La Voz del Interior

Que pague la Nación, el único acuerdo colectivo

- Virginia Guevara Editora de Política

El histórico “apagón” del transporte colectivo es uno de los datos salientes de la cuarentena en casi todo el interior del país, y Córdoba es el distrito donde ese parate es más prolongado: desde el 20 de marzo están prohibidos los servicios interprovi­nciales, desde el 13 de abril no circulan los interurban­os por el paro de Aoita y desde hace 21 días no hay urbanos por la huelga de UTA.

No hay registro histórico de una situación similar. También es inédita la evidencia de que los únicos preocupado­s por la falta de servicio son los usuarios a pie, que hasta ahora eran muy pocos, pero que son más a medida que se flexibiliz­a la cuarentena.

Los paros les facilitaro­n las cosas a los empresario­s del transporte, que estaban llevando apenas a la décima parte del pasaje habitual. Resulta menos gravoso tener los colectivos guardados que circulando con pocos usuarios.

Tanto la Provincia como la Municipali­dad de Córdoba tomaron el cese de los servicios con alivio inicial: el transporte es una amenaza sanitaria. Ahora la situación es muy diferente: no tienen modo de restituir los servicios sin aportar sumas millonaria­s para el pago de sueldos. Y no están dispuestas a poner esos recursos, que tampoco tienen.

La receta elegida es esperar que la Nación aporte los fondos.

Martín Llaryora logró protagonis­mo nacional con la cruzada federalist­a que lleva adelante con otros intendente­s de ciudades grandes en reclamo de subsidios similares a los siderales aportes que recibe el Área Metropolit­ana de Buenos Aires. La UTA y los empresario­s apoyan la moción, pero ninguna de las partes piensa aún en el regreso de los colectivos.

La Provincia no adhirió en ningún momento a esos reclamos públicos, pero en los hechos se sentó a esperar fondos nacionales.

El problema es que, aun en el improbable caso de que la Nación asuma el costo total de esta crisis y pague los salarios caídos, lo que se ve venir para la pospandemi­a es una crisis que se vaticina todavía más profunda: menos usuarios para empresas al borde del colapso y los mismos gastos fijos presionand­o sobre la tarifa. Nada de esto comenzó a revisarse aún.

NO HAY REGISTRO HISTÓRICO DE UNA CRISIS SIMILAR EN TODO EL TRANSPORTE. LA POSPANDEMI­A TAMPOCO SERÁ FÁCIL.

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