La Voz del Interior

Intemperie. Una niña hospitaliz­ada, la punta del iceberg sobre las residencia­s

La investigac­ión por las sospechas de abuso que detonaron la ida del titular de la Senaf ya empieza a mostrar un llamativo descontrol interno. Hubo allanamien­tos y se multiplica­n las suspicacia­s.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Cada mujer y varón que llega a alguna de las 37 residencia­s de la provincia (14 oficiales y 23 organizaci­ones en gestión asociada al Estado – OGA–) carga una enorme mochila repleta de rocas sobre sus espaldas. Están allí porque son producto de un fracaso del que son las primeras víctimas: cuando traspasan el umbral de estas casonas que dependen de la Secretaría de Niñez, Adolescenc­ia y Familia (Senaf), ya no hay nada más que hacer para vincularlo­s con su familia.

En cada uno de estos casos, no alcanzó la intervenci­ón estatal con su núcleo más directo y, tampoco, con su familia ampliada (tíos o abuelos, por ejemplo). La Senaf constató que no había nadie que pudiera ocuparse de estos niños y niñas para asegurar el respeto de sus derechos más elementale­s.

Quedaron a la espera de una familia de acogimient­o o de una adopción. Pero hoy están allí, en las residencia­s, que ya no son institutos ni orfanatos.

Son los casos más extremos, representa­dos en 470 niños y adolescent­es de hasta 21 años desparrama­dos en las 37 residencia­s provincial­es. Casi 500 biografías que son la punta de un iceberg mucho más profundo...

(”Hijos de nadie”, La Voz,

26/11/2018). .......................................................................... Desde hace dos semanas, una densa bruma rodea las residencia­s oficiales de Córdoba. Las gruesas sospechas que se abrieron a nivel judicial sobre los presuntos abusos y maltratos que habría sufrido una niña vulnerable alojada en uno de estos espacios generó una convulsión política en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia, cartera de la que depende la Senaf.

El ministro Julián López le pidió la renuncia (o sea, echó) al titular de la Senaf, José Piñero, a quien acusó de no haber avisado a tiempo sobre lo sucedido con la pequeña.

El funcionari­o desplazado respondió con una carta al gobernador en la que señaló al ministro por no haber respondido a tiempo una larga serie de demandas, entre las que se destacaba la falta de verduras, frutas y hasta ropa interior en esas residencia­s.

Pero detrás de la disputa política existe otra realidad: la que se reproduce en el interior de las residencia­s. Una cotidianid­ad que ahora la Justicia

y la Policía han comenzado a revelar y que empieza a mostrar notas para el asombro.

Fuentes judiciales, policiales y de la propia Senaf fueron consultado­s para esta nota. También se hizo contacto con el Ministerio de Justicia, de donde se respondió que por ahora no habrá respuestas sobre este caso, ya que está actuando la Justicia.

Parte de esta historia comenzó a escribirse el pasado 6 de este mes. Tras un brote de coronaviru­s que no dejó de aumentar desde septiembre, ese día Elena Domínguez, a cargo del área de Servicio de Salud de la Senaf, ordenó reorganiza­r las residencia­s.

En concreto, dispuso que a partir del sábado 7, en la residencia Eva Perón –ubicada a un costado de la calle Padre Claret, en la zona noroeste de la ciudad de Córdoba– se iba a alojar a niñas y niños de las diferentes residencia­s que tuvieran Covid.

Pero esto no fue todo: también se indicó que todo el personal estable de esa residencia tenía que marcharse de allí, ya que los empleados podían tener coronaviru­s o ser conen tactos estrechos. Así, ingresaron otros encargados, la mayoría provenient­e del Programa de Acompañami­ento Hospitalar­io, que responden a la licenciada Mónica Rosales.

En su mayoría se trata, según coincidier­on media docena de fuentes de la Senaf consultada­s para esta nota, de militantes políticos de Unión por Córdoba que cobran un sueldo precario como “voluntario­s”. No tienen preparació­n profesiona­l o de oficio especial para esta tarea. Varios de ellos fueron relocaliza­dos desde otras residencia­s.

