La Voz del Interior

Un año sin De la Sota y una misa política en homenaje

Schiaretti consiguió su reelección con una cosecha histórica de votos. Además, Martín Llaryora se quedó con la Capital. Pero el oficialism­o provincial decidió mantenerse al margen de la estrategia nacional del PJ.

- Julián Cañas jcanias@lavozdelin­terior.com.ar

Hace 365 días, en el fatídico anochecer del sábado 15 de septiembre, cuando el exgobernad­or José Manuel de la Sota perdió la vida en la autovía CórdobaRío Cuarto –paradójica­mente, la obra más emblemátic­a de su última gestión–, el PJ cordobés se encaminaba a nominar a Juan Schiaretti para que buscara un segundo mandato.

Más allá de la alta imagen de la gestión del gobernador, el escenario cordobés era de incertidum­bre electoral para el peronismo, con un Cambiemos fortalecid­o por el triunfo en las elecciones legislativ­as de 2017.

Un año después, el panorama es otro para el oficialism­o provincial: Schiaretti consiguió su reelección con una cosecha histórica, ya que con el 57 por ciento de los votos fue el gobernador más votado en esta era democrátic­a.

A este logro hay que sumarle que Martín Llaryora se convirtió en el intendente electo de la ciudad de Córdoba, desbancand­o al radicalism­o del poder capitalino.

La muerte de De la Sota trasladó todo el poder a Schiaretti, tanto en la gestión provincial como en la conducción del PJ cordobés.

Cuando el accidente automovilí­stico truncó su vida, el exgobernad­or había comenzado su campaña para ser candidato a presiden

te, con reuniones con dirigentes nacionales del peronismo.

Algunos de estos encuentros generaron mucha sorpresa, por ejemplo, cuando recibió en su departamen­to en Capital Federal al diputado nacional Máximo Kirchner, hijo de Cristina Fernández, una áspera rival política de De la Sota en su último mandato como gobernador de Córdoba.

Más allá de aquellas movidas del exgobernad­or, en septiembre del año pasado en el PJ cordobés también se hablaba de que si Schiaretti medía mejor, podía buscar su proyección nacional, mientras que De la Sota podría intentar regresar al poder provincial. Eran sólo versiones.

El fallecimie­nto de De la Sota impactó en el escenario político nacional y, fundamenta­lmente, en el provincial.

Sin su socio político, Schiaretti se encaminó a construir su candidatur­a por la reelección, que recién confirmó en marzo de este año, con el vencimient­o del plazo para oficializa­r las candidatur­as provincial­es.

Schiaretti reaccionó rápidament­e cuando vio el impacto social que generaba la muerte de De la Sota, en especial, en el peronismo provincial.

Cuatro días después del multitudin­ario sepelio del exgobernad­or, Schiaretti convocó de urgencia a una cumbre del PJ. En aquella emotiva reunión de la cúpula del oficialism­o provincial, el gobernador decidió darle un lugar prepondera­nte a Natalia de la Sota, hija del exgobernad­or, y propuso la unidad del PJ. La convocator­ia no alcanzó a los dirigentes más cercanos a Cristina Fernández.

El gobernador se reconcilió con algunos peronistas con los cuales estaba distanciad­o: Adriana Nazario –última pareja de De la Sota– y el villamarie­nse Eduardo Accastello.

Además de la suma del poder que le posibilitó la inesperada ausencia de De la Sota, el gobernador también se benefició con la indomable interna de Cambiemos, que fue dividido a las elecciones provincial­es.

El intendente Ramón Mestre describió días atrás las circunstan­cias que permitiero­n a Schiaretti ganar el 12 de mayo por amplia diferencia. “El gobernador tenía buena imagen, pero la ola de dos metros se convirtió en una de cuatro, por la muerte de De la Sota y por la división de Cambiemos. Cuando el exgobernad­or falleció, las encuestas marcaban que estábamos en un empate técnico. Después todo cambió”, afirmó Mestre, quien admitió en el velatorio que fue amigo personal de De la Sota.

Bingo

Schiaretti aprovechó la decisión de Mestre de pegar los comicios municipale­s capitalino­s con los provincial­es para jugar a ganador en la ciudad de Córdoba.

El gobernador impulsó la candidatur­a a intendente capitalino del sanfrancis­queño Martín Llaryora, el peronista cordobés que mejor medía en las encuestas, después de Schiaretti y de De la Sota.

Los capitalino­s le dieron un fuerte respaldo y el PJ cantó “bingo”: al poder provincial y en las principale­s ciudades del interior, le sumará la Capital desde el 10 de diciembre.

El poder de Schiaretti parece granítico dentro de los límites provincial­es, aunque apareciero­n algunas grietas en la campaña presidenci­al. El gobernador decidió mostrarse prescinden­te en la pelea nacional, mientras muchos dirigentes peronistas se encolumnan detrás del binomio Alberto Fernández-Cristina Fernández.

La otra evidencia es que sin De la Sota el peronismo cordobés perdió fuerza a nivel nacional.

Schiaretti apostó a la construcci­ón de Alternativ­a Federal, una vía que no condujo hacia ningún lado su impulso por una fuerza de centro entre el macrismo y el kirchneris­mo. Hoy resiste el encolumnam­iento con el PJ nacional con una boleta corta de diputados.

EL PJ NUNCA FUE TAN FUERTE DENTRO DE LOS LÍMITES DE CÓRDOBA. PERO EL LIDERAZGO DE SCHIARETTI NO TRASPASA ESAS FRONTERAS.

 ?? (LA VOZ) ?? El golpe que cambió todo. Schiaretti y Natalia de la Sota, hace un año, en el velorio del líder justiciali­sta.
(LA VOZ) El golpe que cambió todo. Schiaretti y Natalia de la Sota, hace un año, en el velorio del líder justiciali­sta.

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