La Voz del Interior

Dosis de amor

Empezó ayer la vacunación a menores con riesgos. Los padres, emocionado­s.

- Verónica Suppo vsuppo@lavozdelin­terior.com.ar

No existe palabra alguna que pueda describir con exactitud el subibaja de emociones que experiment­aron ayer los primeros adolescent­es de la provincia de Córdoba que recibieron la vacuna Covid-19.

Desde antes de las 8, el Pabellón Argentina, el Comedor Universita­rio y las carpas del Autovac, también en Ciudad Universita­ria, fueron los tres puntos convocante­s para recibir a los chicos y chicas de entre 12 y 17, con discapacid­ad o alguna comorbilid­ad, para ser inoculados con la primera dosis de la vacuna Moderna.

Habían llegado a las puertas de la vacuna después de haber pasado un año y cinco meses prácticame­nte encerrados por ser personas de riesgo, cuidadas como el “mejor tesoro” por sus padres o sus abuelos para que el virus no los alcanzara. Habían resignado en ese tiempo (y siguen haciéndolo) juntadas con amigos.

Algunos ni siquiera han podido en todo este tiempo ir a una plaza por la complejida­d de sus patologías. Pero ayer estaban ahí expectante­s en las filas, como quien espera una gran cita prometida. Cuando pudieron dimensiona­r ese momento, ya había personas que los esperaban con batas celestes que los invitaban a pasar. Habían llegado al vacunatori­o con un adulto que los tomaba de las manos o los alzaba, porque no todos estaban en condicione­s de caminar.

Pasar el triaje fue rápido, con respuestas a unas pocas preguntas y tras superar algunos nervios. La ansiedad fue en aumento a medida que las enfermeras se acercaban. Algunos se rieron fuerte, otros se abrazaron con sus familiares. El pinchazo estaba cerca y si el momento se ponía muy angustiant­e, tres enfermeras los rodeaban para contenerlo­s y ayudar a que la vacuna pasara rápido.

Después seguía la entrega del carné con los datos personales que se solicitaba­n al dejar el vacunatori­o. En ese momento se abría la puerta para otras emociones: era el instante para dejar andar las alegrías y soltar tanta angustia contenida. Sólo ellos saben lo que es resignar en plena adolescenc­ia el contacto con sus pares.

“No puedo explicar la emoción que tengo. Llegó el día de la vacuna porque él se tiene que cuidar”, dijo Débora, quien estaba con su hijo, Matías (13 años). “Vine de Inaudi con mi mamá, ya me vacuné y ahora me voy a rendir por la computador­a Matemática­s. Miren el día que tengo.

Vacuna y rindo”, dijo el pibe, feliz.

En las sillas para esperar la vacuna también estaba Dylan (17), con su mamá Emilse, quien no lo dejó de mirar. Ambos no podían creer que haya llegado la dosis. “Lo anoté la semana pasada y enseguida nos llegó el turno, felices, ya todos tenemos vacuna”, dijo la mujer. “No me dolió nada, quería venir”, aseguró el joven.

Contención

Lorena Gastaldi, coordinado­ra del vacunatori­o del Comedor Universita­rio, no paró en toda la mañana. Recorrió todos los pasillos, revisó que a los chicos no les faltara nada y que trataran de estar contenidos. Ella también tuvo un día distinto. “Desde abril que estoy en este puesto y esta vacunación es totalmente distinta, muchas emociones, miedos. Acá estamos porque necesitan mucha contención estos adolescent­es”, expresó.

Los padres son los que más rienda suelta dieron a sus emociones. Vienen de largos meses en los que extremaron los cuidados porque sus hijos integran los grupos de riesgo.

Nahuel (16) llegó desde Villa Unión en colectivo al vacunatori­o con su mamá, Paola. Estaba feliz porque quería vacunarse con la Moderna. “Lee todo, sabe cuáles son las vacunas, quiere ir a Estados Unidos un día y quería más que nada vacunarse”, relató la mujer.

En la misma fila, Martina (12) era de las más chicas del grupo y también la primera en vacunarse en su escuela. “Voy a sexto grado y soy de La Calera, yo sí me quiero sacar una foto con el carné”, le dijo a su papá, Gonzalo, quien la acompañó.

Osvaldo y Viviana son una pareja que se emocionó hasta las lágrimas porque la pandemia les pegó duro, pero le siguen dando batalla con Gustavo (15), a quien ayer llevaban en sus brazos porque tiene parálisis cerebral. El hombre trabajaba en un bar, pero el año pasado ese lugar cerró y se quedó sin trabajo. Ella no salió de su casa porque protegió a su hijo para que el virus no los alcanzara. Y lo viene logrando.

Tuvo que suspender por un tiempo los tratamient­os para su hijo porque temía por el coronaviru­s. Por lo que ayer, cuando llegaron al vacunatori­o, Osvaldo levantaba a Gustavo con el amor de alguien que por fin recibe un poco de alivio. “No salimos a ningún lado por él y esta es la salida para la vacuna”, dijo la mujer, mientras acariciaba al jovencito, que con los ojos asentía que estaba dando un paso más.

Un poco más atrás estaba Stella, abrazando a sus “pollitos”. “Hace pocos días me tocó la casa que esperaba, y ahora les tocan las vacunas a ellas, qué felicidad”, resumió, mientras sus hijas Guadalupe (17) y Mercedes (15) mostraban sus carnés. “Ya estamos más cerca”, dijo la mujer. Les prometiero­n que en 28 días serán convocadas para la segunda dosis.

El vicegobern­ador, Manuel Calvo; y el ministro de Salud, Diego Cardozo, estuvieron ayer en el vacunatori­o para garantizar la aplicación de las dosis para este primer grupo.

Nos cuidamos siempre, no llevamos a mi hijo a ningún lado. Ahora salió por la vacunación que tanto esperábamo­s.

Viviana Mamá de un adolescent­e de 15 años con parálisis cerebral

Quiero sacarme la foto con el carné porque me pude vacunar. Creo que soy la más chica. Tengo 12 años y voy a sexto grado.

Martina Se fue a vacunar al Comedor Universita­rio en compañía de su papá, Gonzalo

Me salió todo el mismo día. Me vacuné y ahora me voy a rendir Matemática­s con la computador­a, en mi casa. ¡Me llegó la vacuna!

Matías Adolescent­e de 13 años que concurrió a inocularse al Comedor Universita­rio

 ?? PEDRO CASTILLO ?? TERNURA INFINITA. Gustavo y su papá en el Comedor Universita­rio. Ayer fue el primer día en que se vacunó a niños y adolescent­es de entre 12 y 17 años con comorbilid­ades en Córdoba.
PEDRO CASTILLO TERNURA INFINITA. Gustavo y su papá en el Comedor Universita­rio. Ayer fue el primer día en que se vacunó a niños y adolescent­es de entre 12 y 17 años con comorbilid­ades en Córdoba.
 ?? PEDRO CASTILLO ?? SENTADOS. Los chicos esperaron, muchos junto a sus padres, que les tocara el momento del “pinchazo”. En el lugar se respiraba ansiedad, pero también alivio.
PEDRO CASTILLO SENTADOS. Los chicos esperaron, muchos junto a sus padres, que les tocara el momento del “pinchazo”. En el lugar se respiraba ansiedad, pero también alivio.
 ?? PEDRO CASTILLO ?? RETRATO. No fueron pocos los adolescent­es que tras recibir la vacuna se sacaron una foto para después subirla a sus redes sociales.
PEDRO CASTILLO RETRATO. No fueron pocos los adolescent­es que tras recibir la vacuna se sacaron una foto para después subirla a sus redes sociales.

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