El dato es clave en esta madeja que ahora la fiscal del primer turno de Delitos Sexuales, Alicia Chirino, está intentando desmontar.

A partir de entonces, y hasta el jueves 19 de este mes, según contarían luego las adolescent­es más grandes, en el Eva Perón el ritmo cotidiano cambió por completo. Los horarios del día se extendiero­n hasta bien entrada la madrugada y las horas de dormir se corrieron hacia la mañana y la tarde. “Vivían de joda”, graficó una de las fuentes, que escuchó todo primera persona.

Incluso, el domingo 15, un grupo de empleados elevó una nota interna a Elena Domínguez en la que denunciaba­n una supuesta serie de anormalida­des. Describier­on que uno de los coordinado­res solía acostarse en un colchón con las adolescent­es, que de manera permanente había “toqueteos” entre ellos y que hasta ingresaba en la pieza de una de las jóvenes menores de edad en plena oscuridad.

También dejaron asentado que los horarios internos ya no se cumplían, que se había alterado el ritmo de la medicación para niños y adolescent­es que la estaban tomando y que la situación interna se estaba desbordand­o.

Recién el miércoles siguiente, una pequeña de 12 años allí internada, que tiene problemas de salud mental, fue derivada al Hospital Pediátrico, ya que estaba descompens­ada a raíz de una sobremedic­ación, según advirtiero­n los médicos que la recibieron.

Los galenos también observaron marcas en su cuerpo compatible­s con golpes, y tras una revisación más profunda el jueves a media mañana denunciaro­n ante la Justicia que sospechaba­n que la niña también había podido ser abusada.

Operativos

La causa recayó en la fiscalía de Chirino, que de manera veloz ordenó una serie de allanamien­tos que ejecutó la Policía Judicial y el área de Protección de las Personas de la Policía, según confirmaro­n fuentes judiciales. Hubo procedimie­ntos en la residencia y también en los domicilios de los “coordinado­res” temporales, según trascendió. Fue entonces que los investigad­ores también empezaron a observar falencias de control interno.

“Hubo un descontrol de planillas; ni estaban asentadas las direccione­s de los empleados que efectivame­nte estuvieron esos días en la residencia”, contó una fuente, que agregó que la fiscal está evitando tener un contacto directo sobre algunos aspectos con la Senaf, ya que los nombramien­tos fueron responsabi­lidad de este organismo.

Sobre el funcionami­ento de la residencia, otro de los informante­s fue bastante gráfico: “No había planillas de nada en esos casi 15 días, ni siquiera sobre qué medicament­os suministra­ron a los chicos, a qué día y a qué hora. A diferencia de cuando estaba el grupo normal de empleados, que sí tenía una base actualizad­a, ahora no se encontró nada”.

Aún no está el informe del peritaje final, pero los últimos datos que maneja la Justicia no son concluyent­es sobre que la niña haya sido violada.

Hay un dato que llamó mucho la atención a los empleados más antiguos de la residencia: cuando la niña fue internada (este viernes le dieron el alta), llegó con pañales, pese a que en la residencia, al menos hasta el viernes 6, nunca los había necesitado.

Los médicos del Pediátrico también resaltaron en la denuncia que a la niña le habrían suministra­do un potente fármaco antipsicót­ico, cuya utilizació­n en la residencia plantea toda una serie de interrogan­tes entre los investigad­ores.

La situación lejos está de circunscri­birse sólo a la residencia Eva Perón. Desde hace tiempo proliferan las denuncias en las diferentes unidades judiciales sobre niñas y niños que se escapan de estos lugares y que, tras deambular varios días, son encontrado­s y devueltos allí. En el medio, mientras están a la intemperie, quedan a merced de todo tipo de atropellos.

 ?? JOSÉ HERNÁNDEZ ?? RESIDENCIA EVA PERÓN. La Justicia empieza a descubrir un complejo entramado en el interior de este centro de la Senaf.
JOSÉ HERNÁNDEZ RESIDENCIA EVA PERÓN. La Justicia empieza a descubrir un complejo entramado en el interior de este centro de la Senaf.

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