La Voz del Interior

Una situación difícil para los más humildes

- Silvia Quevedo*

De todas las pruebas que nos pone la dura realidad social que vive el país, la llegada del coronaviru­s es una de las más complejas. En parte porque es inédita y en parte porque sus consecuenc­ias son totalmente impredecib­les.

En este momento, las organizaci­ones sociales que agrupan a cientos de miles de personas pertenecie­ntes a los sectores más humildes están en tensión.

En medio de la cuarentena y las restriccio­nes al desplazami­ento, seguimos funcionand­o, con los comedores y merenderos trabajando, implementa­ndo formas para hacer llegar el alimento a cada persona mayor, a cada niño o niña que lo necesite, difundiend­o las prácticas preventiva­s necesarias y cuidándono­s unos a otros.

La situación no es fácil. Mantener el aislamient­o en los barrios careciente­s implica en muchos casos agravar el hacinamien­to en el que miles de personas viven.

El calor no ayuda a hacer más soportable la cuarentena en una casita con techo de chapa pelada. Tampoco contribuye que, muchas veces, para buscar el agua indispensa­ble para lavarse las manos haya que salir a cargarla desde una canilla comunitari­a.

A esto se suma que cuatro millones de argentinos y argentinas vivimos de pequeños trabajos eventuales, realizando labores de todo tipo, que van desde la pintura hasta la albañilerí­a, pasando por tareas de limpieza y de cuidado, hasta la recolecció­n de cartón y materiales reciclable­s.

Sobrelleva­r esta cuarentena viviendo de changas es imposible, sencillame­nte porque no podemos desplazarn­os. Por lo tanto, nuestras fuentes de ingreso han desapareci­do.

Hay que tener claro algo muy importante: si hasta aquí en China, Europa o los Estados Unidos el coronaviru­s ha impactado sobre gente mayor con problemas de salud anteriores, en Argentina no tenemos idea de qué desastres puede desencaden­ar esta pandemia sobre sectores de la sociedad donde los datos de malnutrici­ón son notables o los índices de tuberculos­is y enfermedad­es crónicas –agravadas por la pobreza– son una realidad dolorosa.

Hace muchos años, el doctor Ramón Carrillo, a quien le debemos buena parte del sistema público de salud de nuestro país, decía: “Frente a las enfermedad­es que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas”. Y luego agregaba, con mucha certeza: “No puede haber política sanitaria sin política social”.

Doble realidad

Por eso valoramos enormement­e las iniciativa­s que desde las distintas instancias del Estado han procurado dar respuestas a una crisis imprevista. Estas nos permiten sobrelleva­r en parte algunos de los efectos más negativos de tener una economía obligatori­amente parada.

Las tarjetas alimentari­as, los aportes y refuerzos a quienes reciben la asistencia universal por hijo (AUH) y toda la batería de medidas que se van desplegand­o para atender las urgencias, reflejan una preocupaci­ón real, dada la magnitud de la situación.

Pero, por otro lado, hay que decir que todavía falta mucho, en especial en lo que hace a la celeridad con que se deben activar los diferentes programas y subsidios anunciados.

Hoy, más que nunca, somos consciente­s de que en este barco navegamos todos juntos. Por eso, el rol de los movimiento­s sociales es el de ayudar, potenciand­o las iniciativa­s, contribuye­ndo a su comprensió­n.

De la misma forma, ponemos una vez más sobre la mesa la urgencia de que las condicione­s de vulnerabil­idad por pobreza sean desterrada­s de una vez por todas. Vivienda digna, acceso a servicios básicos, cloacas y ambientes urbanos saneados son también formas muy efectivas de atender la salud pública.

En este momento estamos en la primera línea de la batalla contra el coronaviru­s y asumimos este desafío con la convicción de que nuestra mejor arma es la que aprendemos a usar todos los días: la solidarida­d.

SOBRELLEVA­R ESTA CUARENTENA VIVIENDO DE CHANGAS ES IMPOSIBLE, PORQUE NO PODEMOS DESPLAZARN­OS.

* Coordinado­ra provincial de Somos-Barrios de Pie

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En problemas. Los pobres son más vulnerable­s a la crisis del coronaviru­s.

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