La Voz del Interior

Tamara, la joven poetisa de barrio Marqués Anexo

EDUCACIÓN. Tamara ganó un premio provincial de poesía. Es alumna del Ipem 338 de barrio Marqués Anexo. Combina la escuela con el cuidado de sus hermanos. Dice que el arte es un camino a la libertad.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

El Día de la Tradición, Tamara Sánchez cumplió 15 años y sus padres le regalaron un peinado en la peluquería y una pequeña reunión familiar que disfrutó hasta la madrugada.

Para homenajear­la, sus docentes del Ipem 338 Salvador Mazza, de barrio Marqués Anexo, produjeron un video con fotos y recuerdos, y se lo enviaron por WhatsApp. Y la reconocida escritora cordobesa María Teresa Andruetto le mandó un saludo virtual afectuoso que la sorprendió.

Tamara ya había tenido contacto con Andruetto; primero, a través de su literatura –que fue la punta de lanza de su inmersión en la escritura–; y luego, en una charla en su escuela. Tamara recuerda aquel encuentro con alegría.

“Fue emocionant­e porque conocí a mi escritora. Me sentí bien, como si leyera otro libro nuevo de ella”, dice Tamara.

Árbol de lilas, de María Teresa, fue durante mucho tiempo su texto de cabecera junto con la Ilíada, de Homero, y otros de la mitología griega.

A Tamara los dioses del Olimpo y las flores de lila le fascinan. “Una vez vi un video sobre la historia de los dioses y me quedaron dudas: ¿por qué Atenea castigó a Medusa injustamen­te sabiendo que Poseidón la violó?”, se pregunta. Entonces, comenzó a indagar.

Ese contacto con otros mundos fantástico­s e imaginario­s animaron a esta alumna de tercer año y abanderada de la insignia de Córdoba a incursiona­r en las letras en sus ratos libres.

Hasta que, días atrás, ganó el segundo premio en poesía, categoría

Sub-15, de los Juegos Culturales Evita

2020, que organiza el Gobierno de la Provincia de Córdoba.

“Escribí versos libres de lugares a los que he ido en Córdoba: el Cabildo, el Cerro Colorado, el Centro”, cuenta Tamara en la puerta del Ipem 338, pensando bien cada palabra.

Descubrió esos sitios antes de la pandemia, en las salidas programada­s por la escuela, ubicada en una barriada populosa de la zona norte de la ciudad de Córdoba que en los últimos años acumula un trágico historial de dificultad­es económicas y sociales, y de episodios violentos.

“La poesía la escribí sobre lo que más me inspiraba”, explica sobre los versos premiados.

En ella describe las sensacione­s de pisar Cerro Colorado, un sitio arqueológi­co de singulares paisajes en el norte de Córdoba y uno de los centros pictóricos de arte rupestre más destacados del país. El lugar amerita unos versos.

“La poesía transmite recuerdos de lo que vivimos. Por ejemplo, vos de chica fuiste al Centro y viste por primera vez la estatua de San Martín. Te transmitió una sensación y escribís de eso”, explica. “El Cerro Colorado me dio curiosidad, porque nunca había viajado allá. Habré ido una vez a Cosquín, al río. Veía las montañas y era como ver el cielo o estar en el cielo”, agrega.

De esta manera nació Córdoba no

sería mi recuerdo, la pieza ganadora de los Evita, que dice así:

Córdoba de mi amanecer / Donde la leve brisa / Acaricia los diversos colores / De las hojas de este grisáceo invierno. / Córdoba tu Cultura / Son colores y olores extravagan­tes. / El mate es parte de ti, / Y en estos tiempos nos acerca a nuestras raíces. / Hoy las salidas son memorias, / Como aquel vago recuerdo de mi / Entrada al cabildo. / El cielo lloraba / Sobre el cerro colorado, / Sierra de abastecedo­res colores, / Hoy un lugar sagrado y sorprenden­te. / Con mis jóvenes años / Tuve la experienci­a de pasear por / Tu rojiza y suave tierra / Y aventurarm­e en tus nuevos aires. / Mi corazón lleno de ansias por / Las riquezas que hoy se quiebran a pedazos / Por la lejanía que nos agobia. / Hoy todo se vuelve polvo, / menos mi corazón que por ti / Todavía atesora una leve esperanza en un millón.

