Billie Eilish. La confirmación de lo prometido
La cantante norteamericana afianza su estilo en “Happier Than Ever”, su segundo disco. El estrellato repentino no la desenfocó.
A Billie Eilish le tocó la benditamaldita presión del segundo disco y sucesor de un debut extraordinario con apenas 19 años. Y Happier Than
Ever la confirma como una artista mayúscula, como una joven extraña que no sólo naturalizó el estrellato, sino que ahora tiende a reforzarlo con otra obra concebida en sus propios términos.
Ahí donde una consagración repentina aconseja ir por más y contratar un batallón de productores, Billie replicó la lógica de When We All Fall Asleep, Where Do We Go? (2019), ese primer disco que la catapultó ayer nomás. Es decir, reincidir en el encierro en un estudio con su hermano Finneas para producir texturas hermosas, nada invasivas y complementarias al susurro inquietante de Billie, del que abusa un poco en los temas sublow que hacen a la mayoría de este un tracklist extenso.
Pero hay matices que combaten la sensación de monotonía que queda tras la primera escucha. Y también se imponen las letras, que van sobre su nuevo estatus de popstar fuera de molde a filosofadas ásperas, previo paso por sensaciones elementales.
También hay espasmos para tirar unos pasos, manejados por Finneas con soltura y autoridad pistera. Lo prueba el pulso jamaiquino de I
Didn’t Change My Number (“No cambié mi número/ Sólo cambié a quién contesto”) y Oxytocin.
GOLDWING, en tanto, se erige como una síntesis perfecta de dos momentos en la carrera de Björk: el hada electrónica de Post (1995) y la vocalista mutante de Medúlla (2004), con Billie y Finneas dando cátedra en sentidos expresivos.
Happier than Ever, la canción, merece destacarse por la pretensión “rockera”, a la que Billie siempre le ha huido y que acaso ahora le sirva para ponerle los puntos a Olivia Rodrigo, la diva recientemente recibida en la Casa Blanca.
En síntesis, tenemos a una estrella confirmada que canta sobre su conversión en adulta (Getting Older), confiesa estar enamorada de su futuro ( my future) y se asume una causa perdida (Lost Cause). Y también a su hermano, quien corporiza esas visiones como un alquimista del misterio.