La Voz del Interior

“Un poco desorganiz­ados, pero muy contentos”

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Son las 8.30 de la mañana. El barrio 16 de Noviembre no tiene un ritmo frenético. Pero este lunes las calles que rodean la escuela Dr. René Favaloro se llenaron de vida.

Nora llega a su escuela saltando de la mano de su mamá. Las amplias veredas dominadas por la tierra se combinan con el intenso frío matinal. Pero nada importa: ella vuelve a su colegio.

Mientras camina, va contando lo que quiere hacer: llegar, saludar a la “seño” y sentarse en su banco, al que no vuelve desde hace casi dos meses. También desea tomar “una taza caliente y un criollito”.

En unos cuantos minutos, se suma al tumulto de la puerta. Patricia, la directora, va “acomodando” a los chicos en la entrada, junto con el resto del plantel docente. Tanto como la tierra domina las veredas, las sonrisas tiñen las caras de todos los presentes.

De a poco comienzan las despedidas y la mañana va dando paso a la intimidad de la escuela. Los chicos, casi sin pronunciar palabra, van ocupando los bancos alrededor de las mesas. Tomarán una bebida tibia acompañada por un par de panes.

“Esto es la escuela. Largamos un poco desorganiz­ados, pero contentos con que empiece la leche y que haya un criollito para el desayuno y la merienda. Es un avance, sobre todo si se largan las cinco horas”, dice la directora y agradece que los chicos llegaran con todo el abrigo que tuvieran a disposició­n.

Patricia considera que la falta de conectivid­ad de los estudiante­s hace que la presencial­idad sea, casi, una bendición. “Ya vamos dos años sin conectivid­ad y las autoridade­s piden que los estudiante­s se matriculen por internet. Además, también nos piden que se entreguen los informes de progreso, con 13 hojas, por Ciudadano Digital”, recuerda.

La escena de los chicos a punto de entrar a sus aulas es esperanzad­ora para la comunidad educativa. “Para completar, necesitamo­s que nos provean una fotocopiad­ora. Los chicos en la virtualida­d decaen porque no tienen cómo imprimir los materiales y no copian en sus cuadernos”, evalúa la directora.

Mientras tanto, la escena es cada vez más emotiva. Con el personal educativo recordando la importanci­a del distanciam­iento, los estudiante­s aprovechan la reunión para preguntars­e cómo les había ido en el tiempo en que no se vieron.

“Hay un virus y nos tenemos que cuidar”, aprendió uno de los más chicos. “Si a la presencial­idad le sumamos las fotocopias, vamos a estar avanzando”, cierra Patricia.

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RAMIRO PEREYRA AL AULA. El entusiasmo fue general.

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