La Voz del Interior

El entierro tuvo la tranquilid­ad que no pudo tener el velorio

ADIÓS A MARADONA. En una ceremonia apacible y sencilla, un grupo de los más íntimos allegados despidió los restos del futbolista. Una multitud siguió el paso del féretro en su camino hacia el cementerio.

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Ayer, al caer el sol, los restos de Diego Armando Maradona fueron sepultados en una ceremonia íntima en el cementerio Jardín de Paz de Bella Vista, a 40 kilómetros de la Casa Rosada, donde comenzó el último adiós al “Diez” en un velatorio que tuvo que ser suspendido por el caos y por la escalada de tensión que sitió la sede del Gobierno.

Junto a los restos de doña Tota y de don Diego, sus padres y la mayor motivación para convertirs­e en una estrella indiscutib­le del fútbol mundial, el cuerpo del campeón del mundo en México ’86 fue depositado en una tumba en la tierra del cementerio parque.

La noche ya caía en Buenos Aires, con el final de una ceremonia religiosa íntima, con cerca de 30 personas, con su familia más cercana y autoridade­s. Un breve responso se desarrolló bajo una pérgola que tuvo arreglos florales y un puñado de bancos.

El despliegue policial alrededor del cementerio permitió un final tranquilo después de un día de locura que coqueteó con alguna desgracia por una organizaci­ón desbordada, con el agravante de la pérdida absoluta de distancia interperso­nal en medio de la pandemia de coronaviru­s.

Luego de las palabras de un sacerdote bajo la carpa preparada para la ceremonia, entre aplausos, llantos, abrazos y silencios, se procedió a la despedida final de los restos del ídolo.

De la ceremonia participar­on su exesposa Claudia Villafañe y sus hijas Dalma y Gianinna; las hermanas Ana, Rita, Elsa, María Rosa, Claudia y su hermano Raúl; su hijo Diego Fernando y su madre Verónica Ojeda; su hija Jana; Guillermo Cóppola; el abogado Fernando Burlando, y el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Sergio Berni.

Muy a lo lejos se escuchaban, a unos 300 metros de la entrada del Jardín de Paz, a unos 200 seguidores con bombos y banderas, y el “olé, olé, olé, Diego, Diego...”.

Poco después de las 20, los allegados comenzaron a retirarse.

El traslado

Los restos de Maradona llegaron al cementerio después de 40 kilómetros y más de una hora de viaje, que tuvo a miles de personas a las márgenes del camino y sobre los puentes, ataviadas con las camisetas de los más variados clubes.

Por momentos, parecía que la multitud iba a detener la marcha del cortejo fúnebre.

Incluso, en cercanías del cementerio, nuevamente se registraro­n incidentes entre la Policía y algunos hinchas que pretendían acercarse a la ceremonia.

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GENTILEZA CLARÍN DESPEDIDA. El féretro con los restos de Diego es trasladado por familiares y por amigos para su sepultura.

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