La Provincia le obsequió libros. Y el equipo directivo del Ipem, una tablet.

Entre pañales y letras

Además de estudiar, leer y escribir, Tamara se encarga de sus dos hermanitos –Lourdes, de 1 año, y Ulises, de 5– mientras sus padres trabajan.

Dice que le encanta jugar con ellos y estar con su familia. Está orgullosa del esfuerzo de sus papás, Ivana Varela y Guillermo Sánchez. “Cuando ellos trabajan, yo cuido a mis hermanos”, confirma.

Tamara cuenta que en su casa, en un barrio vecino a Marqués Anexo, tiene algunos libros. Allí adquirió el gusto por la lectura de cuentos clásicos. Pero fue en la escuela donde se sumergió aún más en los textos y comenzó a escribir.

“Un día de clases estaba aburrida porque habíamos terminado de hacer una actividad y me puse a escribir algo, le mostré a la profe de Lengua y le gustó. Y empecé a desarrolla­r eso”, afirma.

Hoy solo es época de variantes desaires / De los cuales solo mi corazón sabe / Atardecere­s con el horizonte anaranjado / otros días, gris azulado (verso del poema Primavera, de Tamara).

Crear para vivir

Por estos días, Tamara está empezando a escribir cuentos y a garabatear lo que podría ser la segunda parte de La hora del general, también de Andruetto. Algo así como la reinvenció­n del texto, y una continuaci­ón.

“Me gusta escribir porque el arte les llega a todos al alma. A uno por ahí le gusta la pintura o bailar. A mí me gusta escribir, es como el aire que te permite vivir, respirar”, dice la jovencita, a la que también le apasiona cantar y aspira ingresar a la universida­d. Quizá sea escritora; o quizá, arqueóloga.

“Escribir me sirve para estar un rato sin presión, para sentirme libre, desarrolla­r más las manos, los oídos, la cabeza. Es un espacio de mayor libertad”, dice. Y también para expresar sentimient­os.

El próximo poema

La adolescent­e asegura que este año de educación virtual no ha sido sencillo, aunque cree que las medidas de restricció­n y de aislamient­o por la pandemia son para “proteger” a la gente.

“Al principio, utilizaba Classroom en el celular de mi mamá, pero tuvo que borrar la plataforma porque ocupaba mucho espacio”, relata. Ahora, recibe todo por WhatsApp. “Es un poco más difícil. Hace falta la explicació­n de los profes”, opina.

En una charla pausada y calma, Tamara vuelve una y otra vez a su familia. Está orgullosa de la garra que le ponen sus padres, y eso para ella es un ejemplo. Su mamá Ivana, cuenta, es “niñera y trabaja en hospitales”; y su papá Guillermo es albañil. Ninguno terminó el secundario.

“Me parece importante tener el secundario, pero en el caso de ellos no terminaron porque me tuvieron a mí. No quiere decir que ellos tengan la culpa de eso”, aclara Tamara.

El próximo poema será sobre su familia y se llamará La persona que

quiero ser. “Mis papás nos dan todo, hasta el alma, y eso es lo que más me encanta”, dice.

Su próxima producción, adelanta, tendrá referencia­s mitológica­s. “Me gusta la historia de Aquiles, un semidiós que no le hacía caso a nadie, seguía su camino. Así estoy haciendo yo”, concluye.

 ?? RAMIRO PEREYRA ?? EN SU COLEGIO. Tamara va al Ipem 338 Salvador Mazza de barrio Marqués Anexo, una escuela que da pelea a las adversidad­es.
RAMIRO PEREYRA EN SU COLEGIO. Tamara va al Ipem 338 Salvador Mazza de barrio Marqués Anexo, una escuela que da pelea a las adversidad­es.

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