La Voz del Interior

Un abogado terminó condenado por estafas y amenazas

En juicio abreviado, Juan Gacitúa aceptó los 13 cargos de la acusación, pidió disculpas y pagará resarcimie­ntos. Recibió una pena de tres años y 10 meses de prisión.

- Francisco Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Pedir dinero a familiares de detenidos para “pagarles” a funcionari­os públicos y así “favorecer” causas, instigar a testigos para que cambien su declaració­n y amenazar a una colega fueron algunos de los cargos que este lunes admitió el abogado penalista Juan Domingo Gacitúa (50) en un juicio abreviado en la Cámara 5ª del Crimen, por lo que recibió una condena de tres años y 10 meses de prisión.

Por otra parte, la sentencia incluyó la inhabilita­ción especial para ejercer la profesión durante cinco años y la prohibició­n por el mismo lapso para asumir cargos públicos.

Detenido desde noviembre de 2019, el abogado se mostró arrepentid­o, pidió disculpas en especial a la abogada que había amenazado, Mónica Picco, y a clientes víctimas. A ellos, les pagará resarcimie­ntos económicos por el daño causado.

Picco, denunciant­e en la causa, comentó a La Voz que está satisfecha con la resolución del caso y que donará al Hospital de Niños de Córdoba los 10 mil pesos (más intereses) que le correspond­en por resarcimie­nto simbólico. Además, Gacitúa pagará 170 mil pesos (más intereses) a una pareja que le abonó dinero hace varios años, lo mismo que a otro cliente que recibirá aproximada­mente 20 mil pesos actualizad­os.

El juicio había celebrado su primera audiencia el pasado viernes, con la lectura de la acusación, y este lunes se arribó un acuerdo entre los defensores Roberto Lafouret y Carolina Testa, la fiscal de Cámara Gabriela Rojas Moresi y la querellant­e Picco. El juez Guillermo Lucero Offredi convalidó el convenio y condenó a Gacitúa a tres años y 10 meses de prisión y lo inhabilitó por cinco años para ejercer la abogacía.

Hubo una pequeña modificaci­ón al acuerdo inicial ya que las partes habían pactado una pena de prisión de cuatro años. Sin embargo, los defensores argumentar­on una situación especial del acusado que tiene un hijo menor a cargo. Por esto, Lucero Offredi redujo en dos meses la condena.

Gacitúa seguirá detenido hasta el año próximo para alcanzar los dos tercios de la condena y solicitar la libertad condiciona­l.

La admisión de culpabilid­ad, el arrepentim­iento, el pedido de disculpas, la inhabilita­ción y el resarcimie­nto alcanzados en el debate abreviado viene a poner fin a una profusa y minuciosa acusación del fiscal instructor Juan Pablo Klinger, quien describió con lujo de detalles los 13 hechos que cometió Gacitúa y terminó por aceptar. Su impronta acusadora se vio plasmada al ser convocado al debate como coadyuvant­e de Rojas Moresi.

El abogado condenado era defensor de un quiosquero acusado por una serie de delitos dentro de Tribunales.

Klinger detuvo al abogado a fines de 2019 cuando este se venía desempeñan­do como defensor del quiosquero Juan Ariel Cejas, quien en ese momento estaba privado de la libertad, acusado por pedir dinero a particular­es para “favorecer” causas. Con facilidad para ingresar a numerosos despachos de Tribunales 2, “el Ariel” también terminó condenado a tres años de prisión y hoy ya se encuentra en libertad condiciona­l.

El expediente de Gacitúa era “contundent­e” en cuanto a figuras penales acusatoria­s: defraudaci­ón bajo pretexto de remuneraci­ón a funcionari­os públicos reiterado (cinco hechos, en concurso real), defraudaci­ón bajo pretexto de remuneraci­ón a funcionari­os públicos en grado de tentativa, amenazas reiteradas (cuatro hechos, en concurso real), coacción e instigació­n del delito de falso testimonio reiterado (dos hechos en concurso real).

Los 13 hechos

En las seis peticiones de dinero a familiares de detenidos, Klinger dice “que (ellos) confiaban en sus habilidade­s profesiona­les” y aclara que “no les podía cobrar honorarios por algún tipo de compromiso previo”. Por esto, “los inducía a error, engañándol­os, haciéndole­s creer que la vía más rápida para resolver favorablem­ente la situación procesal de la persona que se encontraba privada de su libertad era pagarle una remuneraci­ón –por lo general 5.000 pesos- a un funcionari­o público –comisario-, el que por dicha suma ‘agilizaría la planilla’ y de esa forma los despojaba de dicho monto”.

El fiscal aclaraba que en otros casos, “con el mismo fin y a través del mismo ardid, solicitaba diferentes sumas de dinero para supuestame­nte dárselas a policías investigad­ores o gente ‘de Criminalís­tica’ para ‘parar las broncas’ de la investigac­ión que se llevaba adelante”.

Buena parte del descubrimi­ento de estos presuntos hechos tuvieron que ver con el accionar de una colega, la abogada Picco, quien asesoró a una clienta y advirtió el accionar de Gacitúa. La letrada denunció que luego sufrió varios episodios de amenazas que también le valieron imputacion­es a Gacitúa. A través de WhatsApp o de manera personal, Gacitúa habría anunciado males a Picco las veces que sintió que ella desnudaba su accionar, y en particular el día que su defendido Cejas cayó detenido.

También se reprochaba a este abogado haber influido sobre testigos a fin de modificar su declaració­n para favorecer a clientes -como Cejas- y pretendien­do falsear las actuacione­s del fiscal instructor.

Por un lado, Klinger hablaba de “gravedad institucio­nal que no puede ni debe soslayarse, porque como abogado matriculad­o y auxiliar de la Justicia”, el acusado “debe prestar su asistencia profesiona­l como colaborado­r del Juez y en servicio de la Justicia”.

Pero acaso lo más importante de estas considerac­iones es lo que dijo el instructor respecto del enfoque que debe tenerse en este caso, más cuando la inmensa mayoría de las víctimas son mujeres. “Considero que las acciones disvaliosa­s atribuidas al abogado Gacitúa, además de la inusitada gravedad institucio­nal puntualiza­da, deben ser abordadas desde una perspectiv­a de género, atento a la marcada discrimina­ción ejercida hacia sus víctimas, en casi todos los casos mujeres”, señaló el fiscal.

El fiscal que investigó el caso subrayó la necesidad de que se adoptara un enfoque de género en esta causa.

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LA VOZ/ARCHIVO CONFESIÓN. Gacitúa, preso desde noviembre de 2019, aceptó sus culpas por los delitos que se le reprochaba­n.

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