La Voz del Interior

Mudarse a las Sierras: un sueño de emergencia

Inmobiliar­ias de los distintos valles están asombradas por el nivel de consultas por compra, permuta o alquileres permanente­s.

- Carina Mongi Fernando Colautti ciudadanos@lavozdelin­terior.com.ar

Las inmobiliar­ias de los distintos valles de Córdoba reciben cada vez más consultas de porteños agobiados por la pandemia.

La mayoría de los interesado­s son de Buenos Aires. Casi todos, abrumados por la emergencia que planteó la pandemia en las grandes urbes.

Entre sus múltiples efectos inmediatos, la pandemia por coronaviru­s parece haber activado con fuerza el sueño de la mudanza en busca de una vida más tranquila para los habitantes de las grandes urbes.

La densidad poblaciona­l –que también acelera el virus– está haciendo que más gente, sobre todo de la ciudad de Buenos Aires, apure consultas sobre compra o permuta de viviendas en sitios del interior que supone atractivos.

En ese marco, las inmobiliar­ias de las sierras de Córdoba se asombran por lo que les ocurre desde hace más de un mes. Cuando el negocio de compra y venta de inmuebles está paralizado en todo el país, ellos no dejan de recibir llamadas y mensajes de gente que quiere mudarse a los valles cordobeses.

Algo ya venía ocurriendo, con porteños, rosarinos y cordobeses de la Capital en las últimas dos décadas. Pero ahora tiene otro tono: el efecto pandemia.

“Para mí, esto va a estallar de gente en cuanto se levante la cuarentena”, opinó María Eugenia Diviú, de la inmobiliar­ia de Santa Rosa de Calamuchit­a que lleva su apellido.

Después de varias semanas con la actividad frenada, comenzó a recibir una catarata de consultas para alquileres permanente­s y para compra de propiedade­s. “Saben que por ahora no pueden ni venir; sin embargo, preguntan igual”, reveló. “Tenemos varias confirmaci­ones, pero hasta que no puedan viajar, no se puede hacer la operación”, agregó.

Lo curioso es que muchos quieren concretar las transaccio­nes a la distancia, sin haber visto el inmueble y conociendo la localidad apenas de pasada, alguna vez como turistas. “Se percibe que quieren escapar de la ciudad”, interpretó Diviú.

Del otro lado, cruzando las Sierras Grandes, en Nono, pintan el mismo cuadro. “Es impresiona­nte. Estaba todo parado, pero en mayo y junio subieron mucho las consultas, sobre todo desde Buenos Aires. Vemos gente que quiere vender allá y comprar acá, o que pregunta por permutar. Nos esperanza que puedan darse muchas operacione­s, pero frustra que nadie puede avanzar hasta que no se termine la cuarentena. Y ahí la pregunta es si ese interés se mantendrá”, planteó Mariela Denacimien­to, desde la inmobiliar­ia que lleva su nombre en ese pueblo de Traslasier­ra.

“Varios nos ofrecen hacer la operación online, pero no es fácil por ahora”, apuntó. Y pasó en limpio: “Algunos es como que sueñan despiertos. Ojalá que de 100 consultas, se hagan 10 operacione­s; eso ya sería mucho”.

Denacimien­to distinguió: no se trata de grandes inversores que buscan un destino para sus fondos, como alguna vez se pudo percibir. “Ahora vemos gente que quiere cambiar de vida”, apuntó. Buena parte son jubilados, gente ya retirada del mercado laboral.

Según relató, también recibe consultas por complejos de cabañas en venta, en mayor cantidad que en los dos años anteriores.

Aspiracion­al

“Estoy sorprendid­o”, coincidió Leonardo Frankenber­g, de Praedia Brokers Inmobiliar­ios, en Villa General Belgrano. Según interpretó, muchos de esos potenciale­s clientes sólo proyectan en la zona un “destino aspiracion­al” hacia el futuro.

Pero vaticinó que habrá que limpiar los casos cuando la pandemia pase: “Porque no hay tantas posibilida­des laborales tampoco aquí, o porque necesitan vender allá para comprar luego aquí”, señaló.

“Mientras más conocido es un destino turístico o buen nombre tiene, más interés hay”, analizó sobre los lugares en los que primero piensa el que busca mudarse.

Frankenber­g acotó que la aspiración choca, por ejemplo, con la escasa oferta en inmuebles de alquiler permanente en los lugares turísticos.

El agente inmobiliar­io desnudó otra cara: la gente suele cultivar una mirada idealizada de los pueblos pequeños del interior y, más aún, de los sitios turísticos que alguna vez disfrutó de paso, como visitante.

Diviú, en Santa Rosa, coincidió en que cada año hay familias que llegan como turistas y que consultan en su inmobiliar­ia “por si deciden mudarse a las Sierras”, pero acotó que este actual “brote” de interés es mucho más intenso.

“La cuarentena parece como la gota que colmó el vaso a muchos”, consideró Diviú, quien relató, por ejemplo, que dos clientes porteños, con dinero por un frustrado viaje a

Europa, decidieron cambiar el destino de la inversión y volcarlo a la compra de lotes en esta zona.

Otra vez del “otro lado”, es Guillermo Riegé, desde su inmobiliar­ia en Mina Clavero, el que coincidió en que “el interés subió en el último mes”, aunque lo ubica en un porcentaje más moderado: “alrededor de un 10 por ciento más”, dijo. Contó que muchos de los que consultan son jubilados y de Buenos Aires.

Riegé le agregó números al sueño de la mudanza: “Además de cambiar de vida, es un negocio posible en lo económico. Porque una propiedad de dos dormitorio­s en un barrio medio de Capital Federal cuesta unos 150 mil dólares promedio. Y acá, una linda casa de similar tamaño, con jardín y cochera, cuesta la mitad”, precisó. Y agregó otro valor: “La vida es además más barata aquí que en Aires”.

Más, con teletrabaj­o

Franco Marín, de la inmobiliar­ia Marín-Ochoa, de Embalse, también percibe el fenómeno, aunque se preguntó cuánto realmente se traducirá en operacione­s reales. “Para radicarse en Calamuchit­a, el costo no es tan alto para el que vive en Buenos Aires; vendiendo una propiedad compran algo de mejor nivel acá”, señaló.

La dificultad, admitió, es para quien piensa dejar un trabajo allá para buscar otro aquí. Ahí se complica la chance.

Pero Marín subrayó otro efecto del “modo pandemia”: la tendencia al teletrabaj­o alienta a quienes pueden seguir con su actividad pero desde más lejos.

Relató, por caso, sobre una profesora de inglés residente en el muy porteño Puerto Madero, que planifica su mudanza a Calamuchit­a, mientras intenta sostener a sus alumnos a través de la virtualida­d.

Todos los consultado­s coincidier­on en que a esa clara mayoría porteña se suman consultas de rosarinos y cordobeses de Capital. Ese dato aporta a la tesis de que las megaurbes, más en pandemia, abruman.

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(LA VOZ) Consultas. María Eugenia Diviú tiene una inmobiliar­ia en Santa Rosa, y no para de recibir llamados de gente de Buenos Aires, que busca mudarse.

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