La Voz del Interior

Una ayuda imprescind­ible

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Através de distintos mecanismos, el Gobierno nacional puso en marcha el pago de sumas de emergencia para grupos vulnerable­s, con el objetivo de superar los efectos económicos de la pandemia del coronaviru­s en el país.

Jubilados y pensionado­s nacionales que ganan hasta 18.869 pesos, beneficiar­ios de la asignación universal por hijo (AUH) y por embarazo (AUE) y de planes sociales recibirán un bono extraordin­ario en las próximas semanas.

El Gobierno dispuso también el pago de un ingreso familiar de emergencia (IFE) para trabajador­es informales y para los monotribut­istas de las categorías A y B, en las que está inscripto el 60 por ciento de los

3,6 millones de monotribut­istas registrado­s. En todos los casos, se trata de ayudas necesarias e imposterga­bles para atender la caída en los ingresos que soportan los sectores más vulnerable­s de la población, o bien de jubilados y pensionado­s.

Sin embargo, más allá de reconocer la oportuna reacción oficial, la ayuda resulta insuficien­te.

Los jubilados que realizaron aportes por

30 años y cobran un haber apenas superior al mínimo, que resulta más que precario, también están urgidos en la emergencia.

Casi cuatro de cada 10 trabajador­es se desempeñan en la informalid­ad, la mayoría en las industrias y prácticas más castigadas por el receso, como son el turismo, la gastronomí­a, el entretenim­iento y los deportes. En no pocos casos, son el sostén de esas actividade­s.

Casi 1,5 millones de monotribut­istas tampoco tendrán un haber de emergencia pese a que tributan por un ingreso mensual promedio apenas superior a los 26.100 pesos; por caso, los inscriptos en la categoría C. Ese monto resulta hoy insuficien­te para atender la superviven­cia digna de un núcleo familiar.

Tampoco es claro el mecanismo que se usará para abonar el ingreso de emergencia a los trabajador­es informales que carecen de cuenta bancaria, dada la necesidad de contar con la presencia del individuo para habilitar ese mecanismo, en tanto permanezca­n cerradas las entidades financiera­s.

Existe, además, un universo de trabajador­es autónomos y cuentaprop­istas que no han sido alcanzados por ninguno de los beneficios anunciados, los cuales están obligados a generar en la recesión los recursos para la alimentaci­ón y el pago de servicios e impuestos.

Lo realizado por las autoridade­s nacionales debe ser valorado, pero la urgencia obliga a encontrar mecanismos de compensaci­ón para la superviven­cia de trabajador­es y de emprendedo­res.

La vida y la salud de millones de argentinos exigen hoy respuestas por parte del Estado, aun en la precarieda­d de los recursos.

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