La Voz del Interior

La política, sin vacunas contra la indignació­n

- Virginia Guevara mguevara@lavozdelin­terior.com.ar

La mayor disponibil­idad de vacunas contra el coronaviru­s llegó al país junto a la oleada de indignació­n más intensa en años. Las marchas opositoras que ayer manifestar­on la irritación del sector más politizado de la sociedad no reflejaron la magnitud real del fenómeno: millones que no se consideran opositores ni participan en protestas aportan a la misma indignació­n desde la quietud impotente y la decepción de entrecasa. Ese estado de ánimo colectivo es una de las pocas cosas a las cuales la clase política teme.

Alberto Fernández lo comprendió al instante: echó a Ginés González García cuando supo que el vacunatori­o VIP del Ministerio de Salud era el tema de conversaci­ón de todo el país. Varias encuestas sobre lo que ocurrió tras ese escándalo muestran una caída estrepitos­a de la ya deteriorad­a figura presidenci­al. La profundida­d de la crisis en la que se encuentra el Gobierno es insondable todavía.

Juan Schiaretti también comprendió la gravedad de la sospecha creciente sobre acomodos en el acceso a la vacuna, pero lo hizo luego de que dos legislador­es opositores empezaron a difundir los nombres de intendente­s –sobre todo, del departamen­to San Justo–, legislador­es, funcionari­os e influyente­s vacunados. Ese mismo día, la Provincia intentó obturar la polémica con la difusión de un listado de “personal estratégic­o prioritari­o”, categoría en la que incluyó al vicegobern­ador Manuel Calvo, a los equipos de protocolo y secretaría privada del gobernador y el vice, y a cinco ministros vacunados.

Si diferencia­rse del peronismo nacional es la inquietud permanente de Schiaretti, quedar a salvo de la ola de descrédito que enfrenta la Nación por las vacunas VIP fue la clave de la semana que pasó.

La situación de Córdoba tiene una diferencia de peso respecto de la nacional: no se habilitó un vacunatori­o paralelo. No obstante, a los ojos de los miles de jubilados que penaron durante días para que alguien los registrara en el Cidi y los anotara para ser vacunados, las diferencia­s se hicieron casi impercepti­bles.

El jueves, finalmente, la Provincia eliminó el requisito del Cidi para los más de tres centenares de miles de mayores de 70 años que siguen esperando el turno. Controlar la indignació­n es la prioridad de esta hora.

Como en cada punto del país, las autoridade­s apuestan a que con la llegada de más vacunas los privilegio­s iniciales se vayan diluyendo en el número general de inmunizado­s. Que las fotos de los jubilados celebrando haber recibido su dosis empiecen a pesar más que la inmoralida­d de los acomodos.

Mientras tanto, el año político avanza sin confirmaci­ones de fecha ni modalidad electoral, y en Córdoba tampoco están resueltas las otras decisiones de peso. La más importante es la que debe tomar Schiaretti. En el discurso que mañana brinde Alberto Fernández ante el Congreso, puede haber indicios importante­s para el schiaretti­smo: si el Presidente hace suyo el enfrentami­ento total de Cristina Fernández con el Poder Judicial, la cada vez más dificultos­a construcci­ón electoral entre Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos podría quedar por completo en el olvido.

Otra señal de peso será la que ese discurso presidenci­al dirija al campo.

Mientras tanto, el Gobierno provincial sostiene la persistent­e promoción de la diputada Alejandra Vigo en campaña anticipada para llegar a la Cámara Alta, y el senador Carlos Caserio –que quiere seguir en esa banca– también intensific­ó su acción política en la provincia. Es ese duelo el que mejor representa las

diferencia­s entre el schiaretti­smo y el kirchneris­mo. Desde ambos bandos dicen que todo lo demás se acomoda.

Las dificultad­es extremas que enfrenta el Gobierno nacional constituye­n otro eje político de peso en Córdoba. Si pegarse al kirchneris­mo es siempre una decisión costosa para el PJ cordobés, hacerlo en el momento más crítico de Alberto Fernández sería una decisión basada en un único criterio: evitar un enfrentami­ento electoral que pueda afectar la llegada de recursos vitales para los dos últimos años de Schiaretti. Específica­mente, el financiami­ento de la Caja de Jubilacion­es, hoy garantizad­o por la Nación. En el Panal, siguen haciendo cuentas.

El otro discurso importante que se escuchará mañana es el que pronunciar­á el intendente de la ciudad de Córdoba ante el Concejo Deliberant­e. La impacienci­a de los vecinos de la capital provincial por las mejoras que no llegan a los barrios empieza a representa­r otro frente de inquietud en el Panal.

Martín Llaryora defenderá los cambios que concretó puertas adentro del municipio en el año de la pandemia y prometerá respuestas más efectivas a las demandas de los vecinos. Todo indica que también anunciará que el Ferrourban­o –una de sus principale­s promesas de campaña– está más cerca: el intendente ya se reunió en dos oportunida­des con Caserio por esa obra de avance cero. Las relaciones políticas directas del intendente con el Gobierno nacional también empiezan a inquietar a muchos en el PJ.

Claro que esas inquietude­s no son nada ante la ola de agravios que se prodigaron los radicales en el marco de la fallida interna partidaria. El desafío de Rodrigo de Loredo a la alianza entre Ramón Mestre y Mario Negri podría terminar en una nueva ruptura en la oposición. La misma posibilida­d se baraja respecto de Luis Juez.

Aun en los momentos más adversos, el peronismo cordobés sabe desde hace 20 años que puede contar con la oposición.

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