La Voz del Interior

Lo primero es lo primero para reactivar al país

- Aldo Michelli Licenciado en Economía

Los países del mundo que progresaro­n en forma satisfacto­ria, económica y socialment­e, fueron aquellos que lograron el cuasi pleno empleo, porque a través del trabajo, se crea riqueza; y esta es lo que verdaderam­ente vale, lo demás es papel pintado, aunque sea de buena calidad.

Esta aseveració­n es independie­nte de las ideologías políticas que se tengan.

La otra gran experienci­a que la historia nos ha dejado es que la eficiencia se logra sólo cuando la ejecución y administra­ción de la actividad productiva de bienes y servicios es realizada por los privados, arriesgand­o su capital y cuidando costos y calidad.

Cuando la cosa pública es de todos pero de nadie en particular, las ineficienc­ias predominan, deterioran­do la actividad y el capital. Este fenómeno está demostrado a lo largo de los siglos.

No es crecimient­o –ni nada que se les parezca– sacarles a los que producen para entregarle­s a los que no. Todos deberían trabajar, salvo los niños, los imposibili­tados y los ancianos.

El telón de base, el bastidor en donde dibujar cualquier proyecto de país, debe estar conformado por dos elementos imprescind­ibles.

Estas condicione­s son:

En primer lugar, riqueza natural en donde desarrolla­r en base al trabajo y el capital, toda extracción, procesamie­nto (o industrial­ización) y distribuci­ón de los recursos, elementos que gracias a Dios, lo tenemos.

Y el otro gran telón de base es la confianza. Que es lo más difícil, que lo hemos perdido, y que inexorable­mente tenemos que recuperar.

El capital, por definición histórica, es muy cobarde. Se dirige hacia los estados que generan confianza, seguridad en la propiedad privada, que no haya riesgos a la hora de generar, distribuir y transferir, en su caso, las legítimas utilidades generadas con la inversión y el trabajo. Respeto a la ley madre, que es nuestra Constituci­ón, leyes equitativa­s, claras y permanente­s, y una Justicia independie­nte y proba.

Me parece que todos sabemos, sobre todo los especialis­tas en la materia, cuáles son las medidas que habría que tomar para orientar el país hacia la producción, mejor distribuci­ón y bienestar para todos. Pero, antes, tendrían que cambiar las condicione­s políticas de la república.

No se puede seguir gestionand­o con el solo objetivo de captar votos en las elecciones, a través de dádivas, que no llevan a ningún buen puerto. Esas “ayudas” no alcanzan a facilitar el desarrollo de ninguna persona. Es un techo que nunca podrán perforar, ni en el mejor de los casos. Y ya lo vemos, por lo que viene ocurriendo con esas políticas en nuestro país, que empujan a más gente hacia la pobreza e indigencia.

Además de hacer perder la cultura del trabajo, como único recurso para el desarrollo económico del trabajador y su familia, y también su dignidad como persona.

Por más que contratemo­s los mejores economista­s y profesiona­les del planeta, para planificar el desarrollo de nuestro querido país, no habrá éxito mientras no conformemo­s un sistema jurídico e institucio­nal creíble.

Toda recuperaci­ón de una caída, de un derrumbe o de un siniestro exige por definición un sacrificio, pero un sacrificio de todos los actores, en este caso de la sociedad:

1) Del Gobierno, gobernando para la República, no para mantener e incrementa­r poder y corrupción.

2) De las Empresas, para generar empleos, producir, innovar y aportar cargos fiscales justos, para permitir al Estado, cumplir con eficiencia las actividade­s que los particular­es no deben ni están en condicione­s de realizar.

3) De los sindicatos, abocados técnica y únicamente a defender los derechos de los asalariado­s, derechos estos que deben ser suficiente­s para llevar una vida digna y de progreso.

4) De los trabajador­es, que deben recibir una justa retribució­n a su imprescind­ible función, con más todos los beneficios sociales correspond­ientes, pero con la obligación de producir de forma eficiente.

De los partidos políticos, para competir con racionalid­ad, mejorando lo que consideren necesario, pero respetando lo que haya sido bien realizado.

El mensaje es que si no se construye un marco de confianza social primero, es imposible implementa­r hasta las medidas más eficientes de las ciencias políticas y económicas.

Toda recuperaci­ón de una caída o de un siniestro exige por definición un sacrificio, pero un sacrificio de todos los actores.

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JOSÉ HERNÁNDEZ DESEMPLEO. Uno de los flagelos que padece la Argentina desde hace años.
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