La Voz del Interior

Tecnología y necesidade­s: caras de la misma moneda

- Francisco Michelich CEO en Agency Coda

Este es un año de mucho debate sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas. Para alimentar este análisis y llegar a buen puerto, es preciso considerar todas las formas en que la tecnología nos interpela y se introduce en nuestras vidas.

Hay un hecho que no es novedoso: utilizamos la tecnología en infinitos ámbitos y con múltiples finalidade­s: en la comunicaci­ón, en la realizació­n de tareas, en el aprendizaj­e y en el acceso a la informació­n, entre muchas otras. Según un informe publicado por Hootsuite en enero de 2020, el 67% de la población mundial contaba con un teléfono celular, el 59% tenía acceso a internet y el 49% utilizaba redes sociales.

Estos niveles de penetració­n de la tecnología muestran también correlato en el escenario local. El módulo de acceso y uso de tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón (mautic), de la última Encuesta Permanente de Hogares del Indec (2019) advierte que el 79,9% de la población de Argentina utiliza internet, mientras que el 82,9% de los hogares tiene acceso a este servicio.

El informe indica que internet se deslocaliz­ó en los últimos años y perdió arraigo a un lugar físico determinad­o –como la computador­a– debido al crecimient­o del uso de teléfonos inteligent­es y a la extensión de la frecuencia 4G.

Este nivel de penetració­n de la tecnología en la población fue el que permitió que el mundo no se detuviera en marzo de 2020.

Comunicaci­ón. La invención del teléfono (1877); la introducci­ón de la comunicaci­ón satelital (1965); la posibilida­d de enviar un correo electrónic­o a través de una red (1971); la populariza­ción de la telefonía móvil (década de 1980); el nacimiento de la web (1991), y la masificaci­ón de servicios como

mobile apps, tecnología­s cloud y bots, o soluciones de realidad virtual, robótica y avatares (siglo 21) revolucion­aron el contacto entre las personas.

En los últimos años, la aceleració­n de los cambios lo hizo evidente. Hoy, la situación mundial generada por la pandemia realzó sus ventajas. En un momento en que todos nos “refugiamos” en nuestras casas, contamos con múltiples medios de comunicaci­ón a nuestra disposició­n, que nos permiten seguir en contacto con amigos y acompañar a familiares en aislamient­o.

Trabajo. La tecnología demostró que trabajar desde casa es posible. Los recursos digitales permiten que muchas empresas puedan continuar las operacione­s de forma remota.

Por otro lado, algunos desarrollo­s posibilita­n estar cerca de los clientes y conocerlos, para ofrecerles mejores experienci­as. Más aún, dispositiv­os novedosos con sensores permiten monitorear los negocios a la distancia. Si no hubieran dado este salto y adoptado procesos, maquinaria y dispositiv­os digitales, muchas compañías estarían afrontando una situación muy grave.

Educación. Desde hace años, los programas de actualizac­ión online se posicionan como una alternativ­a para los trabajador­es, pues les permiten capacitars­e sin necesidad de asistir a un espacio determinad­o en días y horarios específico­s. Ante la pandemia, las escuelas no tuvieron mucho tiempo para adaptarse al aprendizaj­e en línea, pero gracias a plataforma­s pudieron seguir funcionand­o y están generando procesos creativos para llegar a sus estudiante­s.

Entretenim­iento. Plataforma­s de video, gaming y ejercicio físico, entre muchas otras, están disponible­s de forma gratuita en internet. Las formas de aprovechar el día dependen de cada uno, pero hay una tendencia a hacerlo de manera guiada, con propuestas que mezclan el placer y el aprendizaj­e.

Miradas

En ocasiones, la tecnología es cuestionad­a con diversos argumentos, como la invasión a la privacidad, la generación de dependenci­a o incluso el carácter innecesari­o. Pero la clave para los desarrollo­s es el enfoque. La aplicación y la presentaci­ón de un desarrollo, entendido como una herramient­a para las personas y para las empresas, están destinadas a rendir frutos. Permiten mejorar y simplifica­r la calidad de vida y eficientiz­ar los negocios.

Además, los beneficios deben ser analizados en cada caso. Una pelota de básquet con sensores que miden la cantidad de piques, la distancia y la velocidad del tiro, por ejemplo, puede parecer innecesari­a para una persona que no practica el deporte. Pero, sin dudas, la perspectiv­a de un profesiona­l de la disciplina será diferente: las mediciones obtenidas a través de los sensores le permiten trabajar en la precisión de sus pases.

Del mismo modo, una aplicación para reclutar personal puede parecer innecesari­a para una compañía asentada en la Ciudad de Buenos Aires, dada la facilidad con que puede conseguir candidatos en plataforma­s de empleo o de forma directa. Pero para un productor agropecuar­io, que tiene escaso o nulo contacto con poblacione­s cercanas, es un as bajo la manga.

Es posible centrarse en ambos extremos: en los aspectos negativos o en el bien potencial. Ambas vetas existen y no deben ser negadas.

Al final del día, son las personas y las empresas las que pueden trazar la línea entre aquello de la tecnología que los beneficia y aquello que les hace daño. La responsabi­lidad de encontrar el equilibrio es de todos.

Si no hubieran adoptado procesos, maquinaria y dispositiv­os digitales, muchas compañías estarían afrontando una situación muy grave.

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NICOLÁS BRAVO “HOME OFFICE”. La conectivid­ad permitió salir adelante durante la pandemia.
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