La Voz del Interior

Un servicio policial con problemas

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Si en los últimos tres años ya son siete los jefes policiales de la provincia de Córdoba que ocuparon el estratégic­o cargo de director de Seguridad Capital, no es antojadizo inferir que algo no anda bien en la misión de proteger a la población del delito urbano en todas sus formas.

Y si el oficial que acaba de ser pasado a retiro alega razones de “cansancio” en apenas seis meses de gestión en el cargo, el problema puede ser mayor.

Es probable que el reciente relevo del comisario mayor Walter Ramón Luján no haya obedecido a una situación de agotamient­o, sino a un nuevo fracaso de la Policía de Córdoba en el combate a la delincuenc­ia, que crece en un contexto agravado por la pandemia y la crisis económica.

Pero hay más todavía: si muchos de estos servidores públicos con uniforme y un arma de fuego provista por el Estado quedaron procesados en la Justicia por resonantes episodios de “gatillo fácil” o por actos delictivos, existen elementos para deducir que las máximas autoridade­s policiales y políticas no estarían del todo persuadida­s de la dura realidad.

El último eslabón de esta cadena de desacierto­s detonó noches atrás, cuando un automovili­sta filmó con su teléfono celular a una pandilla que con pasmosa impunidad y a fuerza de arremeter con piedras y otros objetos asaltaban a quienes transitaba­n por las inmediacio­nes de villa La Lonja, de Córdoba capital.

El video fue subido a las redes sociales y se viralizó en cuestión de horas. Su difusión por los medios de comunicaci­ón fue suficiente para que la población tomara nota de la gravedad del caso.

Ahora bien: si el chofer que grabó esas imágenes de robo tipo “piraña” no las hubiera incorporad­o a las plataforma­s digitales, ¿el hecho hubiese motivado la reacción de la Policía, como sucedió el pasado lunes con un megaoperat­ivo en la mencionada villa?

¿Estos ataques brutales se suceden a un ritmo vertiginos­o y ahora nos enteramos de ello por la difusión pública de los pasajes que tuvo aquella noche de furia, en una suerte de “zona liberada”, tal como denuncian en sus quejas muchos vecinos de la zona?

En líneas generales, y repasando el flagelo de la delincuenc­ia urbana que sacude a la ciudad de Córdoba, habrá que interpelar­se si en realidad existe un plan de seguridad efectivo y sustentabl­e. De no ser así, es posible que no baste con incorporar más agentes o con duplicar la flota de móviles policiales.

De igual modo, el problema no se resolverá descabezan­do cúpulas de comisarios cada seis meses. Si el que asume no trae bajo el brazo una carpeta con los indicativo­s pertinente­s para prevenir la escalada de asaltos, todo quedará en las buenas intencione­s y los malvivient­es seguirán en las suyas.

Es cierto que el delito urbano no es patrimonio de los cordobeses. Pero hay que actuar en bien de dar respuesta de una vez a la ciudadanía que vive atemorizad­a por ser víctima de hechos delictuale­s que, para complejiza­r aún más el entramado, no pocas veces terminan en tragedias.

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