Una expulsión que pone en evidencia a la UCR
El tiro, a veces, sale por la culata. Algo de eso le sucede a un grupo de jóvenes radicales que en los últimos días realizó una movida para “desafiliar” del partido al ahora macrista Gustavo Santos. Consideran que un correligionario no puede participar como candidato por un partido que no sea el radical.
Santos, que tiene un acuerdo político con Luis Juez para liderar la cabeza para Diputados de una de las boletas de Juntos por el Cambio, cambió en 2015 a filas del PRO, cuando se sumó a la gestión de Cambiemos como ministro de Turismo. Antes, ya había asumido responsabilidades de gestión en las administraciones peronistas de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti. En aquel momento, Santos fue prácticamente lapidado por radicales que no le perdonaron lo que consideraron “alta traición”: dejar las filas radicales por las del peronismo. Fue en ese momento, en mayo de 2012, que quien fuera mano derecha del exintendente radical Rubén Américo Martí recibió una cédula de notificación del Comité Central de la UCR de Córdoba, que lo expulsó del partido. Con esa misiva, el partido no sólo echó a Santos de la UCR, sino que se instruyó al apoderado del partido para que cancelara ante el juzgado federal con competencia electoral la ficha de afiliación.
La movida que ahora impulsa un grupo de jóvenes radicales desnudó varias cuestiones. Por un lado, que el padrón de afiliación de la UCR está plagado de irregularidades. No sólo figura Santos como afiliado –pese a haber sido expulsado–, sino que hay decenas de radicales ya fallecidos que aún figuran. También, cierta contradicción de lo que representa integrar una alianza política como Juntos por el Cambio, constituida desde 2015 y de la cual el PRO es parte importante. Si Santos termina siendo candidato de la alianza para las legislativas de noviembre, en el lugar que sea, ¿harán campaña por él o seguirán considerándolo un “traidor”?