La crisis del comunismo cubano y los intelectuales de izquierda
Todo parece indicar que el comunismo cubano, el régimen criminal de más larga duración que se conozca en la historia latinoamericana, se está agotando por su propia incapacidad y por su adicción a la permanente violación de los derechos humanos.
El régimen que comenzó en enero de 1959 como nacional y popular, y con gran apoyo de la ciudadanía – incluso con reconocimiento internacional–, en muy poco tiempo se transformó en un satélite de la Unión Soviética, luego desaparecida en la Navidad de 1991.
Tras el final del gigante euroasiático, la economía cubana dirigió su mirada a Venezuela, país donde ya Fidel Castro había posado su interés mucho antes, no sólo en lo económico, sino también en lo político.
Antiimperialismo declamado
Las razones de que este oprobioso régimen haya durado tanto tiempo son varias. Pese a servir al imperialismo soviético –algo que quedó demostrado cuando Castro permitió que en su isla se instalaran misiles de mediano y largo alcance que apuntaban a Estados Unidos, en 1962–, el régimen comunista instaurado por Castro, Ernesto “Che” Guevara y otros se proclamó antiimperialista.
Con ello se ganó la simpatía de una buena parte de la intelectualidad latinoamericana, deslumbrada por la retórica antiestadounidense de prolíficos literatos, cineastas y filósofos que, desde Europa, veían con desencanto los resultados que había dejado la sangrienta dictadura estalinista, pero con igual desagrado el avance de los Estados Unidos en tiempos de la Guerra Fría.
El enemigo común de todos los imperialistas es Estados Unidos, pero desconocen al imperialismo comunista, que durante muchísimos años se desplegó obedeciendo órdenes que emanaban del Kremlin. Cuba fue el único país latinoamericano que siguió a pie juntillas las órdenes impartidas desde Moscú.
La isla caribeña se convirtió, entonces, en el campo de adiestramiento de cuanta agrupación guerrillera decidiera lanzarse al ruedo perpetrando atentados, matando, secuestrando, robando y violando todos los derechos humanos existentes.
Así, ocupado en lo externo, el régimen cubano se fue olvidando de las necesidades de su pueblo. Con más de seis décadas de dictadura de partido único, el régimen comunista no se ha mostrado capaz de resolver los problemas cotidianos de la gente, que ve cómo los derechos humanos siguen siendo violados de modo permanente.
Problemas irresueltos
Hay que ser un habitante octogenario para recordar algo distinto al comunismo en Cuba.
Pero lo peor es que el régimen ha durado tanto por su falsa retórica antiimperialista como por la defensa recibida de parte de una intelectualidad latinoamericana que profesa ideas que dicen compatibles con la libertad, pero que no estaría dispuesta a vivir ni 10 minutos en una isla donde, ahora, parece que el Gobierno decide interrumpir cuando quiere el servicio de internet, sin hablar de los cotidianos problemas para conseguir insumos básicos.
Como si fuera poco, las autoridades siguen apelando a la victimización y culpando a los Estados Unidos de los males sufridos por su pueblo, que viene soportando limitaciones impuestas por un régimen en el que están ausentes las libertades, sólo resguardadas por un sistema de libre mercado.
La democracia plural, el acceso a los bienes elementales para una vida digna, la libertad de expresión, la democracia como estilo de vida, la división y la independencia de poderes, la República...; en fin, todo lo que imaginamos como normal en cualquier país civilizado de Occidente falta en Cuba.
Y no resulta fácil comprender cómo es posible que una clase intelectual que se autodefine como progresista haya sido, y siga siendo, partícipe necesaria y cómplice para la permanencia de un régimen así.
El comunismo es la aberración política más criminal que hayamos conocido.
Las autoridades siguen apelando a la victimización y culpando a Estados Unidos por los males sufridos por su pueblo.
En más de seis décadas, el régimen comunista no se ha mostrado capaz de resolver los problemas cotidianos de la gente.