La Voz del Interior

Surrbac o el arte de no querer ver la realidad

- Edgardo Litvinoff Prosecreta­rio de Redacción

Amedida que siguen estallando las revelacion­es judiciales que complican a la cúpula del sindicato de recolector­es de residuos de Córdoba (Surrbac), mayor es la sorpresa que producen –y produjeron– algunas reacciones ante tales hechos.

Hay todo un sector al que le cuesta creer que los líderes del gremio –Mauricio Saillén y Pascual Catrambone– estén detenidos por supuestas maniobras de lavado de dinero, entre otros delitos. Puede que muchos trabajador­es no hayan sospechado nunca lo que se escondía detrás de esa conducción. Hay que admitirlo: la tarea de estos empleados es una de las menos gratas y de las más riesgosas desde lo sanitario, por lo que está bien que tengan salarios altos,

paritarias actualizad­as y beneficios jugosos.

Pero eso no justifica todo el resto. La clásica defensa de los denunciado­s sobre “el ataque de los medios y de la Justicia contra los trabajador­es” no es más que un manotazo tan débil de argumentos como evidentes son las irregulari­dades cometidas.

El Primer plano de esta edición avanza en ese sentido. Se trata de una de las denuncias contra los gremialist­as, relacionad­a con las compras por parte del Esop –el Ente de Servicios y Obras Públicas de la Municipali­dad de Córdoba, la base más fuerte del Surrbac– a empresas de familiares o de gente vinculada al gremio. Algo similar a lo que investiga otra causa penal por contratos en Crese.

Volviendo al principio: puede que muchos trabajador­es, de buena fe, apoyen a este grupo de sindicalis­tas. Ahora bien: cada vez se hace más evidente lo que el municipio capitalino no vio o no quiso ver, pese al tiempo transcurri­do desde las primeras advertenci­as o denuncias.

Ya sea por negligenci­a, por miedo a enfrentars­e con un gremio poderoso o por cualquier otra razón, lo cierto es que esa ceguera magnificó las consecuenc­ias de esas maniobras.

Las explicacio­nes de las autoridade­s son las mismas que en marzo, pese a las promesas asumidas –y no cumplidas– cuando cambió la conducción del Esop.

Otra evidencia suficiente para justificar nuestra tapa de hoy.

LAS PROMESAS DE LAS AUTORIDADE­S SON LAS MISMAS QUE EN MARZO, CUANDO CAMBIÓ EL DIRECTOR DEL ESOP.

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