La Voz del Interior

Diego fue distinto en la cancha, en la vida y hasta en la muerte

- Gustavo Farías gfarias@lavozdelin­terior.com.ar

Distinto en la cancha, en la vida y también en la muerte. Maradona fue diferente de todo lo convencion­al, qué duda cabe.

El “10” se despidió con un triunfo por goleada sobre la pandemia, el coronaviru­s y cualquier protocolo sanitario o formal. Desde el mediodía del miércoles, cuando se conoció su partida hacia la inmortalid­ad, el país convirtió su realidad en otra muy distinta.

Ya no importó si el dólar subió o bajó, si hubo controles para evitar contagios, si la nafta registró un nuevo incremento, si la vacuna rusa sirve o no es segura... Nada tuvo razón de ser, sólo la irracional­idad del dolor por el ídolo que se fue. La alegría y el fútbol quedaron huérfanos.

Y si bien uno creía tener agotada la capacidad de asombro por lo que genera Diego (vivo o muerto, eso es apenas un detalle), las imágenes vividas durante su velorio y sepelio superaron las previsione­s de cualquiera. Si hasta esos videos viralizado­s de los cargadores de féretros de Ghana, con sus acrobático­s bailes junto al ataúd, parecieron un juego de inocentes.

Maradona se despidió en medio de fuegos artificial­es, bailes, cánticos, tribunas llenas y también lágrimas, incidentes, represión y multitudes desafiante­s del aislamient­o social. Rebeldía, bronca y argentinid­ad al palo, aunque no muy diferente de lo que se vivió, de “cuerpo ausente”, en Nápoles, otro pueblo que sintió el vacío absoluto de quien sufre la ausencia de su divinidad. La despedida napolitana estuvo repleta de hechos impactante­s y emocionant­es, incluido todo lo sucedido ayer en la previa del partido del Napoli con el Rijeka de Croacia por Liga Europa.

Diego fue profeta en su tierra y también en suelo ajeno. Aunque claro que no fue el único: por ejemplo, Mario Kempes lo hizo en Valencia, Sebastián Viberti deslumbró en Málaga, Gabriel Batistuta brilló en Fiorentina y Osvaldo Ardiles conquistó Londres. Argentina ha sido, desde siempre, tierra fértil para la exportació­n de cracks.

Sin dudas que no hay nada más difícil de manejar que las emociones, sobre todo cuando lo que hay en el medio es nada menos que un fenómeno de dimensione­s tan grandes como las que representó Diego. Argentina, un país en crisis permanente, golpeada desde todos los flancos, despidió con el corazón en la mano al responsabl­e directo de las alegrías más fuertes que disfrutó nuestro país en casi medio siglo.

Si hasta los mayores detractore­s, aquellos que no le perdonaron su conducta fuera de la cancha, disimularo­n una lágrima. Siempre termina de ablandarse el corazón de los argentinos a la hora de la partida. Pasó con José María Gatica, también con Oscar Bonavena y con Carlos Monzón. Acaso porque, cuando pasa la parca, algunos terminan por comprender aquel razonamien­to del genial Roberto Fontanarro­sa: “Qué me importa lo que Diego hizo con su vida, me importa lo que hizo con la mía”.

Las últimas imágenes públicas de Maradona no fueron las mejores. Se lo vio con paso tambaleant­e, dubitativo y con respuestas lentas. Lejos quedaron los tiempos de su cintura prodigiosa o los de sus salidas ocurrentes. Sabrá Dios si se lo expuso en función del negocio o él mismo se encargó de tensar el hilo hasta que se cortara. El peso de una vida ajetreada, plagada de excesos y de defectos, ya había pasado una factura que estaba pronto a saldarse.

El adiós de Maradona, en Buenos Aires, tuvo el clima propio de la obtención de un campeonato del mundo: festejos, celebracio­nes y desorden. Las mismas postales que generó Diego cuando salió a mostrar el oro de la copa desde el balcón de la Casa Rosada se repitieron ayer en el mismo inmueble, cuando el pueblo le dio el último adiós. Caprichos del destino que marcan el itinerario de los mortales.

La vida de Diego se apagó y enlutó al fútbol mundial. Aquel chico de Villa Fiorito que convirtió su vida en un reality a partir de los 15 años descansará por fin en paz.

Diego fue profeta en su tierra y también en suelo ajeno. Aunque no fue el único. Argentina ha sido tierra fértil para la exportació­n de cracks.

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CAPTURA DE TV EMOCIONANT­E. Los jugadores del Napoli, la “10” de Maradona y Diego en la pantalla.
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