Algunas certezas para hacernos fuertes
Hoy la incertidumbre afecta a más personas que el Covid-19. Ante la presencia de un evento catastrófico como esta pandemia, los expertos en gestión de riesgo analizan vulnerabilidades y amenazas.
Pensemos en el riesgo de la inundación de una ciudad. La amenaza es el evento hidrológico que científicos y técnicos pueden medir, estimar y realizar predicciones de cuándo y cómo puede ocurrir con base en datos históricos.
A diferencia de la amenaza, las vulnerabilidades son variables que podemos modificar. En una inundación, hay vulnerabilidades físicas, como cuántas viviendas están sobre la ribera del río, la infraestructura (lagunas de retardo, canalizaciones, etcétera) y un sistema de alerta temprana.
Pero también sociales, como el nivel de concientización que tienen los habitantes de la ciudad sobre el peligro y su capacidad para reaccionar de manera ordenada ante ese evento. Hay incertidumbres, pero son más las certezas.
En cambio, en el caso de la pandemia, el nivel de incertidumbre es más alto, tanto sobre la amenaza como sobre algunas vulnerabilidades. Y es quizá ese escenario incierto el que genera más miedo que el propio virus.
Hay pocos conocimientos sobre el Covid-19, nuestra amenaza. La ciencia está haciendo un laborioso intento por caracterizarlo, pero todavía faltan datos definitivos sobre qué tan contagioso es el coronavirus, su letalidad, el período de incubación y el de transmisión, su supervivencia en el ambiente y hasta su capacidad para mutar con el tiempo.
Las vulnerabilidades son: la característica de nuestra pirámide poblacional, la solidez de nuestro sistema de salud y el nivel de acatamiento del aislamiento total y obligatorio, entre otras. Sobre esta última, tenemos pocos datos sobre su nivel de adherencia y efectividad, ya que se trata de una acción inédita.
Entonces, estamos atravesando un escenario de mucha incertidumbre. De querer saber si alguna vez nos contagiaremos (o si ya lo estamos), qué tan grave será, si afectará o no a algún ser querido o si alguna vez habrá una vacuna contra este patógeno.
Los políticos también toman decisiones en medio de esa incertidumbre. Tratan de actuar sobre las vulnerabilidades; por ejemplo, al reforzar el sistema de salud con más camas hospitalarias, o bien, en decisiones de aislamiento masivo como el que está vigente en Argentina.
Eso suma otra capa de incertidumbre a los ciudadanos, que se preguntan: ¿Hasta cuándo durará la cuarentena? ¿Cuándo podré volver a abrir mi negocio o volver a trabajar? ¿Qué pasará con la macroeconomía y el sector productivo?
Por suerte, también tenemos algunas certezas. De a poco, los científicos están desentrañando el misterio del Covid-19. Sabemos que golpea más fuerte entre los adultos mayores y en aquellas personas que tienen afecciones crónicas, como diabetes, problemas cardiacos y otros.
Y sabemos que lavarse las manos con agua y jabón elimina el patógeno, como así también el alcohol y una dilución de lavandina para higienizar superficies.
Y por lo ocurrido en China, sabemos que un aislamiento estricto logra aplanar la curva de infectados y evita un pico de casos que colapsaría el sistema sanitario y provocaría más muertes.
Si bien la incertidumbre nos genera temor, quizá es tiempo de pensar en las certezas. Que, aunque sean pocas, nos darán fortaleza.