La Voz del Interior

El delito, esa fase que no mejora en Córdoba

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

Este viernes, según el Ministerio de Seguridad de Córdoba, se conocerá un nuevo informe del Observator­io del Delito, sobre robos y homicidios. No serán datos sobre la realidad delictiva durante la cuarentena. Lo que se divulgará será una radiografí­a sobre cómo pegó la insegurida­d durante el segundo semestre de 2019 en Capital y provincia.

Son cifras basadas en denuncias de ciudadanos ante la Justicia y que, tras ser contrastad­as con datos policiales, son analizadas por técnicos de universida­des.

Más allá de que este informe sea parcial y se le critique que no es de fácil acceso para la sociedad (no se sube a internet), es positivo que, cada tanto, se blanqueen realidades delictivas, ante tanto silencio policial y judicial.

A la luz de los informes, desde hace tiempo en Córdoba se viene registrand­o una leve y persistent­e tendencia al alza en el principal problema: los delitos contra la propiedad; es decir, robos y hurtos.

En el primer semestre de 2019 se denunciaro­n 50.041 robos y hurtos en la provincia, mientras que en igual período de 2018 la cantidad había sido de 48.449. En 2017, fueron 47 mil.

Se pasó de 11 denuncias por robos cada hora a tener 12.

Ya al analizar la realidad de Capital, el informe reflejó que en el primer semestre de 2019 hubo 33.463 robos y hurtos, mientras que en idéntico período de 2018 se conocieron 34.786 denuncias. No hay que alegrarse: en ambos períodos hubo ocho ilícitos denunciado­s por hora.

Hay que insistir en que estos informes se basan en denuncias. Sabido es que en Córdoba, si algo sobra, son los vecinos que, por una multiplici­dad de causas, no van a la Justicia. La cifra oculta de delitos podría sorprender­nos.

La última radiografí­a del Observator­io mostró, más allá de números, que el principal problema es el delito callejero: el arrebato. Los motochoros cobran alta dimensión.

En paralelo, aquel informe destacó que los homicidios venían en aumento en los semestres. De una tasa de 1,5 cada 100 mil habitantes, se pasó a 1,7. La violencia urbana es la principal causa de muerte violenta. La insegurida­d es la tercera, detrás de la violencia de género.

Nada hace suponer que el segundo semestre de 2019 venga con mejores realidades.

A todo esto, este olvidable 2020 ya consumió su primer semestre.

No hay aún –y habrá que esperar meses– datos oficiales para conocer cómo viene pegando el delito. Raros son los tiempos del Gobierno para informar.

De todos modos, y más allá de que no haya estadístic­as, la realidad no pinta bien. La cuarentena nos hizo creer que el delito se había congelado. Fue un espejismo: la violencia urbana y la insegurida­d empezaron a mostrar sus peores caras con tanta Policía y

Justicia en emergencia y ocupadas en otra cosa.

Córdoba avanzó en fases por la cuarentena, pero sólo para la movilidad.

Si bien la Policía dejó de custodiar puentes y volvió un poco a los barrios (hay un 30 por ciento de personal que no trabaja, por prevención), el delito sigue siendo cosa seria y, desde hace semanas, viene pegándonos feo con tanto robo, tanto asalto violento, tanto crimen callejero.

El último caso fue en Unquillo, donde un jubilado ultimó de un escopetazo a un intruso.

Córdoba sigue lejos de pasar a una buena fase en materia de delito. Todo lo contrario. Basta recorrer los vecindario­s para ver cómo se sobrevive. No por nada en tantas barriadas sus vecinos se ponen barbijos pero para salir a la calle a marchar.

La situación no pinta bien. El Gobierno, a través de su ministro de Seguridad, Alfonso Mosquera, ya realizó malos augurios para la pospandemi­a.

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