Uno de cada tres barrios requieren atención prioritaria
Uno de cada tres barrios de la ciudad de Córdoba padece de graves problemas socioambientales. La cifra le sirve el municipio para orientar sus políticas preventivas y detectar cuáles son los lugares de la ciudad que necesitan más ayuda para combatir el coronavirus.
La Municipalidad de Córdoba estableció un mapa de calor e identificó que en 154 barriadas cordobesas se combinan altos índices de vulnerabilidad: niños de hasta 3 años con necesidades básicas insatisfechas, jóvenes de 16 a 24 años desocupados, y personas de 18 a 24 sin secundario completo o que no trabajan ni estudian.
La herramienta desarrollada por la Secretaría de Políticas Sociales de la Municipalidad se denomina “Índice de Prioridad Social” (IPS) y le permite al municipio determinar los barrios con más necesidades económicas, sociales, sanitarias y laborales, y a partir de ellas trazar su estrategia de intervención.
El estudio se realizó sobre la base de datos del último censo 2010 y se los cruzó con informes catastrales de la Municipalidad. Se tomaron también las estadísticas oficiales sobre las condiciones de hacinamiento en la ciudad. Según un informe de este medio, sobre la base de datos oficiales de 2014, son alrededor de 300 mil los cordobeses que están en esta condición y no puede cumplir adecuadamente con la cuarentena.
Además, al estudio se le agregó la información del Registro Nacional de Barrio Populares (Renabap), que relevó los asentamientos vulnerables de todo el país.
Vale decir que los datos son de hace una década y no tienen en cuenta los cambios económicos que se produjeron en los últimos 10 años, sobre todo a partir de la crisis que se acentuó en los últimos tres. Para intentar contrarrestar este déficit, se le incorporó la proyección del aumento de población para este año del Indec.
Con esta información se elaboró el IPS y se dividió a los 474 barrios de la ciudad de acuerdo con sus necesidades y prioridades de asistencia. En verde los que requieren baja atención; en amarillo, mediana, y en rojo, alta. A partir de ese criterio, se determinará qué tipo de apoyo social requiere ese barrio.
De acuerdo con el IPC, además de los 154 barrios identificadas en el color rojo –que representa al 34 por ciento del total–, hay otros
253 –53 por ciento– que tienen sus necesidades medianamente cubiertas y 72 que corresponden al
15 por ciento de la población sin grandes problemas socioambientales.
Ese estudio el municipio lo complementó con la información de todos los actores sociales que intervienen en esos barrios: iglesias, clubes, centros vecinales, comedores, asociaciones civiles, salas cuna, entre otros.
“Por primera vez, hemos logrado tener un registro georreferenciado para saber dónde están los efectores de la estructura social. Los puntos de asistencia de la Municipalidad, la Provincia y otras referencias sociales”, dijo la subsecretaria de Políticas Sociales, Liliana Montero.
A partir de este mapeo, que le permite contar con “aliados para bajar al territorio”, el municipio trazó su plan sanitario para la prevención del Covid-19.
Con ello implementará acciones para informar a los vecinos sobre cómo se deben cuidar del coronavirus y cuáles son las medidas de limpieza que deben implementar.
Ayer se realizó un operativo en barrio Los Josefinos y Bajada San José.
“Variables tales como indicadores socioeconómicos bajos, escasa infraestructura social y asentamientos informales con alto índice de hacinamiento son analizados para definir dónde el estado municipal debe actuar de manera prioritaria”, explicaron desde el municipio.
Operativo
El Centro de Operaciones de Emergencia (COE) se encargó de la asistencia en 16 barrios de la Capital, donde realizó operativos de ampliación diagnóstica tras el brote en la zona del Mercado Norte. Esas barriadas están dentro del cordón sanitario a cargo de las autoridades sanitarias provinciales.
Sobre el resto de los barrios –donde no se realizan testeos masivos porque no se detectó presencia del virus–, las acciones preventivas recaen sobre la Municipalidad. Esta primera acción que comenzó ayer buscará a llegar a 10 mil vecinos.
El coronavirus parece democrático: el Sars-CoV-2, como entidad biológica, no distingue a quién contagia y a quién no. No tiene predilección: sólo necesita células vivas para infectar y multiplicarse.
Por cómo llega a cada país, de la mano de los viajeros y las personas en contacto con quienes estuvieron en el exterior, la enfermedad deja una primera impresión tergiversada: que es algo que le pasa a quienes tomaron aviones en el último tiempo, un riesgo que sólo tienen los sectores más acomodados de una sociedad.
Cuando comienza a extenderse el contagio por la vía de los contactos estrechos, se amplía un poco esta visión: es cuando se dice que le puede pasar a cualquiera, que todos estamos expuestos al Covid-19, que somos iguales frente a la amenaza del virus.
Y esto, si bien ante una pandemia no hay sujetos exentos, también crea una falsa ilusión de democracia en la enfermedad.
Los grupos sociales vulnerables que arrastran sus debilidades desde antes del coronavirus están mucho más expuestos al contagio y, fundamentalmente, a ser parte de ese 15 por ciento que sufre complicaciones con la enfermedad.
En barrio Cofico, de la ciudad de Córdoba, por caso, hay un promedio de dos personas por vivienda. Tienen más de 70 metros cuadrados para cada una. En Villa Martínez, conviven seis por casa y el espacio que le queda a cada uno es inferior a siete metros cuadrados, por lo cual la calle es el living, el patio y el cuarto de juegos de los niños. ¿Quién tiene mejores probabilidades de quedarse en casa y garantizar el distanciamiento social en cada uno de estos sectores?
El virus, además, muestra su comportamiento más predador con quienes padecen comorbilidades: otras enfermedades cuyo efecto se potencia con la infección.
En estudios internacionales se han detallado como grupos de riesgo, además de los adultos mayores, a los diabéticos y a los obesos. Como la enfermedad se hizo global cuando golpeó a las sociedades europeas, no hay tanto dicho ni escrito sobre cómo pega en cuerpos malnutridos, que viven en ambientes sin condiciones materiales para guarecerse del frío y de la humedad.
Cuerpos, personas, que saturan año a año los hospitales con enfermedades respiratorias graves y, también, mortales: más de dos mil decesos por año por neumonías, bronquiolitis o influenzas, las gripes comunes, las de todos los años.
Eso es lo que ocurre aquí a la vuelta.