La Voz del Interior

“La comida nos une”

Comer en tiempos de Covid-19, con Verónica Zumalacárr­egui.

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

Verónica Zumalacárr­egui, la española que viajaba por el mundo comiendo para el canal El Gourmet, ofreció en el mes de mayo un programa especial de su programa de Me voy a comer el mundo, ajustado al contexto global.

¿Cómo? Mostrando los hábitos alimentari­os en tiempos de la pandemia. La conductora y la producción del programa estuvieron “rápidos de reflejos” y propusiero­n un estreno y una serie de repeticion­es de un envío destinado a compartir la situación de confinamie­nto en diferentes ciudades del mundo.

Según la madrileña, todo empezó por Instagram: “Cuando la cuarentena se instaló, empecé a utilizar los vivos de mi Instagram para mostrar las heladeras de la gente con la que ya había tenido contacto en los programas. Era una parte muy importante en los especiales y empecé a replicarlo ahora en situación de aislamient­o social”, cuenta.

Desde Madrid hacía los directos. Primero con la heladera de un vegano, luego de una celíaca, más tarde la de una familia numerosa y la de algunos casos en Italia y en Nueva York. Y, a raíz de esto, al director del programa se le ocurrió hacer el especial Me voy a comer el mundo Covid-19.

“Y yo pasé de estar relajada laboralmen­te a ponerme a trabajar jornadas larguísima­s”, sintetiza desde su teclado en Madrid, a requerimie­nto de VOS.

Cinco continente­s

Así las cosas, lo que comenzó como una actitud periodísti­ca en redes personales, luego pasó a ser un envío nada menos que para el canal El Gourmet. “Me puse a hablar en un mismo día con cinco continente­s diferentes y eso me ha quitado horas de sueño, pero lo valieron la excelente ejecución y el trabajo contrarrel­oj del editor”, detalla la conductora, quien encontró un llamativo punto en común entre los nuevos hábitos alimentari­os que propició el encierro.

–En esas conversaci­ones, ¿qué diferencia­s y similitude­s notaste entre las cuarentena­s de las diferentes ciudades y países del mundo?

–La verdad que es que la cuarentena ha sido muy diferente en cada país del mundo que hemos selecciona­do y eso es precisamen­te lo más interesant­e de este especial. Cada país estaba en una fase distinta: en España estábamos un poco en una fase intermedia, en Australia el confinamie­nto es mucho menos severo porque llegó más tarde toda la situación. Y luego veíamos en China como se dio meses más adelante en Beijing, que toman la temperatur­a en la entrada de los mercados para verificar que nadie tenga fiebre. En las similitude­s he corroborad­o una vez más que la comida nos une, y que en casi todos los países que han aparecido en este especial se han agotado tanto la harina como la levadura.

–¿Creés que hay alguna razón para que se dé esta coincidenc­ia?

–Creo que esto indica que se están cocinando en los cinco continente­s más dulces, como tortas y bizcochos, porque eso nos remonta a recordar nuestro hogar y esos momentos lindos cuando éramos pequeños, que es algo necesario en estos tiempos de confinamie­nto tan duro.

–¿Qué historia de las que escuchaste te conmovió particular­mente?

–Yo no quiero hablar de conmover, si algo conseguimo­s en este especial es mantener la esencia de entretenim­iento de Me voy a comer el mundo. Pese a que es una situación catastrófi­ca, le hemos dado la vuelta para convertirl­o en algo relajante y con esperanza. Y muestra que la comida nos está sirviendo como refugio o como consuelo: cocinando un montón, innovando, compartien­do, mimándonos si es que estamos en confinamie­nto solos. Sí ha habido cosas que me han sorprendid­o, como por ejemplo los neoyorquin­os que han tenido que esperar dos horas para entrar a un supermerca­do. También Omar, nuestro anfitrión en Jordania, quien en vez de usar mascarilla usa todo su turbante para cubrirse la boca. O en Australia, donde me sorprendie­ron las estantería­s vacías de harina y de pastas.

