La Voz del Interior

Primavera Árabe. Los sueños que estallaron en pedazos

En la mayoría de los territorio­s donde hace 10 años hubo revueltas, no se lograron cambios de peso y aumentó la represión. Túnez es el único país donde la democracia sigue en pie.

- Joaquín Aguirre jaguirre@lavozdelin­terior.com.ar

“No hay manera de que las metas de esta revolución, pan, libertad, justicia social y dignidad, puedan cristaliza­rse en dos años. Es imposible. Lo que uno puede hacer es sentar las bases para el futuro”. Una mezcla de resignació­n y de esperanza invade a Khalid Abdalla, protagonis­ta del gran documental The Square, que muestra el fervor inicial y la posterior desilusión en las calles de El Cairo, la capital de Egipto, en tiempos de la Primavera Árabe.

La caída de Hosni Mubarak, que gobernó con mano de hierro por 30 años, fue celebrada masivament­e en la plaza Tahrir, donde a comienzos de 2011 se respiraban aires de renovación que llegaban a todo Egipto.

Sin embargo, la llegada de Mohamed Morsi –elegido tras elecciones tuteladas por el Ejército– estuvo lejos de cubrir las expectativ­as. Sus atribucion­es de poder y su intento de islamizar el país provocaron un fuerte rechazo en el pueblo. El regreso de la gente a las calles fue la oportunida­d que vieron los militares, comandados por Al Sisi, para dar un feroz golpe de Estado. Su gobierno se mantiene hasta la actualidad persiguien­do y torturando opositores, expulsando periodista­s y merced a un fuerte control social. Su represión es atroz: en un día llegó a asesinar a nada menos que a 800 manifestan­tes.

“El pueblo siempre paga el precio”, sostiene resignado Ahmed Hassan, protagonis­ta de The Square.

Ganadores y perdedores

El 17 de diciembre pasado se cumplieron 10 años desde que el tunecino Mohammed Bouazizi, un vendedor callejero con título de técnico informátic­o, se prendió fuego a modo de protesta ante las autoridade­s por la confiscaci­ón de su mercancía.

Su muerte, pocas semanas después, agitó fuertes protestas que derivaron en la salida del gobierno de Ben Ali tras 23 años en el poder.

Este hecho fue el puntapié inicial para las manifestac­iones que en pocos meses invadieron a casi todo Medio Oriente y al norte de África.

Las multitudes exigían el fin de autocracia­s corruptas y pedían justicia social, libertad, dignidad y trabajo.

No todas las revueltas tuvieron los mismos resultados. A excepción de Túnez, donde la democracia sigue en pie, en el resto de los países la situación no cambió demasiado en términos económicos y de libertades. Por ello, algunos expertos llaman a lo sucedido hace 10 años el “Invierno Árabe”.

El politólogo y especialis­ta en cultura y sociedad de Medio Oriente, Ismael Elías Adriss, sugirió ampliar la visión para hablar de éxito o fracaso de la Primavera Árabe.

“Primero hay que tener en cuenta que fue un proceso sociopolít­ico donde intervinie­ron distintos actores, no solamente las sociedades civiles y los estados nación, sino también organizaci­ones fundamenta­listas. Entonces, sería interesant­e pensar que, desde la perspectiv­a de las sociedades, puede pensarse que fue un fracaso. Incluso en Túnez, donde hubo un modelo exitoso que fue el tunecino que llevó a la redacción de una Constituci­ón, al día de hoy, 10 años después, hay protestas por los fracasos económicos, por la corrupción y por el desempleo, amén de mucha lucha interna hacia dentro de los partidos”, expresó.

En países como Libia y Yemen, las revueltas fueron abortadas por guerras civiles, al igual que en Siria, donde el dictador Bachar el Asad se mantuvo en el poder (sucedió a su padre en 2000) a costa de un baño de sangre y la destrucció­n de ciudades enteras.

En estos territorio­s, al menos medio millón de personas murieron, mientras que 16 millones se han visto desplazada­s de sus hogares.

En Marruecos, en Argelia, en Sudán, en Jordania, en Irak, en Arabia Saudita y en Omán, hubo protestas, pero los regímenes lograron aplacarlas de distintos modos, ya sea represión, reformas mínimas o dinero.

“Desde el punto de vista geoestraté­gico, hubo ganadores –sostuvo Adriss–. Algunos actores regionales como Turquía salieron reforzados y tuvieron la posibilida­d de enfrentar a otros actores que históricam­ente les fueron problemáti­cos, como el pueblo kurdo, y también ganar territorio en Siria, un lugar que siempre ambicionar­on. Pero también creo que el mayor ganador es Rusia, en el sentido de que ha sabido controlar uno de los territorio­s donde ejercía el mayor interés. Pero en general ha sido un proceso dinámico, con actores que en algún momento ganaron y que en otro perdieron”.

Jóvenes protagonis­tas

Un dato esencial al analizar el contexto de las revueltas es que el 60 por ciento de la población de esta región tiene menos de 30 años. Echando mano al uso de las redes sociales, los jóvenes fueron protagonis­tas a la hora de mostrar su descontent­o en las calles.

“Hay una transición en cuanto a las poblacione­s jóvenes que están marcando una nueva tendencia. Creo que a algunos de los gobiernos se les va a hacer complicado ejercer ese estado de emergencia previo a los levantamie­ntos, que fue justamente el motor de las protestas. Van a tener que hacer algunas concesione­s”, apuntó el especialis­ta.

En octubre de 2019 se vieron resabios de la Primavera Árabe con protestas en Egipto por el despido de un respetado general; en El Líbano, por el intento del Gobierno de imponer un impuesto a las llamadas de WhatsApp y de Skype, y en Irán por el aumento en el precio de la nafta, lo que derivó en una fuerte represión gubernamen­tal y en un bloqueo de internet de casi 100 horas.

 ?? AP/ARCHIVO ?? EL CAIRO, 2013. En Egipto, una nutrida manifestac­ión contra el presidente islamista Mohammed Morsi, en un aniversari­o de su asunción.
AP/ARCHIVO EL CAIRO, 2013. En Egipto, una nutrida manifestac­ión contra el presidente islamista Mohammed Morsi, en un aniversari­o de su asunción.

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