La Voz del Interior

El rabino Marcelo Polakoff reflexiona sobre la imagen de Alberto Nisman y de la Justicia.

- Marcelo Polakoff Fraternida­d religiosa

Aesta altura ya parece un juego macabro al mejor estilo de Elige tu propia aventura. Esa fantástica serie de libros de los años 1980 presentaba diversos finales de acuerdo a cómo el lector iba determinan­do el transcurri­r de cada historia.

Pues bien, a cinco años de la muerte del fiscal Alberto Nisman cada quien sigue a pie juntillas su idea previa –por supuesto (y como correspond­e a nuestra horrenda grieta) de manera absolutame­nte innegociab­le– y en función de ella acomoda a su gusto los argumentos que le cuadren a fin de lograr el desenlace deseado.

¿Quién quiere un Nisman corrupto, vago y traidor, con ideas delirantes y acusacione­s infundadas? Pues allí está disponible, siempre y cuando se recorten y se editen los datos e informes adecuados (veraces o no, da lo mismo), y se arribará así de inmediato a su lastimoso suicidio acaecido a horas de presentars­e con “ninguna prueba relevante”.

¿Quién desea un Nisman héroe y mártir, al que dejaron solo a la hora de presentar las conclusion­es de la investigac­ión más extraordin­aria de su vida y que ponía en peligro a muchísima gente muy poderosa? También está a mano esta “aventura”, y por supuesto, se hallan a disposició­n las evidencias necesarias para sostener su homicidio. Y más allá de quién apretó el gatillo, las historias se expanden de tal modo que hasta rozan lo ridículo.

Si hasta Mohsen Rabbani, el agregado cultural iraní a la hora del atentado a la Amia, imputado hace décadas por la Justicia argentina y con pedido de captura internacio­nal –quien se niega a declarar como sospechoso de planificar la masacre– muy livianamen­te deja entender que Nisman fue liquidado por el Mossad para que se siga sosteniend­o “la causa iraní”... Lamentable es poco.

Lo cierto es que las opiniones son sólo eso: opiniones. Los hechos judiciales, en cambio, son la verdad para la Justicia. Y en ese ámbito queda claro, hasta el momento, que el fiscal Nisman fue asesinado, que hay cinco imputados, y que la investigac­ión acerca del encubrimie­nto de los acusados a través de la firma de un memorándum entre Argentina e Irán sigue su curso.

“La verdad es el sello de Dios” afirma la tradición judía. Mientras tanto, aunque sea acerquémon­os a ella dejando que avance la Justicia para que todas estas causas no terminen en meras aventuras.

* Rabino, miembro del Comipaz

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