Temores de Saillén y de Catrambone en la cárcel
EL SISTEMA DE CONTROL ES EXPERIMENTAL. HAY QUE VER EL TEMA DE LA ENERGÍA, QUE SERÍA SOLAR, Y QUE HAYA WIFI.
Saillén y Catrambone cumplirán mañana 20 días en el llamado “pabellón VIP” de Bouwer, donde además de contar con heladera, TV por cable y horno microondas, comparten espacios con empresarios acusados de estafas con emprendimientos edilicios.
Desde allí, intentan calmar las aguas dentro de su propio gremio, que dirigen desde 2002 y en el que tienen mandato hasta 2022.
Conviven con varios temores. Primero, que la mutual y el gremio sean intervenidos por la suma de irregularidades que investiga la Justicia. Desde que la cartera nacional de Trabajo estaba en manos de Jorge Triaca, en Córdoba se vienen haciendo diversos pedidos en ese sentido.
En segundo lugar, la acumulación de las causas que los involucran, pedida por el juez federal Ricardo Bustos Fierro, posiblemente agravará la situación procesal de ambos.
Además, como la Justicia todavía tiene varias semanas para terminar de analizar el material secuestrado en la mutual durante los allanamientos de fines de agosto, es probable que la documentación y los discos duros de las computadoras arrojen nueva información que los comprometa a ellos o al resto de los 19 imputados.
Los hijos de Saillén –Juan y el legislador y candidato Franco– siguen con su gira para agrupar a los afiliados en defensa de su padre, mientras pende como una daga la decisión que tendrá que tomar el candidato presidencial Alberto Fernández sobre la continuidad o no de la postulación a diputado nacional de Franco.
La semana pasada, Franco y Juan estuvieron en Río Cuarto, en el galpón de la empresa Cotreco, allanada días atrás. Ingresaron acompañados con una banda de música. Pidieron disculpas a los trabajadores “por todo lo que tienen que soportar” y les aclararon que Mauricio, su padre, no les robó nada a los afiliados.
En aquella ciudad, el Surrbac tiene que hacer frente a la situación de su principal delegado, Jorge “Coco” Mercado, quien fue condenado a tres años y medio de prisión por haber protagonizado un accidente en el que murió una persona y otra quedó discapacitada.
Mercado, un mandamás gremial temido por políticos y por empresarios, conducía a las 6 de la mañana una camioneta Ford Ranger que pertenecía a Gamsur, la empresa que estaba a cargo del servicio de recolección de residuos. Volvía de un baile de cuartetos y, según testigos, su vehículo venía haciendo zigzag en la ruta cuando se produjo el choque.