Las escuelas, testigos de los conf lictos familiares
Nadie sabe a ciencia cierta cuántos núcleos familiares se rompen cada año, pero se estima que las cifras son altísimas. Las rupturas no siempre son traumáticas, pero los conflictos conyugales, con hijos de por medio, suelen ser frecuentes. En ocasiones, incluso, derivan en situaciones de tensión extrema en las que los niños aparecen como un “botín de guerra”.
“Cuando la pareja está en guerra utiliza todos los recursos: la escuela, los equipos técnicos de la escuela, tribunales, los equipos de tribunales, los psicólogos particulares y hasta los vecinos, que entran en alianza o en guerra con el otro. Es muy complicado y los chicos siempre están en el medio”, explica Silvia Morcillo, jueza de Familia, sobre las desavenencias de parejas.
A esto se suman los casos de violencia familiar, que abarrotan los juzgados año tras año, y que pueden derivar en medidas de restricción de contacto entre las parejas.
Cuando ocurre, la Justicia debe establecer lugares alternativos para entregar o recibir a los hijos los días que cumplen con el régimen de visita, sin que los adultos se encuentren. Suelen ser casas de familiares o amigos, pero también las escuelas.
En el caso de maltrato hacia los hijos, también existen prohibiciones de acercamiento.
“Desde el fuero de Niñez y de Violencia Familiar tenemos una mirada diferente sobre el conflicto familiar. Está sesgada hacia la protección de las víctimas de la violencia intraconyugal, que suelen ser mujeres y niños. Hilda Marchiori (especialista en criminología y victimología) dice que los niños, aunque no sean víctimas directas del maltrato, siempre son víctimas primarias de la violencia intraconyugal porque en sus psiquis, que no tiene demasiadas defensas, reciben de primera mano la violencia y aprenden que es el modo de relacionarse entre los adultos”, plantea María Raquel Martínez, asesora letrada de Niñez, Adolescencia, Violencia Familiar, de Género y Penal Juvenil del séptimo turno.
Más causas judiciales
Según datos oficiales de la Justicia de Córdoba, en 2018 ingresaron 54.327 causas de violencia familiar y de género en los tribunales provinciales. Son 40 mil más que 10 años atrás, momento en que también había menos recursos y juzgados para atender los casos.
El año pasado se dictaron 53.192 medidas vinculadas a la violencia (restricciones, tratamientos, rehabilitación o diagnósticos, entre otras). De ellas, 27.848 fueron de prohibición o restricción para limitar la presencia o la comunicación entre parejas (en muchos casos con niños) o entre progenitores y sus hijos.
Los problemas se dan en diversas clases sociales y económicas e impactan en todo tipo de escuelas.
Cuando existe una orden de restricción que impide que uno de los padres se acerque al domicilio del otro, los jueces sugieren retirar y restituir en la escuela a los niños, en su régimen de visita.
“La idea no es contaminar las áreas sanas de un niño, sino buscar un espacio donde los padres cumplan con sus funciones parentales, llevarlo y retirarlo al colegio y que se comporten como gente civilizada”, plantea Morcillo.
Si cada parte cumple con lo pactado, no hay posibilidad de encuentro entre los padres.
Martínez indica que las medidas de restricción suelen generar conflictos en los colegios. Sucede que algunas madres muestran a los maestros una orden judicial de restricción, pero la escuela no ha sido notificada y los directivos se ven en la disyuntiva de impedir o no el contacto con un progenitor