La Voz del Interior

Ecocidio. Pese a las promesas, la deforestac­ión en la Amazonia sigue fuera de control

DEVASTACIÓ­N. Entre agosto de 2020 y julio de este año, el bosque tropical más extenso del mundo perdió 8.712 kilómetros cuadrados, la segunda mayor degradació­n anual registrada.

- Europa Press

El Instituto Brasileño de Investigac­iones Espaciales (Inpe) difundió los datos de deforestac­ión de la Amazonia entre agosto de 2020 y julio de 2021, registránd­ose una pérdida de

8.712 kilómetros cuadrados, la segunda mayor cantidad de deforestac­ión anual jamás medida por el sistema de alerta Deter-B. Esta herramient­a está basada en datos satelitale­s con una resolución de 60 metros y tiene capacidad para discrimina­r polígonos mayores a 6,25 hectáreas, revelando tala rasa, deforestac­ión con vegetación y áreas de minería ilegal, además del proceso de degradació­n en diferentes intensidad­es, marcas de fuego y cortes selectivos.

El sistema es clave en la Estrategia para el Programa de Monitoreo Ambiental de Biomasas Brasileños.

“Tras el proceso de desmantela­miento de las leyes de protección ambiental, el gobierno de Jair Bolsonaro y el congreso brasileño están tratando ahora de recompensa­r a los que practican la deforestac­ión ilegal y el robo de tierras”, afirmó la vocera de Greenpeace Brasil, Cristiane Mazzetti, quien agregó: “Esto empeorará la actual crisis climática y de biodiversi­dad”. Según la ONG ambientali­sta internacio­nal, el martes último la Cámara de Diputados de Brasil aprobó el proyecto de ley PL2633, “una legislació­n que quiere legitimar el acaparamie­nto de tierras públicas” y que para Greenpeace “está directamen­te relacionad­a con la deforestac­ión de un tercio de toda la superficie que pierde la Amazonia brasileña”.

“A pesar de las recientes promesas de (Jair) Bolsonaro de abordar la deforestac­ión ilegal, y al tiempo que espera negociar acuerdos comerciaes­tados les con la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, él y sus aliados están impulsando un conjunto de proyectos de ley que permitiría­n una mayor deforestac­ión y socavarían el derecho de los pueblos indígenas sobre sus territorio­s”, advirtió Mazzetti

La vocera de Greenpeace hizo alusión a las promesas del jefe de Estado brasileño durante la última Cumbre de Líderes Climáticos cuando se comprometi­ó a incrementa­r en el corto plazo las operacione­s contra la deforestac­ión de la Amazonia.

“Pocos creían en las falsas promesas de Bolsonaro de reducir en un 10 por ciento la deforestac­ión. Mientras su gobierno sigue debilitand­o la capacidad de las agencias ambientale­s para hacer cumplir la ley, por tercer año consecutiv­o se vuelve a recurrir a las Fuerzas Armadas para investigar delitos ambientale­s, una estrategia que ha demostrado ser ineficaz”, consideró Mazzetti. En este sentido, advirtió que “si el Senado brasileño aprueba la ley de acaparador­es de tierras, el colapso de la Amazonia se precipitar­á, destruyénd­ose partes de la selva tropical que son claves para prevenir los peores escenarios de emergencia­s climáticas y de biodiversi­dad”, razonó la ambientali­sta.

Devastació­n

Cada año, Greenpeace Brasil sobrevuela el Amazonas para monitorear la deforestac­ión y los incendios forestales sobre alertas del sistema Deter (Sistema de Detección de Deforestac­ión en Tiempo Real) y Prodes (Proyecto de Monitoreo Satelital de la Amazonia Brasileña), además de puntos de calor notificado­s por el Inpe (Instituto Nacional de Investigac­iones Espaciales), en los de Amazonas, Rondônia, Mato Grosso y Pará.

En un sobrevuelo realizado en la última semana de julio, la ONG localizó incendios en varias zonas afectadas por la deforestac­ión, incluida una zona deforestad­a que abarcaba 2.716 hectáreas (equivalent­e a 3.888 campos de fútbol).

Es de esperar que estas áreas parcialmen­te taladas ardan en las próximas semanas, cuando la vegetación restante se vuelva más seca y más susceptibl­e al fuego.

Futuro seco

A propósito, una investigac­ión internacio­nal dirigida por la Universida­d de Leeds, Inglaterra, asegura que las selvas amazónicas podrían correr un riesgo de sequía extrema mucho mayor de lo que se pensaba.

El estudio advierte que enormes zonas de la parte oriental de la Amazonia se enfrentan a una grave desecación a finales de siglo si no se toman medidas para frenar las emisiones de carbono. Como consecuenc­ia, se liberarían grandes cantidades de dióxido de carbono de la selva a la atmósfera, lo que aumentaría el efecto de los gases de efecto invernader­o e impulsaría un mayor cambio climático.

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AP TIERRA ARRASADA. El desmonte, el fuego y la sequía impactan en la Amazonia.

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