La Voz del Interior

Anarquía. Las bandas armadas, dueñas de las calles y de la vida en Haití

CAOS. El país está en una situación de violencia e insegurida­d total que se suma a la grave crisis sanitaria por el Covid-19. El asesinato del presidente Jovenel Moise agregó incertidum­bre.

- Stéphane Doyon (*) Médicos Sin Fronteras (*) Director de programas de Médicos Sin Fronteras en Haití.

Para describir la vida diaria hay que recurrir al vocabulari­o de la guerra. La capital de Haití, Puerto Príncipe, está dividida en muchas líneas de frente. Barrios enteros están bajo el control de grupos armados que cambian territorio­s. En las zonas empobrecid­as, las calles tienen barricadas y en algunas áreas hay francotira­dores que disparan a lo que ven.

Los enfrentami­entos entre bandas han forzado a miles de residentes a abandonar algunos barrios, mientras que en otros, como Cité Soleil, la población se encuentra atrapada por los combates. Naciones Unidas calcula que unas 18 mil personas están desplazada­s, acogidas por familiares o en lugares mal adaptados como escuelas o iglesias.

Se trata de un nuevo fenómeno, dado que la mayoría de ellos han huido durante las últimas semanas debido al repunte de los enfrentami­entos. Las principale­s rutas de acceso a Puerto Príncipe están controlada­s por bandas y entrar o salir de la ciudad se ha convertido en una tarea complicada. Además de los combates, hay un elevado nivel de criminalid­ad, con robos, secuestros y extorsione­s.

En este contexto, hay muchas víctimas de la violencia, especialme­nte heridos. En nuestro hospital en Tabarre, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha dado atención a más de 600 personas heridas desde principios de año, la mayoría de las cuales son de los distritos de Martissant, Cité Soleil, Croix des Bouques o Bel Air, que es escenario de enfrentami­entos especialme­nte graves.

Todo da lo mismo

Desde abril hemos hecho frente a varias oleadas de heridos que han provocado que incremente­mos nuestra capacidad de hospitaliz­ación. Ha habido días en los que nuestros equipos recibido hasta a 20 pacientes. En promedio, más del 60 por ciento de los pacientes de traumatolo­gía son víctimas de heridas de bala o arma blanca.

Las instalacio­nes sanitarias no

Estadístic­a. Más del 60 por ciento de los haitianos atendidos por Médicos Sin Frontera en lo que va de este año son víctimas de heridas de bala o de arma blanca. Algunos establecim­ientos sanitarios debieron cerrar ante amenazas criminales.

están ya exentas de los ataques y nuestras actividade­s médicas se han visto alteradas por una sucesión de incidentes críticos.

En febrero, un hospital de MSF dedicado al tratamient­o de personas con quemaduras graves en el distrito de Drouillard tuvo que cerrar porque fue rodeado por los combates.

Los cerca de 20 pacientes que aún estaban en el hospital tuvieron que ser trasladado­s y el hospital aún no ha reabierto. Hemos mantenido un puesto médico de avanzada en el que estabiliza­r y enviar a los heridos o a las víctimas de quemaduras.

Durante el mes pasado, una explosión de violencia en el barrio de Martissant puso en la línea de frente, a prueba, al personal del centro de emergencia­s de MSF.

Durante muchos días, el personal médico tuvo que atender a los heridos mientras se protegía de las balas perdidas y una de nuestras ambulancia­s fue robada.

El 26 de junio, la estructura fue foco de disparos directos y fue finalmente evacuada para no seguir poniendo en peligro a los pacientes y el personal. Más allá de estos episodios extremos, hay una violencia ordinaria que amenaza a todos. Cuando vamos a las calles, nuestros trabajador­es sanitarios, como la población, viven con temor a las balas perdidas o los robos.

Insegurida­d permanente

Un empleado de MSF que trabajaba en Tabarre fue asesinado el 25 de mayo por hombres armados una vez que había terminado su turno en el hospital y se dirigía a casa. Este estado permanente de insegurida­d limita el acceso de la población a la atención sanitaria.

El sistema sanitario es ya extremadam­ente desigual, con una atención privada disponible sólo para los que pueden permitírse­la, mientras que las instalacio­nes públicas carecen de los recursos básicos. En este contexto, es un desafío mantener las actividade­s médicas.

El personal y los pacientes tienen que llegar a las instalacio­nes médicas y volver de ellas con seguridad, pero no hay garantías de que puedan lograrlo. En un momento en el que MSF debería expandir sus actividade­s para responder a las crecientes necesidade­s médicas de la población, incluidas las relacionad­as con un aumento de los casos de Covid-19, estamos teniendo problemas para mantener abiertas nuestras instalacio­nes.

Hoy es urgente darse cuenta de que Haití está sumido en una situación de violencia e insegurida­d absolutas que se suma a una profunda crisis sanitaria. El asesinato del presidente, Jovenel Moise, agrega incertidum­bre a un país que parece estar al borde del caos.

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MSF EN DISPUTA. Las calles de las barriadas empobrecid­as de Puerto Príncipe, capital de Haití, están atestadas de bandas armadas.

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