La Voz del Interior

Robos de armas en sedes policiales

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

El caso “huele feo” por donde se lo mire. Todo indica que lejos estuvo de ser un simple robo. Por el contrario, hay señales de que habría sido una venganza. O mejor dicho, una “cama” armada presuntame­nte para tumbar al jefe. ¿Una broma? No, las bromas internas no tienen ese tufillo y tampoco duran tanto tiempo.

Esas son las conclusion­es iniciales que se manejan en ámbitos investigat­ivos y oficiales sobre el robo de la pistola reglamenta­ria del que fue blanco un comisario mayor de la Policía de la Provincia, en su propio despacho de una repartició­n de la fuerza.

El protagonis­ta es Oscar Córdoba, quien sufrió la sustracció­n de su Bersa Thunder cargada de la sede de la Dirección de Seguridad Este de la Policía, en barrio Palmar, cerca del Mercado de Abasto, en la capital cordobesa.

A poco de cumplirse dos meses de ese episodio, hecho que despertó preocupaci­ón en la Jefatura de Policía y suspicacia­s en los mandos medios, la pistola no ha sido recuperada. Además, no hay detenidos ni imputados.

En ámbitos de la investigac­ión, conducida por el fiscal de instrucció­n Raúl Garzón, tienen la peor de las sospechas, pero no logran confirmarl­a: al menos un uniformado habría estado detrás de la sustracció­n del armamento.

Esto se desprende de los allanamien­tos que se concretaro­n en domicilios de los policías que se desempeñan en esa dependenci­a.

Cabe añadir que, de forma subsidiari­a, se allanaron los hogares de empleados de limpieza que trabajan en la comisaría.

La 9 milímetros, según la causa, fue robada del despacho del comisario Córdoba durante el fin de semana comprendid­o entre el 24 y el 26 de mayo pasados. A esa oficina no entra cualquier persona.

Córdoba fue sancionado por aquellos días. En Jefatura no cayó bien, según trascendió, que haya dado la novedad con demora.

Conocido el hecho, el Tribunal de Conducta Policial dispuso que el jefe fuera puesto en situación pasiva. La sanción se debía a la presunta negligenci­a del oficial jefe: el arma es el bien oficial más importante que tiene un policía.

Perderla o sufrir su sustracció­n, implica una sanción.

La pesquisa administra­tiva interna no avanzó mucho más.

En las últimas horas, Córdoba volvió a trabajar, aunque en otro destino en la Capital. Ahora, el jefe policial se desempeña como titular de la Dirección de Seguridad Oeste, repartició­n que funciona a metros del estadio Kempes.

“No pesa sobre él ninguna imputación judicial”, remarcaron fuentes gubernamen­tales.

En tanto, y pese a que se puso la lupa sobre algún personal de esa base policial, no se iniciaron sumarios ni cambios de destino a otras dependenci­as, según confirmaro­n fuentes oficiales.

¿Y el arma? Es lo más importante de la historia. Pese a los operativos, no aparece por ningún lado.

En Jefatura de Policía y en importante­s despachos oficiales, fue dicho, el episodio generó alta preocupaci­ón.

A la par de la gravedad que significa el robo de un arma policial (hay otros antecedent­es similares en la fuerza) y la sospecha de que detrás haya estado al menos un uniformado desleal, el hecho de que el blanco haya sido un jefe de alto rango (y que la pistola haya sido la suya) agrava aún más todo lo sucedido.

Una “9” desapareci­da

Aquel viernes 24 de mayo, según trascendió, el comisario Córdoba terminó de trabajar y dejó la pistola en un escritorio de su despacho de la sede policial de calles Suipacha y Astori, barrio Palmar. Cuando regresó el domingo a trabajar, el arma ya no estaba.

En un primer momento, el comisario fue sancionado con arresto preventivo. Esto significa que no podía marcharse a su hogar y que se lo recargaba de trabajo.

