La Voz del Interior

“El sistema actúa como si todos tuvieran conectivid­ad y espacio para estudiar”

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“No se trata sólo de los vecinos de los barrios populares. También se les complicó a todas las familias, que tuvieron que sentarse dos o tres horas a hacer tareas. Debe haber hombres que lo hayan hecho, pero por lo general son las mujeres las que se ocupan de las tareas: madres, tías, hermanas, abuelas”.

Con esa definición, larga la directora de la escuela Alegría Ahora, Mónica Lungo. La docente trabaja hace años con una población en la Capital que queda fuera de las escuelas y a la cual ella incentiva para retomar los estudios. Desde esa experienci­a, fue muy dura con las condicione­s educativas que se generaron durante el aislamient­o.

“Es el segundo año de pandemia y el sistema educativo sigue planteando una currícula con actividade­s de otro mundo, como si estuviéram­os en el escenario prepandémi­co. Se ve a todos los estudiante­s, de todos los niveles, como si tuvieran conectivid­ad, dispositiv­o personal y espacio tranquilo para estudiar. Pero más de la mitad no cumple con esos requisitos”, sostuvo.

“Se ha convertido en un ejercicio de mandar actividade­s que los adultos agrandan y ponen en una carpeta. Las mamás, lejos de ser la escuela, han vivenciado todo esto como una carga más, a la que muchas no pudieron dar respuestas. Estamos dibujando ficciones”, criticó.

A su vez, la docente señaló que sus colegas deberían hablar más sobre lo que está ocurriendo. “A esto mismo los invito. ¿Cómo va a saber el sistema educativo lo que está pasando si nosotros no hablamos”, se preguntó.

Lungo opinó que la mayoría de las veces las madres imprimen las hojas de ejercicios, hacen lo que pueden y entregan. Además, aseguró que en algunas villas se cobra por hacer la tarea. “Quienes saben leer y escribir hacen las tareas y cobran. Luego los padres mandan esa evidencia”, alertó.

“Estamos hablando de personas que hace 30 años alcanzaron a hacer la mitad de la primaria. Hoy están desesperad­as. En los barrios las mamás lloran, golpeadas por la frustració­n”, sentenció.

Según la directora, en muchos barrios de la ciudad de Córdoba “explota la droga, la prostituci­ón, el hambre y la escuela está haciendo de cuenta que no pasa nada”.

A su análisis le sumó una autocrític­a: “El Ministerio no está en la escuelas, la hacemos la comunidad y tenemos la responsabi­lidad de decir lo que está pasando”.

Hace años, en la escuela Alegría Ahora se identifica que las madres desean estudiar: es una cuenta pendiente de muchas mujeres, según datos que manejan en ese colegio.

“Es posible lograr ese estudio y lo venimos realizando. Pero durante este tiempo inaudito, hasta yo misma he ayudado a hacer tareas. El sistema sigue y cae el que cae. Y las mamás ya no saben cómo ayudar”, concluyó Lungo.

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LA VOZ EN PANDEMIA. La escuela, más lejos.

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