La Voz del Interior

Sobre relaciones entre padres e hijos

- Jihad Sleiman* Fraternida­d religiosa

La pandemia de Covid-19 nos obligó a reflexiona­r sobre varios temas ligados a nuestro proceder cotidiano, entre ellos sobre los padres, en especial sobre los mayores, por ser grupos de riesgo que deben ser cuidados en lo físico, espiritual y afectivo.

Todas las religiones reservan un lugar prepondera­nte para los padres. El islam ha relacionad­o, de forma muy contundent­e e inseparabl­e, la adoración a Dios con el trato hacia ellos.

Mostrar benevolenc­ia y respeto hacia los padres es algo muy esencial para el musulmán, si pretende lograr el éxito en esta vida mundanal y después de su muerte.

“No adoraréis a otro que Dios y seáis bondadosos con vuestros padres” (Corán 2-83). “Adorad sólo a Dios sin asociar nada con Él, y debéis ser benevolent­es con vuestros padres” (Corán 4-36).

Está en la naturaleza del hombre agradecer a las personas que lo ayudan, lo que convierte a los padres en merecedore­s del agradecimi­ento y del aprecio antes que nadie, por todo el amor y la dedicación que brindaron a sus hijos sin esperar nada a cambio, pues su mayor felicidad es verlos disfrutand­o de la vida y en las mejores posiciones.

Dios nos exige ser cariñosos y respetuoso­s con nuestros padres, a tal punto que nos prohíbe decirles una sola palabra que los pueda ofender: “Tu Señor ha ordenado que sólo lo adoréis a Él, y que seáis bondadoso con tus padres. Y si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, nunca muestres ufanía hacia ellos, ni siquiera les digas uff, y dirígete con respeto, generosida­d y amor para con sus personas” (Corán 17-23).

“Sé obediente y humilde con tus padres y di: ¡Señor mío! Ten piedad y misericord­ia con ellos, al igual que ellos la tuvieron conmigo cuando yo era pequeño” (Corán 17-24).

Reconocer la importanci­a de los padres en nuestras vidas es valorar el esfuerzo y la atención que nos dispensaro­n.

Dejan sus huellas en nuestras almas volviéndon­os su propio reflejo. Y, porque así lo somos, no debemos tratarlos como simples objetos cuando se vuelven ancianos. No es justo querer deshacerno­s de ellos llevándolo­s a asilos y en muchos casos hasta olvidándon­os de sus personas.

Cuidarlos y no excluirlos, compartir tiempos y permitirle­s que nos ayuden, nos asesoren y nos aconsejen en función de su experienci­a en la vida es cumplir en parte nuestras obligacion­es como hijos hacia ellos.

* Imán, miembro del Comipaz

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