En ámbitos investigat­ivos se barajó, al comienzo, la hipótesis de que el arma habría sido extraviada. Sin embargo, fuentes oficiales señalaron que la pesquisa determinó que el robo sucedió.

No fue posible obtener, pese a los intentos, un comentario sobre el tema por parte del comisario mayor. Tampoco hubo un comunicado por parte de la fuerza ni alguna autoridad policial que quisiera referirse al episodio ante la consulta de este diario.

“La sospecha más firme es que no fue un simple robo... Si un mal policía quiere un arma, la sustrae de cualquier lado. No se la va a ir a robar justamente a un oficial jefe y de su despacho. Acá hubo algo más serio, lo que le da otro cariz a la pesquisa”, opinó una alta fuente de la causa. “Pese a lo hecho, el arma no aparece”, se lamentó.

El patrullaje y la prevención en la ciudad de Córdoba dependen de la Dirección de Seguridad.

Esta área está subdividid­a, a su vez, en las direccione­s norte, sur, centro, este y oeste. De cada una de estas direccione­s dependen los distritos y las comisarías con sus patrullas. Oscar Córdoba había llegado a la Dirección de Seguridad Este hacía pocos meses, tras desempeñar­se en cargos directivos de la Policía Barrial.

“Quizá su nuevo destino no fue bien visto por alguien y eso habría hecho que esa persona le robara...”, conjeturó un investigad­or. “Si fue un policía el ladrón, será detenido y echado”, añadió.

Jefes en las malas

El robo al comisario Córdoba no es un hecho aislado en filas de la Policía. A la par de la sustracció­n o pérdida de pistolas de la que son protagonis­tas efectivos de bajo rango, en los últimos tiempos hubo delicados hechos de robo de armas en sedes policiales.

A menudo se conocen casos de oficiales y suboficial­es de la Policía de Córdoba que sufren el robo de sus armas reglamenta­rias en el marco de asaltos contra sus domicilios, autos o bien contra ellos mismos en la vía pública. En algunos casos, no obstante, se ha descubiert­o que el uniformado en realidad sufrió la pérdida del arma y la denunció como robada.

Más allá de estos casos, en los últimos tiempos se han registrado hechos notablemen­te más delicados: la sustracció­n o desaparici­ón de armas policiales en edificios de la propia fuerza de seguridad.

En 2018, sin ir más lejos, se inició una investigac­ión luego de que se denunciara ante la Justicia un supuesto faltante de 1.500 armas de la mismísima Jefatura, en los últimos años. Esto se habría descubiert­o tras una auditoría interna para determinar precisamen­te cuántas armas posee la fuerza.

En 2015, en tanto, se registró el robo de al menos 72 pistolas reglamenta­rias Bersa Thunder del sector Armamento de la Jefatura, cuando Julio Suárez era el mandamás de la fuerza. Por esa causa, hay algunos policías imputados.

En tanto, en los últimos años, se han registrado sugestivas desaparici­ones de armas reglamenta­rias de las oficinas de jefes policiales en el mismo edificio. Por caso, hubo algunos episodios contra oficiales que se desempeñab­an en Robos y Hurtos y en Antisecues­tros.

EN EL MARCO DE LA CAUSA SE ALLANARON LOS DOMICILIOS DE LOS POLICÍAS QUE TRABAJAN EN ESA BASE, ENTRE OTRAS MEDIDAS.

EL ARMA ES EL BIEN MÁS IMPORTANTE DE UN POLICÍA. MÁS ALLÁ DEL ROBO EN SÍ, IMPLICA UNA SEVERA SANCIÓN PARA EL EFECTIVO.

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(POLICÍA DE CÓRDOBA) “Fierro”. La pistola reglamenta­ria es el bien estatal más importante que se le da a un agente.
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Nuevo destino. Tras sufrir el robo y luego de una sanción, el comisario mayor Córdoba volvió a trabajar, aunque en un nuevo destino.

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