Lo primero es lo primero para reactivar al país
Los países del mundo que progresaron en forma satisfactoria, económica y socialmente, fueron aquellos que lograron el cuasi pleno empleo, porque a través del trabajo, se crea riqueza; y esta es lo que verdaderamente vale, lo demás es papel pintado, aunque sea de buena calidad.
Esta aseveración es independiente de las ideologías políticas que se tengan.
La otra gran experiencia que la historia nos ha dejado es que la eficiencia se logra sólo cuando la ejecución y administración de la actividad productiva de bienes y servicios es realizada por los privados, arriesgando su capital y cuidando costos y calidad.
Cuando la cosa pública es de todos pero de nadie en particular, las ineficiencias predominan, deteriorando la actividad y el capital. Este fenómeno está demostrado a lo largo de los siglos.
No es crecimiento –ni nada que se les parezca– sacarles a los que producen para entregarles a los que no. Todos deberían trabajar, salvo los niños, los imposibilitados y los ancianos.
El telón de base, el bastidor en donde dibujar cualquier proyecto de país, debe estar conformado por dos elementos imprescindibles.
Estas condiciones son:
En primer lugar, riqueza natural en donde desarrollar en base al trabajo y el capital, toda extracción, procesamiento (o industrialización) y distribución de los recursos, elementos que gracias a Dios, lo tenemos.
Y el otro gran telón de base es la confianza. Que es lo más difícil, que lo hemos perdido, y que inexorablemente tenemos que recuperar.
El capital, por definición histórica, es muy cobarde. Se dirige hacia los estados que generan confianza, seguridad en la propiedad privada, que no haya riesgos a la hora de generar, distribuir y transferir, en su caso, las legítimas utilidades generadas con la inversión y el trabajo. Respeto a la ley madre, que es nuestra Constitución, leyes equitativas, claras y permanentes, y una Justicia independiente y proba.
Me parece que todos sabemos, sobre todo los especialistas en la materia, cuáles son las medidas que habría que tomar para orientar el país hacia la producción, mejor distribución y bienestar para todos. Pero, antes, tendrían que cambiar las condiciones políticas de la república.
No se puede seguir gestionando con el solo objetivo de captar votos en las elecciones, a través de dádivas, que no llevan a ningún buen puerto. Esas “ayudas” no alcanzan a facilitar el desarrollo de ninguna persona. Es un techo que nunca podrán perforar, ni en el mejor de los casos. Y ya lo vemos, por lo que viene ocurriendo con esas políticas en nuestro país, que empujan a más gente hacia la pobreza e indigencia.
Además de hacer perder la cultura del trabajo, como único recurso para el desarrollo económico del trabajador y su familia, y también su dignidad como persona.
Por más que contratemos los mejores economistas y profesionales del planeta, para planificar el desarrollo de nuestro querido país, no habrá éxito mientras no conformemos un sistema jurídico e institucional creíble.
Toda recuperación de una caída, de un derrumbe o de un siniestro exige por definición un sacrificio, pero un sacrificio de todos los actores, en este caso de la sociedad:
1) Del Gobierno, gobernando para la República, no para mantener e incrementar poder y corrupción.
2) De las Empresas, para generar empleos, producir, innovar y aportar cargos fiscales justos, para permitir al Estado, cumplir con eficiencia las actividades que los particulares no deben ni están en condiciones de realizar.
3) De los sindicatos, abocados técnica y únicamente a defender los derechos de los asalariados, derechos estos que deben ser suficientes para llevar una vida digna y de progreso.
4) De los trabajadores, que deben recibir una justa retribución a su imprescindible función, con más todos los beneficios sociales correspondientes, pero con la obligación de producir de forma eficiente.
De los partidos políticos, para competir con racionalidad, mejorando lo que consideren necesario, pero respetando lo que haya sido bien realizado.
El mensaje es que si no se construye un marco de confianza social primero, es imposible implementar hasta las medidas más eficientes de las ciencias políticas y económicas.
Toda recuperación de una caída o de un siniestro exige por definición un sacrificio, pero un sacrificio de todos los actores.