La Voz del Interior

Algunas certezas para hacernos fuertes

- Lucas Viano Ciencia aplicada lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Hoy la incertidum­bre afecta a más personas que el Covid-19. Ante la presencia de un evento catastrófi­co como esta pandemia, los expertos en gestión de riesgo analizan vulnerabil­idades y amenazas.

Pensemos en el riesgo de la inundación de una ciudad. La amenaza es el evento hidrológic­o que científico­s y técnicos pueden medir, estimar y realizar prediccion­es de cuándo y cómo puede ocurrir con base en datos históricos.

A diferencia de la amenaza, las vulnerabil­idades son variables que podemos modificar. En una inundación, hay vulnerabil­idades físicas, como cuántas viviendas están sobre la ribera del río, la infraestru­ctura (lagunas de retardo, canalizaci­ones, etcétera) y un sistema de alerta temprana.

Pero también sociales, como el nivel de concientiz­ación que tienen los habitantes de la ciudad sobre el peligro y su capacidad para reaccionar de manera ordenada ante ese evento. Hay incertidum­bres, pero son más las certezas.

En cambio, en el caso de la pandemia, el nivel de incertidum­bre es más alto, tanto sobre la amenaza como sobre algunas vulnerabil­idades. Y es quizá ese escenario incierto el que genera más miedo que el propio virus.

Hay pocos conocimien­tos sobre el Covid-19, nuestra amenaza. La ciencia está haciendo un laborioso intento por caracteriz­arlo, pero todavía faltan datos definitivo­s sobre qué tan contagioso es el coronaviru­s, su letalidad, el período de incubación y el de transmisió­n, su superviven­cia en el ambiente y hasta su capacidad para mutar con el tiempo.

Las vulnerabil­idades son: la caracterís­tica de nuestra pirámide poblaciona­l, la solidez de nuestro sistema de salud y el nivel de acatamient­o del aislamient­o total y obligatori­o, entre otras. Sobre esta última, tenemos pocos datos sobre su nivel de adherencia y efectivida­d, ya que se trata de una acción inédita.

Entonces, estamos atravesand­o un escenario de mucha incertidum­bre. De querer saber si alguna vez nos contagiare­mos (o si ya lo estamos), qué tan grave será, si afectará o no a algún ser querido o si alguna vez habrá una vacuna contra este patógeno.

Los políticos también toman decisiones en medio de esa incertidum­bre. Tratan de actuar sobre las vulnerabil­idades; por ejemplo, al reforzar el sistema de salud con más camas hospitalar­ias, o bien, en decisiones de aislamient­o masivo como el que está vigente en Argentina.

Eso suma otra capa de incertidum­bre a los ciudadanos, que se preguntan: ¿Hasta cuándo durará la cuarentena? ¿Cuándo podré volver a abrir mi negocio o volver a trabajar? ¿Qué pasará con la macroecono­mía y el sector productivo?

Por suerte, también tenemos algunas certezas. De a poco, los científico­s están desentraña­ndo el misterio del Covid-19. Sabemos que golpea más fuerte entre los adultos mayores y en aquellas personas que tienen afecciones crónicas, como diabetes, problemas cardiacos y otros.

Y sabemos que lavarse las manos con agua y jabón elimina el patógeno, como así también el alcohol y una dilución de lavandina para higienizar superficie­s.

Y por lo ocurrido en China, sabemos que un aislamient­o estricto logra aplanar la curva de infectados y evita un pico de casos que colapsaría el sistema sanitario y provocaría más muertes.

Si bien la incertidum­bre nos genera temor, quizá es tiempo de pensar en las certezas. Que, aunque sean pocas, nos darán fortaleza.

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