La Voz del Interior

Paseo alterado, pero con regreso asegurado

- María Eugenia Mastri mmastri@lavozdelin­terior.com.ar

Los Petoletti llegaron a casa ayer a la tarde. Su regreso fue unas dos semanas antes de lo previsto, pero en un contexto tan hostil como el que el coronaviru­s presenta en el mundo, no hay lamento para esta familia de Oliva. Sanos y a salvo, celebran estar en su hogar, donde deberán pasar otras dos semanas juntos para cumplir con la cuarentena obligatori­a por haber estado en Europa.

Damián Petoletti (33 años) viajó al Viejo Continente junto a su señora Daniela (35) y sus hijas Paloma (7) y Catalina (2), sus padres Fabián (53) y Mónica (53) y su hermano Franco (30). Embarcaron el 3 de marzo en Buenos Aires en el crucero Costa Pacífica que fue noticia por tener miles de argentinos sin poder “hacer pie” en Europa, cuando los países anfitrione­s cerraban puertos y fronteras por causa del Covid-19.

“Que quede claro que no fue una odisea ni una situación traumática ni la pasamos mal. En el barco disfrutamo­s de todas las comodidade­s y la empresa hizo todo lo que pudo para traernos de regreso hasta Buenos Aires”, remarcó Damián, que tenía previsto visitar Milán, Mónaco, París, Londres y regresar a Argentina vía Madrid después de culminar la travesía marítima en el puerto italiano de Génova.

Pero nada de eso pudo hacer. Tampoco conocer las ciudades en las que el barco tenía previsto anclar en Europa. “Hicimos las escalas en Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Maceió, en Brasil”, enumeró. Pero al llegar a Europa se cerraron los puertos. Así, en España, se cancelaron las paradas en Tenerife, Málaga y Barcelona.

“Uno está de vacaciones, la pasa bien con las cenas de gala, va a el teatro en el barco y está desconecta­do... pero ya en ese punto nos dimos cuenta de que la cosa estaba mal”, recordó.

Pasaron nueve días continuos de navegación hasta llegar a Marsella, pero en Francia tampoco pudieron descender. “Anclamos para bajar a pasajeros franceses, pero no nos permitiero­n ni reabastece­rnos de combustibl­e”. Siguieron viaje entonces rumbo a Génova, “donde Costa tiene un puerto propio”. “Nos organizaro­n el regreso a todos, nos asignaron los vuelos, nos tomaron la temperatur­a y fuimos todos juntos en un colectivo hasta el aeropuerto. Desde Italia a Buenos Aires, todo el tiempo estuvimos cuidados”, dijo.

Damián reconoció que pasaron momentos de zozobra sobre el barco porque un grupo de pasajeros entró en alarma. “Temían que hubiera algún contagiado de coronaviru­s o que nos estuvieran ocultando algo”, precisó, pero en todo momento sintió “tranquilid­ad” porque no tuvieron contacto con gente ajena a la embarcació­n.

“Cuando salimos de Argentina recién se estaba hablando del coronaviru­s en Europa. Nos preocupaba más el dengue y el sarampión. Pero en los días que cruzamos el océano todo se disparó”, repasó y contó un escenario poco deseado al regresar al país: “No tuvimos ni un solo control en Ezeiza. Nos largaron como si nada”.

EN EL BARCO DISFRUTAMO­S DE TODAS LAS COMODIDADE­S Y LA EMPRESA HIZO TODO LO QUE PUDO PARA TRAERNOS DE REGRESO.

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(GENTILEZA FAMILIA PETOLETTI) En familia. Damián y sus padres, Fabián y Mónica, en el crucero Costa.

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