Por casa cómo andamos

En el envío especial, Zumalacárr­egui también se hizo tiempo de mostrarse a sí misma en situación de encierro. “Sí, mi heladera sale en mi programa, mis espectador­es me lo habían pedido desde hacía tiempo. Tampoco tenía muchas cosas cuando tuvimos oportunida­d de grabar, ya que había pasado bastante tiempo desde que no salía de compras y había que cumplir con las instruccio­nes del Gobierno de no salir”, apunta.

Y sigue: “En mi heladera siempre hay jengibre, no sólo porque es sano, sino porque lo utilizo mucho para infusiones, salsas, guisos. Hay cositas que me traigo de los viajes: leche de coco, miso para hacer sopa, nueces de California, entre otras. Y luego nunca me falta verdura, porque tanto afuera como cuando estoy en casa intento hacer cosas no tan calóricas: cremas de verdura, ensaladas, pescado en papillot y mucha cosita cocinada al horno. Tampoco faltan nunca mis reservas de chocolate para algo dulce (chocolate negro, por supuesto)”.

–¿Estás pidiendo comidas a domicilio también? ¿Qué platos fueron los que te gustaron más?

–El delivery lo he empezado a utilizar hace apenas unos días, y porque me han traído comida de los restaurant­es que yo frecuento habitualme­nte por aquí por Madrid. Pero no he pedido delivery porque al principio había que ser cauteloso con esto del confinamie­nto y tampoco poner en riesgo a los trabajador­es que hacen esto.

–¿Creés que ya nadie comerá bichos raros en TV o luego de la vacuna todo esto se olvidará?

–Yo creo que vamos a tardar mucho tiempo en olvidar esto y mucho tiempo en volver a viajar tal como lo hacíamos antes. Y creo que vamos a ser cautelosos al comer en el extranjero, y yo en particular no tengo problema a la hora de probar comida extraña o “hardcore”, como le digo. Pero, a lo mejor, ahora la pruebo en restaurant­es. Por ejemplo, en México se comen insectos en restaurant­es de alta cocina.

–¿En qué ciudad del mundo te gustaría estar justo ahora, y comiendo y bebiendo qué cosas?

–Seré básica, pero me gustaría exactament­e en donde estoy, en Madrid, que es mi ciudad y que me alucina. Pero, eso sí, me gustaría estar en la Madrid de siempre, en esa ciudad bulliciosa donde reinan el ruido, el jaleo y el divertimen­to. Y me gustaría estar metida en una de esas tabernas tan típicas nuestras llenas de gente, en las que los camareros se gritan entre ellos para pedirse las comandas y comiendo unas tapitas, como por ejemplo unas navajas a la plancha, unas patatas bravas, una tortilla de patatas o unas croquetas con unas cañas bien frías. Porque es en Madrid donde las sirven mejor que nadie en toda España.

–Por último, ¿cómo creés que serán el turismo y la gastronomí­a en el mundo a partir del momento en que la situación empiece a normalizar­se?

–Yo parto de la base de que la vacuna tardará en llegar y de que todos tardaremos en tener el acceso a ella. Con lo cual, el turismo y la gastronomí­a se verán resentidos y tendrán que actualizar y reinventar todo. Como aquí, como en la Argentina, empieza a adaptarse el delivery, o las mamparas en los restaurant­es. Surgen nuevas tendencias. Y así también en el turismo, como los hoteles de calidad que hacen el bufé de desayuno con el pack lunch. Creo que vamos a tender mucho al “turismo de naturaleza” o al “turismo rural”, como aquí en España, por lo menos en sitios más al aire libre. Poco a poco todo irá resurgiend­o, pero esto tardará en llegar, y yo abogo ahora por fomentar el turismo nacional de cada lugar donde uno esté.

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(EL GOURMET)

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