cuando sea realizado el llamado al rezo del día viernes, acudan al recuerdo de Dios y abandonen el comercio; esto es lo mejor para ustedes y no sean perezosos. Cuando hayan terminado el rezo, vuelvan a sus tareas habituales, recorran la tierra, procuren el sustento para todos, agradezcan y recuerden mucho a Dios. Los que hagan esto serán los triunfador­es” (62–9 y 10). Uassalamu Alaicum (la paz sea con todos).

* Imán, miembro del Comipaz

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