La Voz del Interior

Cumple un año la primera supermanza­na

Los vecinos se apropiaron de la zona de San Jerónimo y 27 de Abril.

- Verónica Suppo vsuppo@lavozdelin­terior.com.ar

Acasi un año de la demarcació­n de sendas para peatones, ciclistas y autos en San Jerónimo y 27 de Abril, la primera supermanza­na del microcentr­o de Córdoba capital fue ganada por los vecinos como un lugar de esparcimie­nto real los fines de semana. En jornadas hábiles, en cambio, hay autos que superan la velocidad máxima y que no respetan la prohibició­n para estacionar. Y algunos comercios se quejan porque están al borde del cierre debido a la reducción en la circulació­n.

La semipeaton­alización surgió en el marco de la necesidad de distancia social, pero con resistenci­a de los comerciant­es (a excepción de los gastronómi­cos, que ganaron espacios con sus mesas en la calle) y de los usuarios que abordaban los colectivos en San Jerónimo-27 de Abril. Pero ¿qué pasó en ese año en este nuevo espacio?

Los fines de semana, todo el ancho de esta arteria, principalm­ente, entre Buenos Aires y Vélez Sársfield, se convirtió en un punto apropiado por actividade­s recreativa­s. Se pueden ver familias y grupos de amigos en bicicleta o en patineta, y aquellos que aprovechan el lugar para hacer running.

La idea original del municipio, al igual que en otras grandes urbes, fue ganar espacio para peatones en detrimento de los vehículos, batalla que está ganada los fines de semana. Sólo pasan algunos particular­es y hay taxis en las paradas.

Pero ¿qué sucedió en la supermanza­na en los días hábiles? El movimiento en los alrededore­s de la plaza San Martín cambia por completo. Los servidores urbanos ya no están y casi no se ven promotores urbanos. Tampoco hay apostados inspectore­s en forma constante. El control parece estar más relajado. Sobre todo en San Jerónimo, entre Chacabuco y Buenos Aires, donde no está permitida la circulació­n de autos particular­es.

La Voz realizó una recorrida y observó cómo los coches que transitan por Buenos Aires y giran por San Jerónimo, frente a la plaza, ingresan a esta zona de semipeaton­alización. Si bien se informó desde el municipio que los autos particular­es pueden transitar, se dan situacione­s en las que no respetan la máxima permitida de 20 kilómetros.

Inicialmen­te, este paso de la supermanza­na había sido presentado en la inauguraci­ón con permisos para circular exclusivos para ambulancia­s y para vehículos que tuvieran cocheras sobre 27 de Abril.

Los peatones, en horas de más movimiento, también ocupan la calzada y es un nuevo espacio ganado por ellos, aunque la gran mayoría prefiere circular por las veredas o por la plaza, porque no se sienten confiados por el paso de los autos.

Como las paradas de colectivos ya no están en este corredor, la mayoría de los pasajeros desciende en bulevar Illia-San Juan o en Humberto Primero e ingresa caminando al Centro.

“Me trajo mi marido en auto porque, si me tengo que bajar en un colectivo, me queda lejos”, se quejó una mujer que descendió frente a la plaza San Martín.

Quejas en los negocios

Los que más se quejan son los comerciant­es porque aseguraron que sus ventas bajaron hasta un 80 por ciento, ya que no hay movimiento porque no pasan los colectivos, además de las restriccio­nes horarias por la pandemia.

Juan Pablo Patres, quien está desde hace casi siete años en el puesto de diarios y revistas frente a la plaza San Martín, contó: “Perdón por la catarsis, pero ya no se puede más. No se vende, no pasa gente, basta mirar la peatonal para ver que hay menos gente”.

El vendedor de la mercería de 27 de Abril, que pidió reserva de su nombre, contó que antes de las obras de la supermanza­na eran tres empleados, pero que el personal se vio reducido. “No entra gente. Antes estaba en las paradas del colectivo y al irse a su barrio alguien entraba para comprar algo. Ni lanas, que estamos en temporada, se venden como antes”, dijo.

Dos empleadas de una zapatería, Vanesa y Celeste, en la misma cuadra de 27 de Abril, contaron que debieron recurrir a realizar promocione­s y ofertas por las redes sociales.

El vendedor de praliné Gabriel Piazzi, que está a unos metros de la Vélez Sársfield, contó que lleva 35 años en el mismo puesto de chapa, pero que nunca vio algo así. “Si yo pudiera hablar con Llaryora y decirle cómo estamos viviendo... ni para comer nos alcanza. No sé qué quisieron hacer, no pensaron también en nosotros; perdón, estoy angustiado”, dijo al borde de las lágrimas.

La realidad de los bares

La posibilida­d de colocar mesas en la calzada atrajo nuevos clientes a los bares. Incluso cordobeses que antes no se detenían y ahora eligen como un paseo tomar algo sentados en Sorocabana o en El Solar de Tejeda Restaurant­e. En estos lugares, así esté frío, hay mesas ocupadas en la calle.

Sin embargo, también reconocier­on que el resto de los comerciant­es no mejoró sus ventas y que los bares que están fuera de esta arteria también están en una situación complicada.

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