Un ordenamiento precario y que vence
Las múltiples desavenencias que signaron el final del convulsionado proceso de armado de precandidaturas en Juntos por el Cambio dejaron al desnudo las debilidades de un proyecto político abúlico de liderazgos.
El tumultuoso desenlace tiene su lógica. Los propios protagonistas –con más o menos responsabilidades, según el caso, aunque todos con una cuota sobre sus espaldas– construyeron este presente en el que lo individual prevalece sobre lo colectivo. Lo único compartido fue el desacuerdo.
Hubo algo muy parecido al juego del baile de la silla, que se exhibió como espectáculo al final del proceso: manotear a como dé lugar la butaca disponible antes de que lo haga otro, fue la práctica común. Hasta hay spots de campaña que circulan en las redes en los que se promocionan aliados que terminaron siendo adversarios internos. “Negri-De Loredo, juntos”, remata un video. Ambos competirán en listas distintas el 12 de septiembre.
El presente de la coalición no es más que la expresión visible y razonable de una dinámica errática a la que hay que buscarle su origen en 2019.
Sería abusivo pedirle a este 2021 que resuelva todos los conflictos que hicieron sucumbir electoralmente a Juntos por el Cambio hace dos años, tanto en el plano provincial como en el nacional. Sobre aquel pasado se intenta construir ahora. Pero emerge un problema grave: hay miopía de quienes creen que apenas se volaron unas chapas, cuando en realidad el último y fresco toma y daca de precandidaturas expuso que los daños en la coalición son diversos y, sobre todo, estructurales.
El espacio nacional vive momentos de zozobra en varios distritos. Córdoba no está exenta de esos sacudones. En la UCR, no hay conductores. La novelesca interna local de principios de año no logró saldar el principal problema del centenario partido: quién lidera. Tampoco lo resolverán las Paso.
El PRO padece también del síndrome de la inconducción. Mauricio Macri no deja de perder entidad entre los suyos. Su palabra está devaluada. Estuvo a punto de que su bendecido Gustavo Santos terminara tercero en una lista, cuando hace dos meses lo presentó en sociedad como la expresión más acabada de su proyecto provincial para 2023. A Macri lo terminaron desafiando hombres y mujeres que hasta hace poco no movían un dedo sin su venia.
Hay explicaciones para entender lo que pasó el último sábado. Las placas tectónicas de lo que se va o se resiste a ir y de lo que viene generan el sismo. Sólo el juecismo provincial queda al margen de este contexto, no porque carezca de falencias –su músculo político alcanzó en 2019 su mínima expresión–, sino porque allí hay sólo uno que manda.
Ordena 2021, no 2023
En ese contexto frágil y líquido, las cuatro listas paridas por la coalición en Córdoba son un síntoma del estado de situación. Las primarias del 12 de septiembre terminarán emprolijando el desaguisado. Sin embargo, no parece que ese tratamiento obligatorio de sanación termine siendo efectivo más allá de las elecciones legislativas.
Las Paso ordenarán a fuerza de votos lo que hoy no encuentra cajón. Para eso fueron hechas, pese a que el kirchnerismo, que las ideó, nunca las utilizó y sólo las instauró para evitar fugas como la de Martín Sabbatella en 2009, letal para construir la derrota de Néstor Kirchner de su primera y última candidatura testimonial.
Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos saben que el 14 de noviembre Juntos por el Cambio celebrará una nueva victoria cordobesa nacional. Nadie pone en duda ese resultado final, más allá del presente inestable de los aliados.
En los despachos oficiales se espera que este turno electoral pase rápido, y hasta hay fastidio por lo extenso que será el proceso hasta su desenlace, a mitad de noviembre.
La elección que le importa al PJ cordobés no es esta, sino la que se producirá en dos años y en la que el PJ buscará extender a 28 años su récord de permanencia al frente de la Provincia.
Para esos comicios, no habrá primarias que ayuden a los opositores. No es casualidad que el fallecido José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti las negaron en el orden provincial sin vacilaciones.
En el Centro Cívico no ocultan el regodeo por el cierre alocado de sus adversarios. Se entusiasman y proyectan los mismos pasos de comedia para dentro de dos años.
Juez alimenta esa creencia. A horas de que debute su precandidatura para el Senado, ya avisó que, gane o pierda en las próximas Paso, será candidato a gobernador por el Frente Cívico en 2023.
Una ventaja nada despreciable para un peronismo que también enfrentará el siempre traumático proceso de cambio de liderazgo.
Las Paso harán su trabajo sólo para 2021. En el Centro Cívico no ocultan el regodeo por el cierre alocado de sus adversarios.