Sobre “La voz argentina”
Es la primera vez en mi vida que veo un programa de competencia de canto; La voz argentina. No estoy de acuerdo con este tipo de eventos orientados más al show mediático que al arte, en el que se premia a quien deslumbra con piruetas vocales acrobáticas y se descalifica a quien privilegia la transmisión de la obra por encima de ostentar cualidades y virtuosismos vocales.
Atahualpa Yupanqui decía que había dos tipos de cantores, los que deslumbran y los que alumbran. Los que deslumbran enceguecen, no dejan ver. El hecho artístico son ellos mismos, a diferencia de los que alumbran, que acompañan, ayudan a ver, y el hecho artístico allí es el mensaje del autor.
Pero, evidentemente, este tipo de circo televisivo requiere de aquellos que responden al primer tipo. Y queda claro cuando uno confirma que todos los integrantes del jurado, por ejemplo, carecen de experiencia y formación pedagógica en canto.
He seguido el programa toda la semana para saber qué sucede allí.
La novedad ingrata, dolorosa para este trovador y educador musical, es que una gran parte de los jóvenes que concursan cantan en inglés. Poseedores de una lengua maravillosa y natal, eligen otra, sin embargo. Como si fuéramos una colonia anglosajona (¿O en verdad lo somos?).
Incluso un pibe, muy bien plantado, que cantó un hermoso tango, fue cuestionado con sorpresa, e interpelado por Soledad así: ”Qué extraño que elijas... un tango”.
Bueno, amigos, si cantar un tango en Argentina, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, es extraño, quien escribe puede confirmar la rotunda derrota cultural en mi tierra.
De más está decir que ya ni espero que algún participante lo haga en una lengua de pueblos originarios locales. Ojalá que tomen nota los responsables de las políticas educativas de Argentina, y quienes desde la función pública tienen la posibilidad de frenar el vaciamiento cultural a manos del mercado y del entretenimiento vil.