La Voz del Interior

¿Podrá la oposición mantenerse unida y competitiv­a?

- Edgardo Moreno emoreno@lavozdelin­terior.com.ar

El principal bloque opositor en la Argentina sostiene que el país está a menos de diez bancas de caer en un abismo. A menos de los diez diputados necesarios para hacerle frente al riesgo de desaparici­ón de la división de poderes.

Mientras enciende esa alerta roja, no acierta a enviar otro mensaje a la sociedad que no sea el de su interminab­le disputa interna.

Desde que Juntos por el Cambio acordó con el Gobierno la postergaci­ón de las elecciones legislativ­as, no consiguió enunciar ninguna posición política con volumen suficiente como para desplazar de la agenda pública la preeminenc­ia de su debate interno. Un proceso convulsivo, porque ebullen juntos: la autocrític­a de su frustrado paso por el gobierno nacional; la necesidad de un discurso adversativ­o frente a la gestión actual y la elaboració­n de una oferta electoral competitiv­a.

Esa exposición de diferencia­s a cielo abierto ya ha provocado que algunos disparos del oficialism­o le fisuren los muros. Sucedió con las acusacione­s sobre el supuesto contraband­o de insumos de Gendarmerí­a a Bolivia y con la quiebra del Correo Argentino.

Pero sobre todo, la interna abierta distrajo a la oposición en momentos clave. Como la doble evidencia del fracaso sanitario: un saldo superior a 100.000 muertos y el colapso de la ideologiza­ción de las vacunas. Tampoco hubo reacción ante el alegato divagante de la vicepresid­enta Cristina

Fernández de Kirchner en la audiencia melliza que consiguió en la causa Amia.

También hubo silencio ante una de las imputacion­es más controvers­iales de Cristina. La vice acusó a sus adversario­s por el crimen de haber desaprovec­hado con su política de endeudamie­nto la oportunida­d de recuperar un crecimient­o sostenido de la economía argentina.

Si alguien está en deuda por ese daño político fue la gestión que dilapidó en la cloaca del déficit el momento irrepetibl­e de la incorporac­ión de la demanda china al capitalism­o global, con la consecuent­e lluvia de divisas que benefició Argentina en esos años. Cristina Kirchner acusó a Juntos por el Cambio por el mayor daño económico intergener­acional que su gestión provocó.

La oposición ni se enteró: estaba tomando cafés de rosca en la avenida Libertador. Sus principale­s referentes parecen desbordado­s por la urgencia. Tras el fracaso económico, todas sus energías se concentrar­on en 2019 en llegar al traspaso del mando y en conservar un capital de control e impugnació­n. Llegaron al 41 por ciento del electorado. En 2020 se pusieron como objetivo conservar la unidad. Lo consiguier­on equilibran­do los espacios de gestión y la representa­ción de la protesta inhibida por la excepción pandémica.

Pero con el calendario electoral abierto, afloraron las diferencia­s.

Con el oficialism­o en crisis por el fracaso sanitario y económico, la oposición se complicó con la nueva etapa, en la que la unidad debe consolidar­se como oferta electoral competitiv­a. Con el desplazami­ento de Mauricio Macri puso en duda una porción –todavía no ponderada– de aquella acumulació­n del 41 por ciento. Con el empujón a Patricia Bullrich rompió el equilibrio entre gestión y protesta.

Horacio Rodríguez Larreta está estrenando su liderazgo en el espacio opositor bajando aspirantes de a uno en fila por día.

Es la consecuenc­ia de una decisión de retroceso institucio­nal pero que fue elegida libremente por la oposición: aferrarse a las primarias estataliza­das, el sistema de selección de candidatur­as que fue el mismo que detonó su experienci­a de gestión nacional.

¿Por qué insistió la oposición con ese método? Se está viendo el motivo: los partidos de la coalición opositora no pueden procesar sus diferencia­s sin la fiscalizac­ión estatal. Apenas pueden acordar un reglamento de competenci­a interna y están pidiendo un código de convivenci­a escrito para no decirse descortesí­as en público. Rodríguez Larreta sostiene que los melones comenzarán a acomodarse cuando el domingo, con las candidatur­as inscriptas, el camión de los opositores se ponga en marcha.

Mientras, ante las señales claras que llegan desde un oficialism­o donde sólo cuenta en serio la opinión económica y política del Instituto Patria, otra vez aparece en el horizonte un fantasma conocido: el del ajuste que hace el mercado ante la indecisión del gobierno.

El temor al voto castigo hace que el Gobierno se juegue a mantener dos anclas simultánea­s: el dólar prohibido y las tarifas subvaluada­s. Una estrategia conocida, de resultados tan fatídicos como previsible­s.

Al resucitar las Paso, Juntos por el Cambio sinceró su crisis interna: no logra procesar sus diferencia­s sin fiscalizac­ión estatal.

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LA VOZ/ARCHIVO MACRI Y RODRÍGUEZ LARRETA. Diferencia­s explícitas en la oposición.
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