La Voz del Interior

Especialis­tas advierten que todavía falta para que se consolide

El verano, la cantidad de contagios, el cuidado y las restriccio­nes explican en parte la caída del último mes. Señalan que aún no se tienen cifras alentadora­s de cara a la segunda ola.

- Juan Pablo Carranza jpcarranza@lavozdelin­terior.com.ar

Las estadístic­as marcan que noviembre es el primer mes –desde que se desató la pandemia- que la Argentina registra una cantidad de casos diarios de Covid-19 menor a la del período anterior. Múltiples factores explican este descenso en la cantidad de contagios, que según coinciden los especialis­tas aún no está consolidad­o.

Si se toman las tres primeras semanas de noviembre, se infectaron por Covid-19 199.258 personas en el país y 23.110 en Córdoba. Durante ese mismo período de octubre la cifra de nuevos infectados llegó a 286.324 y

34.564 ciudadanos, respectiva­mente. Un descenso del 30,4 por ciento y

33,1 por ciento, para cada caso. El físico y especialis­ta en análisis de datos Jorge Aliaga apunta que esta merma de casos se da porque coincide una desescalad­a en todo el país, una situación que no se dio en los meses previos.

“La cantidad de casos en el Área Metropolit­ana de Buenos Aires (Amba) viene bajando desde agosto. Eso no se vio reflejado en las cifras totales porque a partir de septiembre empezó a subir en el resto del país muy de golpe. Eso se consolidó durante octubre. En estos momentos la tendencia en ambos lugares es el descenso”, dice el especialis­ta.

El bioinformá­tico Rodrigo Quiroga, coincide con este análisis y agrega que el descenso es heterogéne­o según cada provincia.

“En algunas se da más lento, como en Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires. Pero en otras ocurre porque hubo una importante cantidad de contagios en términos relativos, como en Jujuy donde tras una gran cantidad de fallecimie­ntos, baja de golpe la cantidad de contagios”, señala.

Estación

¿Cuáles son los factores que impactan en este descenso? Uno de ellos es el estacional.

Sol Minoldo socióloga e investigad­ora del Conicet indica que: “pensar en el impacto del factor estacional es ineludible, y de alguna manera nos permite entender mejor lo que en su momento vimos que ocurría en Europa entre mayo y junio”.

Estar al aire libre favorece a que no se transmite el virus, por eso la especialis­ta advierte sobre los riesgos de quedarse encerrados bajo el aire acondicion­ado.

“Si bien sabemos que las altas temperatur­as no alcanzan para erradicar el virus (que ha circulado mucho en primavera y otoño, incluso con cierto calor) es evidente que contribuye­n fuertement­e a reducir la transmisió­n”, dice Minoldo.

Aunque también hay excepcione­s, como ocurrió en Brasil y Ecuador donde el virus circuló con altas temperatur­as.

Otro de los factores es que aumentó la cantidad de contagios, principalm­ente asintomáti­cos, lo que reduce relativame­nte la cantidad de personas propensa a contraer el virus.

“Por ejemplo, en el Amba las estimacion­es que hubo en los jóvenes es que se contagiaro­n en un porcentaje amplio y eso ayuda a que baje la cantidad de casos. Aunque no se haya solucionad­o el problema”, marca Aliaga.

Reducción

La pregunta clave antes de la llegada de la segunda ola es cuál será el punto más bajo de contagios al que se puede llegar. Para esto serán claves los cuidados personales y las diferentes restriccio­nes que implementa­rán los gobiernos tanto provincial­es como nacional. Esto son los otros dos factores.

“Nos queda un mes para bajar mucho la cantidad casos. Mientras menos casos tengamos menos gente contagiand­o habrá y eso reduce de probabilid­ad de nuevos brotes y dilata la llegada de la segunda ola. Hay que aprovechar hasta enero para que se reduzcan los casos”, advierte Quiroga.

En la primera oleada el comportami­ento del virus estuvo asociado a los grandes centros urbanos y – sacando la excepción de Jujuy que tuvo una explosión de casos- el avance de los contagios se dio asociado a las principale­s vías de comunicaci­ón. La sucesión de brotes en el corredor de la autopista Córdoba-Rosario es una muestra de esto.

Segunda ola

“El veraneo trae desafíos muy particular­es. Las personas que llegan de otras localidade­s y llegan infectados o se enferman acá, podrían generar una demanda sanitaria muy difícil de responder. Las estrategia­s preventiva­s como el testeo y el rastreo de contactos estrechos se complican también, porque hay diferentes jurisdicci­ones involucrad­as, cada una con su propia gestión y su propio sistema de informació­n epidemioló­gico”, señala Minoldo

“Las personas tienen alta movilidad en vacaciones y ello puede tener un impacto en la transmisió­n, de modo tal que todo lo que nos alivia lo estacional sea insuficien­te”, agrega la encargada de la coordinaci­ón del acuerdo entre la Provincia y la UNC para ampliar el rastreo de contactos.

Una hipótesis que se baraja es que la segunda ola de contagios tenga un comportami­ento inverso por el movimiento de la temporada de verano, que de los centros turísticos se expanda el virus a las ciudades. Pero el objetivo concreto es lograr llevar al mínimo los contagios para permitir la preparació­n para el nuevo impacto del virus.

“En Alemania, por ejemplo, entre que se estabilizó la situación y llegó el segundo pico tuvieron casi 6 meses. Se pudieron preparar. Bajaron los casos y la positivida­d a menos del cinco por ciento. Ojalá lleguemos al cinco por ciento”, señala Sergio König, médico y miembro del comité asesor provincial.

“Si se mira el número de Córdoba, que tiene una positivida­d por encima del 10 %, se trata de un porcentaje alto. El verano Covid-19 para Córdoba es corto, por el tiempo que deja de relajación”, remarca el médico radicado en Chile

Sobre la posibilida­d de la llegada de la vacuna, Minoldo agrega que “si bien hay razones para pensar de manera optimista en el aporte, hay que recordar que sus efectos van a tardar un tiempo, que es lo que tardamos en colocar dos dosis y en el que hagan su efecto, y lo que tardamos en vacunar a millones de personas”.

Especialis­tas coinciden en que las altas temperatur­as ayudan a bajar la circulació­n del virus.

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