La Voz del Interior

El trabajador 4.0

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El trabajo comenzó a mutar de nuevo. Cada transforma­ción a lo largo de la historia fue moldeando a la sociedad a los nuevos estándares que imponía la evolución de la época.

La primera gran transforma­ción –la máquina a vapor y la mecanizaci­ón– arrolló a la fuerza laboral, más que moldearla. Como no existían asociacion­es de trabajador­es, cayeron al abismo del desempleo más de la mitad de los obreros.

La segunda transforma­ción estuvo ligada al desarrollo de la electricid­ad, tanto doméstica como industrial, y también partía de una idea disociada entre elite gobernante y el resto de la sociedad.

El siglo 20 nos puso frente a la automatiza­ción de los procesos de producción, y aquí las representa­ciones gremiales y los partidos políticos fueron los encargados de comenzar a debatir que los inventos tenían un componente social ineludible, el cual chocaba con el pensamient­o capitalist­a del “laissez faire, laissez passer”, que suponía que el Estado no debía intervenir.

Llegamos a la actual cuarta etapa en las transforma­ciones. Ella se sustenta en la llamada

“fábrica inteligent­e”, que son las interconex­iones directas entre la producción, la demanda del mercado, la evolución de la oferta y las otras fábricas inteligent­es, todas vinculadas e interactua­ndo con este nuevo componente que es el corazón de la industria 4.0: la inteligenc­ia artificial.

La gran pregunta es cómo seguimos relacionan­do esta tecnología con la fuerza laboral. La dirigencia tendrá que estar a la altura de las circunstan­cias, para evitar un desplazami­ento burdo del hombre por la tecnología, una vez más.

La respuesta viene siendo la reconversi­ón laboral desde lo gremial: capacitar a los trabajador­es para otras áreas de la empresa y reorganiza­r el cronograma laboral con un impacto de menos horas-hombre, sin disminuir los salarios.

La continuida­d de los trabajador­es en el mundo laboral, la incorporac­ión no traumática de la inteligenc­ia artificial, y la repotencia­da rentabilid­ad distribuid­a entre la contención laboral y la mayor ganancia para el empleador nos llevan a un escenario o a un esquema de equilibro social. Y esto no es una entelequia laborista: es una realidad construida desde lo sindical-empresaria­l en Córdoba.

La nueva tecnología de la inteligenc­ia artificial está cambiando la manera de producir bienes y servicios gracias a una materia prima intangible, pero presente en todo proceso productivo: la interacció­n constante de datos y la circulació­n de informació­n que modifica la toma de decisiones. Este es el nuevo esquema; el que nos llevó también a repensarno­s como trabajador­es para ser partes en esta sinergia de la cuarta etapa.

La transforma­ción esta vez se dio también desde lo social. Fue entender que la capacitaci­ón constante del trabajador es el valor agregado que tiene y aporta a este nueva Era de la Inteligenc­ia artificial. La industria 4.0 es producto de los avances tecnológic­os. El trabajador 4.0 es hijo de la economía del conocimien­to, el que entendió junto a sus organizaci­ones sindicales y partidos de representa­ción que debía luchar y sumarse a la revolución, pero a la revolución digital, para darse un nuevo espacio y reescribir el Contrato Social.

* Presidente del Partido Laborista Argentina

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