Primavera Árabe. Los sueños que estallaron en pedazos
En la mayoría de los territorios donde hace 10 años hubo revueltas, no se lograron cambios de peso y aumentó la represión. Túnez es el único país donde la democracia sigue en pie.
“No hay manera de que las metas de esta revolución, pan, libertad, justicia social y dignidad, puedan cristalizarse en dos años. Es imposible. Lo que uno puede hacer es sentar las bases para el futuro”. Una mezcla de resignación y de esperanza invade a Khalid Abdalla, protagonista del gran documental The Square, que muestra el fervor inicial y la posterior desilusión en las calles de El Cairo, la capital de Egipto, en tiempos de la Primavera Árabe.
La caída de Hosni Mubarak, que gobernó con mano de hierro por 30 años, fue celebrada masivamente en la plaza Tahrir, donde a comienzos de 2011 se respiraban aires de renovación que llegaban a todo Egipto.
Sin embargo, la llegada de Mohamed Morsi –elegido tras elecciones tuteladas por el Ejército– estuvo lejos de cubrir las expectativas. Sus atribuciones de poder y su intento de islamizar el país provocaron un fuerte rechazo en el pueblo. El regreso de la gente a las calles fue la oportunidad que vieron los militares, comandados por Al Sisi, para dar un feroz golpe de Estado. Su gobierno se mantiene hasta la actualidad persiguiendo y torturando opositores, expulsando periodistas y merced a un fuerte control social. Su represión es atroz: en un día llegó a asesinar a nada menos que a 800 manifestantes.
“El pueblo siempre paga el precio”, sostiene resignado Ahmed Hassan, protagonista de The Square.
Ganadores y perdedores
El 17 de diciembre pasado se cumplieron 10 años desde que el tunecino Mohammed Bouazizi, un vendedor callejero con título de técnico informático, se prendió fuego a modo de protesta ante las autoridades por la confiscación de su mercancía.
Su muerte, pocas semanas después, agitó fuertes protestas que derivaron en la salida del gobierno de Ben Ali tras 23 años en el poder.
Este hecho fue el puntapié inicial para las manifestaciones que en pocos meses invadieron a casi todo Medio Oriente y al norte de África.
Las multitudes exigían el fin de autocracias corruptas y pedían justicia social, libertad, dignidad y trabajo.
No todas las revueltas tuvieron los mismos resultados. A excepción de Túnez, donde la democracia sigue en pie, en el resto de los países la situación no cambió demasiado en términos económicos y de libertades. Por ello, algunos expertos llaman a lo sucedido hace 10 años el “Invierno Árabe”.
El politólogo y especialista en cultura y sociedad de Medio Oriente, Ismael Elías Adriss, sugirió ampliar la visión para hablar de éxito o fracaso de la Primavera Árabe.
“Primero hay que tener en cuenta que fue un proceso sociopolítico donde intervinieron distintos actores, no solamente las sociedades civiles y los estados nación, sino también organizaciones fundamentalistas. Entonces, sería interesante pensar que, desde la perspectiva de las sociedades, puede pensarse que fue un fracaso. Incluso en Túnez, donde hubo un modelo exitoso que fue el tunecino que llevó a la redacción de una Constitución, al día de hoy, 10 años después, hay protestas por los fracasos económicos, por la corrupción y por el desempleo, amén de mucha lucha interna hacia dentro de los partidos”, expresó.
En países como Libia y Yemen, las revueltas fueron abortadas por guerras civiles, al igual que en Siria, donde el dictador Bachar el Asad se mantuvo en el poder (sucedió a su padre en 2000) a costa de un baño de sangre y la destrucción de ciudades enteras.
En estos territorios, al menos medio millón de personas murieron, mientras que 16 millones se han visto desplazadas de sus hogares.
En Marruecos, en Argelia, en Sudán, en Jordania, en Irak, en Arabia Saudita y en Omán, hubo protestas, pero los regímenes lograron aplacarlas de distintos modos, ya sea represión, reformas mínimas o dinero.
“Desde el punto de vista geoestratégico, hubo ganadores –sostuvo Adriss–. Algunos actores regionales como Turquía salieron reforzados y tuvieron la posibilidad de enfrentar a otros actores que históricamente les fueron problemáticos, como el pueblo kurdo, y también ganar territorio en Siria, un lugar que siempre ambicionaron. Pero también creo que el mayor ganador es Rusia, en el sentido de que ha sabido controlar uno de los territorios donde ejercía el mayor interés. Pero en general ha sido un proceso dinámico, con actores que en algún momento ganaron y que en otro perdieron”.
Jóvenes protagonistas
Un dato esencial al analizar el contexto de las revueltas es que el 60 por ciento de la población de esta región tiene menos de 30 años. Echando mano al uso de las redes sociales, los jóvenes fueron protagonistas a la hora de mostrar su descontento en las calles.
“Hay una transición en cuanto a las poblaciones jóvenes que están marcando una nueva tendencia. Creo que a algunos de los gobiernos se les va a hacer complicado ejercer ese estado de emergencia previo a los levantamientos, que fue justamente el motor de las protestas. Van a tener que hacer algunas concesiones”, apuntó el especialista.
En octubre de 2019 se vieron resabios de la Primavera Árabe con protestas en Egipto por el despido de un respetado general; en El Líbano, por el intento del Gobierno de imponer un impuesto a las llamadas de WhatsApp y de Skype, y en Irán por el aumento en el precio de la nafta, lo que derivó en una fuerte represión gubernamental y en un bloqueo de internet de casi 100 horas.