Son millones los que cumplen la cuarentena
La llegada del coronavirus a estas tierras, y su lenta pero constante diseminación, nos tienen a todos los argentinos con las emociones a flor de piel. Pero quizá la emoción más caliente es la de la indignación que nos produce la gente que no cumple con la cuarentena, ya sea con la impuesta por encontrarse en algún grupo con riesgo de participación en la transmisión del virus, o con la generalizada, la del “aislamiento social preventivo obligatorio” dictado el jueves pasado por el Presidente.
Pero este saludo de los buenos días les propone otro ejercicio: el de mirar por un momento la otra cara de la moneda, el vaso medio lleno (o vacío, da igual), situarse del otro lado del mostrador, o cualquier figura análoga.
Les propone dejar de pensar en los incumplidores para apreciar que en este país son millones las personas que con militancia casi religiosa se quedan en sus hogares y no asoman ni la nariz a la calle. No es el caso de los periodistas, ya que por nuestra función combinamos teletrabajo con labor presencial, para seguir informando a la sociedad.
Somos millones quienes nos lavamos las manos con abundante agua y jabón. Las personas que estornudamos en el pliegue del codo. Las que repasamos con desinfectante las barandas, pasamanos y picaportes. Las que respetamos la distancia social. Las que no acaparamos y compramos sólo lo que necesitamos.
Las que hacemos videollamadas con los abuelos y les transmitimos afecto, fuerza y esperanza. Y las que les hacemos las compras y les pagamos las facturas por home banking.
También somos millones las personas que seguimos produciendo alimentos, insumos básicos, productos vitales. Y las que cada mañana, tempranísimo, se encaminan al tambo para asegurar la provisión de leche.
Las que, con su acción deliberada, organizada y generalizada de quedarse en casa, lograron que el silencio se escuche con más fuerza que el bullicio de la ciudad al que estamos tan acostumbrados.
Y, si se hila más fino, el doble de esas millones de personas son las palmas que cada noche, a las 21, se chocan con fervor para agradecer a quienes se juegan mucho más que el común de los argentinos en el combate a este virus.
SON MILLONES LAS PERSONAS QUE, CON MILITANCIA CASI RELIGIOSA, SE QUEDAN EN CASA A CUMPLIR EL AISLAMIENTO.